Cynthia_Sanford
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En una ciudad llena de librerías preciosas, la que lleva el nombre de la escritora Elena Garro destaca por su espléndida arquitectura. Un muro acristalado cubre el frontal de las dos plantas con gigantes estanterías de libros, donde esperan ser manoseados y, con suerte, llevados a casa clásicos de la literatura como una hermosa edición de la trágica Ana Karenina, hasta novedades editoriales. La librería, que está localizada en ese barrio de Coyoacán —al sur de Ciudad de México— lleno de rincones hermosos y sorprendentes, cuenta también con un bonito y fresco jardín donde Henoc de Santiago Dulché, director de la Feria del Libro de Monterrey, recibe a EL PAÍS. Santiago Dulché (Ciudad de México, 57 años) saluda con entusiasmo y sonríe siempre. Antes de comenzar la conversación explica que él adquirió la casona que ocupaba este enorme espacio cuando era director de Educal, la agencia paraestatal creada para fortalecer la distribución de libros. De su gestión ha quedado como legado un intensivo programa de apertura de librerías a nivel nacional. Cuando dejó el cargo, en 2009, Educal contaba con 95 librerías en todo México. Y sigue sonriente al ver que esta en la que estamos esta tarde sigue imponente y vibrante en medio de ese barrio capitalino que es nido de escritores y artistas, pero lamenta que en México se haya debilitado la política estatal de fomento al libro.
La FIL de Monterrey quiere abrirse camino entre los festivales literarios más importantes de México, donde destaca la que se celebra en Guadalajara. Las autoridades de Monterrey quieren presentar a esa ciudad del norte del país, epicentro industrial de México, como algo más que una urbe de fábricas y negocios. El Museo de Arte Contemporáneo (MARCO) ya destaca como uno de los centros culturales más vibrantes del norte de México y la FIL se abre un gran espacio, con 300.000 visitantes.
Sus organizadores quieren darle ahora una mayor proyección internacional. En esta edición, la segunda que dirige Santiago Dulché, los espacios de la feria estarán compartidos por dos premios Pulitzer: la escritora mexicana Cristina Rivera Garza y la poeta estadounidense Anne Boyer. El discurso de inauguración de la feria estará a cargo del escritor mexicano David Toscana, premio Bienal de Novela Mario Vargas Llosa, por su obra El peso de vivir en la Tierra. La argentina Agustina Bazterrica, un éxito editorial cuyas obras han sido traducidas a más de 20 idiomas, también forma parte del programa, junto a la escritora ecuatoriana Mónica Ojeda. Desde España llegan el escritor Jon Bilbao, que también está muy de moda; la poeta María Sánchez y el autor de libros infantiles y juveniles Jordi Sierra. Santiago Dulché hace con orgullo el recuento de los invitados que compartirán espacio desde el 28 de septiembre en la ciudad industrial. De literatura, de la salud del libro y de su feria va esta conversación.
Pregunta. ¿Qué representa esta feria para una ciudad como Monterrey, por qué se tiene la idea de que la cultura se centra en Ciudad de México?
Respuesta. Por ahí se decía que donde empieza la carne asada acaba la cultura, pero la situación ha cambiado muchísimo en Monterrey. A partir de la apertura del Museo de Arte Contemporáneo se hacen grandes exposiciones. La música también está llegando a Monterrey. Pero la feria del libro tiene un espacio bien importante en el corazón de los regios. Cuando tú hablas de la Feria del Libro a todos se les ilumina la cara, porque es como el gran evento cultural. Es el evento que más gente reúne de todo el norte del país, más que el festival musical Pa’l Norte, porque nosotros llevamos casi a 300.000 personas. Para la sociedad regiomontana y del norte simboliza un evento muy querido, esperado, un evento donde se esperan para comprar libros. Tenemos el ticket de venta de libros más alto del país.
P. ¿Cuántos libros venden?
R. La gente encuestada que compra libros ha referido un gasto promedio de 800 pesos (40 dólares aproximadamente). Esto nos sitúa como la feria donde más se vende. Se vende muy bien y por eso las editoriales van. Los puestos de libros para la feria se acabaron luego luego.
