El oro y Bitcoin, dos activos que representan universos aparentemente distintos, siguen dominando gran parte de las conversaciones financieras por su papel crucial en la construcción de estrategias de inversión. No solo por las cifras que han alcanzado en 2024, sino por las expectativas que generan de cara a 2025, donde ambos prometen desempeñar roles determinantes en la preservación del valor y el crecimiento del capital.
El oro, con una revalorización del 27% en lo que va de 2024, ha alcanzado precios récord, situándose en los 2.801 dólares por onza en octubre, antes de corregir ligeramente a los 2.640 dólares en diciembre. Este aumento se ha visto respaldado por una demanda histórica de más de 1.200 toneladas acumuladas por bancos centrales este año, el mayor nivel registrado en más de cinco décadas. Las previsiones de Goldman Sachs indican que el precio del oro podría superar los 3.000 dólares por onza en 2025, impulsado por la persistencia de los riesgos inflacionarios y la incertidumbre en el panorama geopolítico.
Bitcoin, por su parte, ha registrado una revalorización del 140% en el año. Con una capitalización de mercado que roza los 2 billones de dólares y un precio por encima de los 100.000 dólares, la criptomoneda se posiciona como el séptimo activo más valioso del mundo. Este avance ha sido impulsado por la aprobación de ETF al contado y un entorno regulatorio más favorable en los Estados Unidos tras la reelección de Donald Trump. Según 21Shares, más de 1,1 millones de bitcoin están ahora bajo gestión institucional, con un valor aproximado de 110.000 millones de dólares, consolidando su lugar en las carteras de grandes inversores.
Las diferencias clave entre invertir en oro o bitcoin
Ambos activos han sido presentados como alternativas para almacenar valor, pero cada uno tiene características que los hacen únicos. El oro, por ejemplo, cuenta con una historia de miles de años como refugio seguro. Su capacidad para resistir crisis económicas y preservar el poder adquisitivo ha sido probada en innumerables ocasiones, desde la Gran Depresión hasta la crisis financiera de 2008. Según datos del Consejo Mundial del Oro, más del 50% de las demandas globales de este metal se destinan a joyería y lingotes, lo que refuerza su valor intrínseco y su estabilidad.
Sin embargo, el oro presenta desventajas en términos de transporte, almacenamiento y costos asociados. El almacenamiento seguro de oro físico puede costar hasta un 0,5% de su valor anual, además de requerir infraestructura específica.
Bitcoin, en cambio, ofrece ventajas en términos de accesibilidad y portabilidad. Su oferta limitada, con el 94% de los 21 millones de monedas ya minadas, lo convierte en un activo deflacionario, una característica que contrasta con el crecimiento continuo del suministro de oro, estimado en un 1-2% anual. Además, la capacidad de almacenar y transferir bitcoin de forma digital elimina la necesidad de instalaciones físicas y reduce los costos de almacenamiento.
No obstante, la volatilidad de bitcoin sigue siendo un gran desafío. Según WisdomTree, las correcciones de precio de la criptomoneda pueden oscilar entre el 20% y el 40%, lo que plantea riesgos para los inversores menos tolerantes a fluctuaciones bruscas. Además, su dependencia de la tecnología y la infraestructura digital puede generar vulnerabilidades en caso de fallos técnicos o cambios regulatorios desfavorables.
El contexto macroeconómico y su impacto en 2025
Las políticas de la Reserva Federal (Fed) y la inflación prevista para 2025 serán determinantes para el desempeño de ambos activos. Mientras la Fed prevé mantener los tipos de interés elevados para controlar una inflación que podría superar el 2%, el oro se beneficiará como refugio seguro. Según JP Morgan Asset Management, la correlación negativa del oro con activos de riesgo lo convierte en una herramienta ideal para reducir la volatilidad en carteras diversificadas.
Por su parte, bitcoin podría experimentar un comportamiento condicionado por este entorno, ya que las criptomonedas suelen ser más sensibles a la reducción de liquidez en los mercados. Sin embargo, 21Shares, señala que una eventual relajación monetaria en la segunda mitad de 2025 podría impulsar la demanda de bitcoin, especialmente si se mantiene la adopción institucional y el marco regulatorio favorable en los Estados Unidos.
Estrategias para una inversión equilibrada
En lugar de optar exclusivamente por uno de estos activos, muchos analistas sugieren combinarlos para crear una estrategia de inversión equilibrada. Según un informe de ARK Invest, carteras que asignaron un 10% al oro y un 5% a bitcoin han generado un 15% más de rendimiento ajustado al riesgo en los últimos tres años, en comparación con aquellas que se centraron únicamente en activos tradicionales.
El oro aporta estabilidad en entornos de incertidumbre económica y alta inflación, mientras que bitcoin ofrece exposición al crecimiento del ecosistema digital y la innovación financiera. Por ejemplo, durante 2024, las carteras diversificadas que incluyeron ambos activos superaron significativamente a las que se limitaron a acciones y bonos, especialmente en un contexto de endurecimiento monetario global.
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