dgleichner
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Las cifras de natalidad continúan siendo alarmantes en Europa , especialmente en los países del sur, donde nacen menos niños: en España las mujeres tienen, de media, 1,16 hijos; en Italia, 1,24; en Grecia, 1,33; en Portugal, 1,4... Sin embargo, un reciente estudio realizado por Erin Wingerter, investigadora del Instituto Cultura y Sociedad de la Universidad de Navarra , y Lyman Stone, investigador de Institute for Family Studies (Virginia, Estados Unidos), señala a Francia (con una media de 1,7 hijos por mujer) como una de las grandes excepciones debido a las políticas de apoyo a las familias que se emprendieron entre 1920 y 1950 y que siguieron aplicándose décadas posteriores. Este informe (Is There Hope for Low Fertility? Demographic rearment in Southern Europe), revela que las tasas de natalidad francesas han incrementado (entre 0,1 y el 0,3 hijos más por mujer), con un aumento de la población en el país que no se hubiera producido de otro modo. La investigación también puntualiza que esta situación no es causa del flujo migratorio que experimenta Francia.Erin Wingerter señala a ABC que nuestro país vecino considera a los hijos como un bien público y ha adoptado medidas estables en el tiempo no vinculadas a ningún partido concreto, lo que no sucede en el resto del sur de Europa. Añade, no obstante, que «determinar con precisión este éxito atribuyéndolo a uno, o incluso a un número reducido de factores, es complejo».Noticias Relacionadas estandar No Más del 86% de las madres y padres se sienten juzgados por su forma de criar ABC estandar No Planificación familiar «La infertilidad es una enfermedad (según la OMS) y hace tambalear los cimientos de tu vida» Laura PeraitaExplica que la política familiar francesa actual se divide en tres bloques y las prestaciones tienen sus raíces en decisiones de la década de 1930. «En primer lugar, las prestaciones básicas de manutención se proporcionan mensualmente a todos los ciudadanos hasta que cumplen 20 años. Además, el apoyo para el nacimiento y los primeros años del niño, ampliamente conocido como el programa PAJE, incluye el permiso parental remunerado, cuidado en el hogar subvencionado o apoyo para guardería, según la elección de los padres. Finalmente, cuenta con ayudas para circunstancias familiares especiales como discapacidad, enfermedad grave o asistencia por desempleo».Sin plan infalibleSabiendo la contribución de estas prácticas a la mejora de la fecundidad, ¿sería adecuado implantar estas medidas en España? La respuesta de Erin Wingerter es inmediata: No. Argumenta que el contexto político, económico y cultural de cada país es distinto. «Desafortunadamente, no existe un plan infalible para el éxito. Las políticas no deben importarse de un país a otro. Para desarrollar políticas efectivas, los responsables políticos del sur de Europa necesitan un programa de encuestas de fecundidad de gran tamaño muestral para comparar y contrastar datos. Solo de esta manera los gobiernos podrán responder eficazmente abordando las necesidades que tienen las familias con respecto al cuidado infantil, la vivienda, la estabilidad de la unión, el trabajo, las finanzas y otros ámbitos».En este contexto destaca que España tiene la tasa de fecundidad más baja (salvo Malta) y la edad media de las mujeres al tener su primer hijo es la más alta de Europa. «Además, la brecha entre hijos desados y actuales es la más grande –matiza–. Estos indicadores no son favorables y se deben a muchos factores. El retorno de la educación (mayores ingresos derivados de haber alcanzado un mayor nivel educacional) es más bajo en España. Además, la edad de emancipación es muy alta. Asimismo, las mujeres están pasando menos años de su vida reproductiv a en una unión estable, lo que sería necesario para crear la confianza y seguridad fundamentales para motivarles a tener hijos. Tanto en Italia como en España, menos adultos jóvenes están en relaciones a largo plazo, legalmente protegidas y estables. Este es un fenómeno poco estudiado y la menor exposición al matrimonio es en gran parte causa de la disminución de la fertilidad en el sur de Europa».Para mejorar este escenario en nuestro país, la investigadora del Instituto Cultura y Sociedad de la Universidad de Navarra señala que a nivel estructural, las políticas, así como los valores culturales que ayudan a los jóvenes a lograr transiciones de etapas de vida, especialmente la emancipación, sería un primer paso.En segundo lugar destaca la necesidad de contar con el apoyo de una política pronatalista, «con claras indicaciones de que dicho apoyo es ofrecido por todos los partidos –que esto no es un tema partidista–, lo que proporciona un contexto en el que las personas saben que los niños son bienvenidos y socialmente deseables».El error del controlTambién considera necesaria la concienciación de la población «porque algunos estudios han encontrado una educación muy baja sobre fertilidad debido a que muchas personas ejercen un control total sobre la decisión de no tener un hijo. Erróneamente asumen que tendrán un dominio similar una vez que decidan tenerlo. No se dan cuenta de que no es tan sencillo».MÁS INFORMACIÓN noticia No Una experta señala el aspecto de la crianza que más ansiedad causa a las familias españolas noticia No Una terapeuta explica cómo superar el primer año de vida del bebé sin separarte noticia No «Vivimos en la generación 'des': descontento, desencuentro y desconfianza»Incide en que todos estos asuntos «desafortunadamente se han politizado mucho, cuando, en realidad, se trata de cuestiones de bienestar social. El Estado nunca va a ser tan eficiente como la familia en el cuidado y la educación de las siguientes generaciones. Asegurar que haya familias sólidas es una apuesta por el futuro. Hay que estudiar cómo facilitarlo, pero juegan un papel muy importante la política impositiva, familiar, laboral y de vivienda. Tenemos un síntoma claro de que algo falla en España, pero necesitamos un esfuerzo unificado para investigar y tratar la causa», concluye.
«Imitar el éxito de las políticas de natalidad de Francia es un error»
Un estudio apunta que el aumento de nacimientos en nuestro país vecino es una excepción en el sur de Europa
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