P. ¿Qué cantidad de libros vendieron el año pasado?
R. Tenemos las encuestas de hábitos de consumo que nos arroja ese dato de venta por persona. Eso nos coloca como un evento muy esperado y muy querido. La sociedad lectora de Monterrey, que sí la hay, que es bastante amplia, tiene a este evento como su rito de iniciación. A la gente que lee le preguntas: ‘¿Oye, de dónde salió tu hábito por la lectura?’ Y responder que de cuando la llevaban de niño a la Feria del Libro.
P. ¿Qué peso tiene esta feria para la industria editorial de México, que aún sigue sufriendo los estragos de la pandemia?
R. Tiene un un impacto positivo. Los grandes stands habían sido ocupados por las grandes casas editoras, que venden muchísimos libros, pero también para las editoriales pequeñas está siendo un respiro, porque si bien es caro ir a Monterrey, mandar los libros, etcétera, tratamos de que sea negocio para ellos. Las editoriales no van a las ferias, salvo a la de Guadalajara, porque ahí todo el mundo tiene que ir, si no les son negocio.
P. ¿Y esta feria es buen negocio?
R. Soy un convencido de que las ferias del libro deben de tener un buen sustento financiero, que deben ser proyectos financieramente sostenibles en el tiempo y más en esta época, cuando muchas ferias que dependen de apoyo gubernamental han sufrido grandes recortes presupuestarios o están haciendo grandes esfuerzos para mantenerse. Desde hace tres años buscamos involucrar a todo el sector empresarial regiomontano a que apoye este este evento. Ven una gran derrama social en la feria, pero también ven una gran exposición de su marca, sobre todo para el público y para el consumidor del norte del país, que es el que más está creciendo. Los involucramos, estamos obteniendo recursos y eso está ayudando a que sea una feria, con las limitaciones presupuestarias que tenemos, que pueda crecer y llevar mejores autores.
P. ¿Cuentan con ayudas del Gobierno federal?
R. No. La Feria del Libro de de Monterrey tiene cuatro frentes de financiamiento. Una es el Tecnológico de Monterrey, los patrocinadores, los editores, que también son muy importantes, y el Gobierno del Estado.
P. ¿No resienten la falta de dinero federal? ¿Cree que debe ser importante que el Gobierno financie este tipo de actividades culturales?
R. Creo que sí. Es una política de Estado el promover un sano ecosistema de promoción de la lectura y de la comercialización del libro. Debe de haber una política cultural a nivel federal que permee hacia los Estados, que apoye sobre todo a los editores independientes, a través de fondos directos o a través de coediciones; que apoye a los libreros, para que sobrevivan o para la instalación de nuevas librerías. El fomento a la lectura es básico para hacer de México un país de lectores. Hace años había un proyecto de apoyo a librerías que coordinaba la Dirección General de Publicaciones del entonces Conaculta, que apoyaba en logística, que era un gran apoyo a los Estados para hiciera su feria de libro. Sí debe de haber un apoyo. En nuestro caso no nos caería mal, pero hemos salido adelanta sin ninguna ayuda federal.
P. ¿Cómo ve la salud del libro en México?
R. Antes había una política muy equilibrada, que yo no veo ahora. Con la desaparición de la Dirección General de Publicaciones y el traslado de muchas de sus funciones al Fondo de Cultura Económica, me imagino que ha habido buenas iniciativas, pero creo que otras cosas se han abandonado. No sé qué ha pasado con el proyecto de bibliotecas de aulas y bibliotecas escolares, porque es básico para que los niños aprendan a leer que haya libros, que haya cada vez más libros en las escuelas, para que los tengan frente a sus ojos todos los días. Era también un respiro para los editores que vendían millones de libros bajo un esquema muy justo de producción. La Secretaría de Educación compraba los libros prácticamente al precio de producción y había utilidad para los editores. Ahora, que yo sepa, eso está totalmente parado.
