‘Golpe a Wall Street’: estupenda comedia sobre la revolución francesa de las finanzas

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27 Sep 2024
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Mientras los “criminales” de Wall Street jugaban a la lotería con las cartas marcadas y las reglas del juego trucadas por medio de sus operaciones en corto, un amplio grupo de pequeños inversores, a los que los milmillonarios de la Bolsa suelen llamar los del “dinero de tontos”, se unió a través de las redes sociales como una nueva revolución francesa de las finanzas. El hecho es real, de hace apenas tres años, estuvo comandado por “un friki de manual”, y ya es legendario en la historia de los mercados porque además se produjo en torno a las acciones de una empresa relativamente pequeña, y condenada al agujero de los nuevos tiempos, GameStop, una cadena de tiendas de videojuegos en la era de la piratería. ¿Qué hacer con semejante locura, con el casino de la parte más sucia del capitalismo contemporáneo? Craig Gillespie y sus guionistas lo han tenido claro con Golpe a Wall Street: una comedia.

Y eso que el asunto tiene poca gracia, sobre todo para el resto de los mortales, siempre a expensas de que los terroristas bursátiles y los desmanes bancarios que desembocan en quiebras acaben provocando despidos laborales y crisis económicas globales. Los legos en el asunto, como el que esto escribe, que no teman: la película no deja de ser una fábula de pobres contra ricos, de honrados contra corruptos, de los de abajo contra los de arriba, con la única diferencia de que es tan real como la vida misma, y en la que cada término, cada situación y cada consecuencia se termina entendiendo a través de diálogos afilados e irónicos, en los que las guionistas ni siquiera tienen la necesidad de ser redundantes o retóricas.

Al fin y al cabo, alrededor de este relato coral de pequeños inversores en Bolsa, analistas financieros, fondos de inversión y grandes popes de Wall Street siempre hay alguien que tampoco entiende del tema y necesita una clase práctica. Y ahí radica la dificultad, y también el mérito, de las guionistas Rebecca Angelo y Lauren Schuker, inspiradas por el libro La red antisocial: la verdadera historia del grupo de pequeños inversores, trolls y antisistema que puso de rodillas a Wall Street, de Ben Mezrich, no por casualidad, el autor de los ensayos que estaban en la base de La red social y 21 Blackjack, otras dos películas sobre la carrera del dinero: Multimillonarios por accidente, El nacimiento de Facebook, y Bringing Down the House: The Inside Story of Six MIT Students Who Took Vegas for Millions.

Que una historia tan especializada sea tan simpática, divertida y hasta emocionante es mérito de los diálogos de Angelo y Schuker, con la complicidad en la puesta en escena del australiano Gillespie, director de la excelente Yo, Tonya. El ritmo es desenfrenado, pero la película tampoco necesita los continuos efectos de montaje y sonido, y el brío a veces desbocado de las obras de Adam McKay, autor de La gran apuesta, El vicio del poder y No mires arriba, con las que Golpe a Wall Street encuentra diversas concomitancias: imágenes documentales de los telediarios y las tertulias de aquellos días, y comparecencias reales en el momento en que el Congreso de Estados Unidos empezó a investigar el asunto.

Estrenada en el festival de Toronto, la película de Gillespie acaba hablando de la gente, con personajes de carne y hueso, y preciosos, en una lucha desigual con un elemento dramático más: se produce en lo más crudo de la pandemia, con el dolor, la tensión, la soledad, la muerte y las vidas encajadas en Zoom y las redes sociales. Los que se atrevieron a poner unos cientos de dólares para bregar contra el poder, ganaron decenas de miles; los que se arriesgaron con decenas de miles, ganaron muchos millones. Y con su dinero de tontos paladearon, durante un tiempo o para el resto de sus vidas, el sabor de la derrota por estrangulamiento del villano sin escrúpulos y la victoria de los revolucionarios.

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