¿Hablo con el señor Masías?

[rau.minerva]

Tres de la tarde de cualquier día. De todos los días, más bien, de lunes a domingo, festivos incluidos. Salta la llamada de teléfono con un número desconocido, de los 221 que no están aún bloqueados. Sin exagerar. Decidí hace unos días que iba a cambiar de estrategia, después de meses cancelando en el iPhone cualquiera que no tenga grabado. Me he propuesto pasar a la acción. Al descolgar, tras ese par de segundos en silencio que ya anuncian que la llamada es comercial, después de un tono aparece una voz latina que me interpela: «¿Hablo con el señor Masías? Soy Rosalinda, de Vodafone. Tengo una oferta de ahorro para usted, para su línea telefónica». Debo conocerla de algo, porque creo que es la misma que me llamó hace unos días de Endesa, quizá la misma Rosalinda a la que bloqueé cuando intentó que me pasara a Jazztel. Rosalinda me lleva años persiguiendo, sabe de mis hábitos, que a esa hora justa tengo el plato de lentejas delante y sin escapatoria. Uno se plantea si Rosalinda forma parte de una Inteligencia Artificial tocapelotas que ha venido a arrebatarme mi ya escasa paciencia con una voz dulce tan colombiana a la que realmente pagaría ya por escuchar diciéndome: «Masías, es usted un hijueputa huevón, contrate la fibra y deje ya la gonorrea (palabra que se usa para decirle a alguien que actúa de manera desagradable), man». Rosalinda ha sido foco de mis iras y ahí estaba, intentándolo sin desfallecer, para que caiga en sus redes y le pague la plata que debe pensar que le debo, hasta que en mi nueva etapa zen decidí seguirle el juego. «Hombre Rosalinda, claro que sí, ¿cómo estás miarma? Me interesa mucho el pack de dos líneas móviles con 500 gigas cada una y un nuevo iPhone 16 para que sigas llamándome cada día a la hora de almorzar, o un domingo de siesta, o cuando está jugando el Betis. Pero mira, Rosalinda, yo te contrato a ti la fibra y tú te haces con una suscripción anual al ABC. ¿Te interesa, Rosalinda? Mira, tienes acceso a Palmera, Orgullo, Pasión, puedes leer esta columna de opinión que te dedico y la noticia de que el Gobierno ha implantado una Ley para acabar con las llamadas spam que te estás saltando, pinche pendeja. ¡Un año por dos euros al mes, Rosalinda! No me digas que no es buena la oferta».Hace días que dejó de llamarme. Ayer, de nuevo a las tres como es tradición apareció en la pantalla del móvil un número desconocido. Descolgué, nervioso. Con acento sevillano, al habla estaba Paco, de Asesoría Energética y placas solares: «¿Hablo con el señor Masías? Tengo una oferta para usted». Pese al seseo en mi apellido, con Paco ya no tuve piedad. Pasé primero de amenazarle con la lista Robinson al anunciarme la dirección de mi domicilio a requerirle su nombre y apellidos completo para presentar una denuncia por atentar contra mi intimidad y el derecho al descanso. Le solté aquello de «hijueputa, tú quieres mi plata y tendrás plomo» antes de que me colgara. Bloqueé su teléfono y aquí sigo, aún, esperando la llamada de Rosalinda. Mi amiga que ahora debe estar en Orange.

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