P. ¿No se hace lo suficiente para fomentar la lectura en México?
R. Creo que no, por lo menos no lo escucho. El Fondo está haciendo un buen trabajo, mantiene librerías, las sigue abriendo, están haciendo ediciones de muy bajo costo, pero falta más, porque el Fondo es una institución dentro de esa maquinaria enorme que es el Gobierno federal. Falta una política muy articulada de apoyo al libro, hace falta una dirección general de libro a nivel federal que coordine todas las iniciativas de promoción, de formación de lectores, el impulso a la cadena productiva del libro. Siento una política muy desvinculada y cada quien trabajando por su lado.
P. Las estadísticas del Inegi muestran que tres de cada 10 personas no han leído un libro en un año, la lectura ha caído en picada: en 2016 casi el 82% de las personas mayores de 18 años leía de forma habitual, pero esa cifra ha caído al 68%. Es una caída brutal. ¿A qué cree que se deba?
R. Si no tenemos políticas muy agresivas de fomento al libro y la lectura, hay otros competidores que nos van ganando la carrera. Hay muchos sectores que estamos sufriendo los embates del consumo del tiempo de los jóvenes, con las distracciones del teléfono, de las redes sociales, de las plataformas, etcétera. Es muy raro, porque las ferias del libro las vemos muy vibrantes, a veces algunas están vendiendo más, es decir, que hay un público que está demandando, pero a lo mejor es que la población está creciendo muchísimo y, entonces, hay otra parte que no está consumiendo lectura.
P. ¿Influirá el hecho de que el libro es caro en México?
R. No sé si realmente es caro, porque si tú buscas libros, puedes encontrarlos desde 20 o 40 pesos (uno o dos dólares, aproximadamente). Efectivamente, hay libros de 300 o 400 pesos (15 o 20 dólares), pero habría que ver qué pasa, porque hay un gran porcentaje de la población que se gasta esa cantidad o más en algún otro tipo de cosas. Todo el mundo trae teléfonos carísimos y uno se pregunta qué está pasando. Creo que las editoriales públicas deben de tener un programa de fomento a la lectura y debe de haber una promoción de libros de bajo costo bien importante.
P. ¿Qué otras iniciativas públicas deben crearse para crear nuevos lectores?
R. Una política que vaya desde los más pequeños. Debemos tener una política de incentivo de la lectura en los profesores, porque si los profesores no leen, es muy difícil que transmitan a los niños el gusto por la lectura. Debemos tener una producción masiva de libros que vayan a las escuelas. Reforzar los programas de fomento a la lectura a través de círculos de lectura que funcionan muy bien, porque cuando la gente se engancha a un círculo de lectura puede ser el círculo de convivencia con gente que tiene intereses comunes. Se debe poner el libro de moda a través de campañas masivas de promoción, de que leer es cool. Son iniciativas que solo pueden venir del Gobierno a través de canales públicos, radiodifusores públicas.
P. Se ha descuidado el fomento a la lectura.
R. Yo creo que sí. O al menos yo no lo veo.
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La FIL de Monterrey quiere abrirse camino entre los festivales literarios más importantes de México, donde destaca la que se celebra en Guadalajara. Las autoridades de Monterrey quieren presentar a esa ciudad del norte del país, epicentro industrial de México, como algo más que una urbe de fábricas y negocios. El Museo de Arte Contemporáneo (MARCO) ya destaca como uno de los centros culturales más vibrantes del norte de México y la FIL se abre un gran espacio, con 300.000 visitantes.
Sus organizadores quieren darle ahora una mayor proyección internacional. En esta edición, la segunda que dirige Santiago Dulché, los espacios de la feria estarán compartidos por dos premios Pulitzer: la escritora mexicana Cristina Rivera Garza y la poeta estadounidense Anne Boyer. El discurso de inauguración de la feria estará a cargo del escritor mexicano David Toscana, premio Bienal de Novela Mario Vargas Llosa, por su obra El peso de vivir en la Tierra. La argentina Agustina Bazterrica, un éxito editorial cuyas obras han sido traducidas a más de 20 idiomas, también forma parte del programa, junto a la escritora ecuatoriana Mónica Ojeda. Desde España llegan el escritor Jon Bilbao, que también está muy de moda; la poeta María Sánchez y el autor de libros infantiles y juveniles Jordi Sierra. Santiago Dulché hace con orgullo el recuento de los invitados que compartirán espacio desde el 28 de septiembre en la ciudad industrial. De literatura, de la salud del libro y de su feria va esta conversación.
Pregunta. ¿Qué representa esta feria para una ciudad como Monterrey, por qué se tiene la idea de que la cultura se centra en Ciudad de México?
Respuesta. Por ahí se decía que donde empieza la carne asada acaba la cultura, pero la situación ha cambiado muchísimo en Monterrey. A partir de la apertura del Museo de Arte Contemporáneo se hacen grandes exposiciones. La música también está llegando a Monterrey. Pero la feria del libro tiene un espacio bien importante en el corazón de los regios. Cuando tú hablas de la Feria del Libro a todos se les ilumina la cara, porque es como el gran evento cultural. Es el evento que más gente reúne de todo el norte del país, más que el festival musical Pa’l Norte, porque nosotros llevamos casi a 300.000 personas. Para la sociedad regiomontana y del norte simboliza un evento muy querido, esperado, un evento donde se esperan para comprar libros. Tenemos el ticket de venta de libros más alto del país.
P. ¿Cuántos libros venden?
R. La gente encuestada que compra libros ha referido un gasto promedio de 800 pesos (40 dólares aproximadamente). Esto nos sitúa como la feria donde más se vende. Se vende muy bien y por eso las editoriales van. Los puestos de libros para la feria se acabaron luego luego.
P. ¿Qué cantidad de libros vendieron el año pasado?
R. Tenemos las encuestas de hábitos de consumo que nos arroja ese dato de venta por persona. Eso nos coloca como un evento muy esperado y muy querido. La sociedad lectora de Monterrey, que sí la hay, que es bastante amplia, tiene a este evento como su rito de iniciación. A la gente que lee le preguntas: ‘¿Oye, de dónde salió tu hábito por la lectura?’ Y responder que de cuando la llevaban de niño a la Feria del Libro.
P. ¿Qué peso tiene esta feria para la industria editorial de México, que aún sigue sufriendo los estragos de la pandemia?
R. Tiene un un impacto positivo. Los grandes stands habían sido ocupados por las grandes casas editoras, que venden muchísimos libros, pero también para las editoriales pequeñas está siendo un respiro, porque si bien es caro ir a Monterrey, mandar los libros, etcétera, tratamos de que sea negocio para ellos. Las editoriales no van a las ferias, salvo a la de Guadalajara, porque ahí todo el mundo tiene que ir, si no les son negocio.
P. ¿Y esta feria es buen negocio?
R. Soy un convencido de que las ferias del libro deben de tener un buen sustento financiero, que deben ser proyectos financieramente sostenibles en el tiempo y más en esta época, cuando muchas ferias que dependen de apoyo gubernamental han sufrido grandes recortes presupuestarios o están haciendo grandes esfuerzos para mantenerse. Desde hace tres años buscamos involucrar a todo el sector empresarial regiomontano a que apoye este este evento. Ven una gran derrama social en la feria, pero también ven una gran exposición de su marca, sobre todo para el público y para el consumidor del norte del país, que es el que más está creciendo. Los involucramos, estamos obteniendo recursos y eso está ayudando a que sea una feria, con las limitaciones presupuestarias que tenemos, que pueda crecer y llevar mejores autores.
P. ¿Cuentan con ayudas del Gobierno federal?
R. No. La Feria del Libro de de Monterrey tiene cuatro frentes de financiamiento. Una es el Tecnológico de Monterrey, los patrocinadores, los editores, que también son muy importantes, y el Gobierno del Estado.
P. ¿No resienten la falta de dinero federal? ¿Cree que debe ser importante que el Gobierno financie este tipo de actividades culturales?
R. Creo que sí. Es una política de Estado el promover un sano ecosistema de promoción de la lectura y de la comercialización del libro. Debe de haber una política cultural a nivel federal que permee hacia los Estados, que apoye sobre todo a los editores independientes, a través de fondos directos o a través de coediciones; que apoye a los libreros, para que sobrevivan o para la instalación de nuevas librerías. El fomento a la lectura es básico para hacer de México un país de lectores. Hace años había un proyecto de apoyo a librerías que coordinaba la Dirección General de Publicaciones del entonces Conaculta, que apoyaba en logística, que era un gran apoyo a los Estados para hiciera su feria de libro. Sí debe de haber un apoyo. En nuestro caso no nos caería mal, pero hemos salido adelanta sin ninguna ayuda federal.
P. ¿Cómo ve la salud del libro en México?
R. Antes había una política muy equilibrada, que yo no veo ahora. Con la desaparición de la Dirección General de Publicaciones y el traslado de muchas de sus funciones al Fondo de Cultura Económica, me imagino que ha habido buenas iniciativas, pero creo que otras cosas se han abandonado. No sé qué ha pasado con el proyecto de bibliotecas de aulas y bibliotecas escolares, porque es básico para que los niños aprendan a leer que haya libros, que haya cada vez más libros en las escuelas, para que los tengan frente a sus ojos todos los días. Era también un respiro para los editores que vendían millones de libros bajo un esquema muy justo de producción. La Secretaría de Educación compraba los libros prácticamente al precio de producción y había utilidad para los editores. Ahora, que yo sepa, eso está totalmente parado.
P. ¿No se hace lo suficiente para fomentar la lectura en México?
R. Creo que no, por lo menos no lo escucho. El Fondo está haciendo un buen trabajo, mantiene librerías, las sigue abriendo, están haciendo ediciones de muy bajo costo, pero falta más, porque el Fondo es una institución dentro de esa maquinaria enorme que es el Gobierno federal. Falta una política muy articulada de apoyo al libro, hace falta una dirección general de libro a nivel federal que coordine todas las iniciativas de promoción, de formación de lectores, el impulso a la cadena productiva del libro. Siento una política muy desvinculada y cada quien trabajando por su lado.
P. Las estadísticas del Inegi muestran que tres de cada 10 personas no han leído un libro en un año, la lectura ha caído en picada: en 2016 casi el 82% de las personas mayores de 18 años leía de forma habitual, pero esa cifra ha caído al 68%. Es una caída brutal. ¿A qué cree que se deba?
R. Si no tenemos políticas muy agresivas de fomento al libro y la lectura, hay otros competidores que nos van ganando la carrera. Hay muchos sectores que estamos sufriendo los embates del consumo del tiempo de los jóvenes, con las distracciones del teléfono, de las redes sociales, de las plataformas, etcétera. Es muy raro, porque las ferias del libro las vemos muy vibrantes, a veces algunas están vendiendo más, es decir, que hay un público que está demandando, pero a lo mejor es que la población está creciendo muchísimo y, entonces, hay otra parte que no está consumiendo lectura.
P. ¿Influirá el hecho de que el libro es caro en México?
R. No sé si realmente es caro, porque si tú buscas libros, puedes encontrarlos desde 20 o 40 pesos (uno o dos dólares, aproximadamente). Efectivamente, hay libros de 300 o 400 pesos (15 o 20 dólares), pero habría que ver qué pasa, porque hay un gran porcentaje de la población que se gasta esa cantidad o más en algún otro tipo de cosas. Todo el mundo trae teléfonos carísimos y uno se pregunta qué está pasando. Creo que las editoriales públicas deben de tener un programa de fomento a la lectura y debe de haber una promoción de libros de bajo costo bien importante.
P. ¿Qué otras iniciativas públicas deben crearse para crear nuevos lectores?
R. Una política que vaya desde los más pequeños. Debemos tener una política de incentivo de la lectura en los profesores, porque si los profesores no leen, es muy difícil que transmitan a los niños el gusto por la lectura. Debemos tener una producción masiva de libros que vayan a las escuelas. Reforzar los programas de fomento a la lectura a través de círculos de lectura que funcionan muy bien, porque cuando la gente se engancha a un círculo de lectura puede ser el círculo de convivencia con gente que tiene intereses comunes. Se debe poner el libro de moda a través de campañas masivas de promoción, de que leer es cool. Son iniciativas que solo pueden venir del Gobierno a través de canales públicos, radiodifusores públicas.
P. Se ha descuidado el fomento a la lectura.
R. Yo creo que sí. O al menos yo no lo veo.
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