Hailey_Mayert
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Hace muchos años, cuando pasada la Transición la Democracia se había instalado, y vino una etapa deliciosamente aburrida, se extendió un cierto sentimiento de desilusión, como si la política se hubiera convertido en un tedioso partido amistoso, cuando aquí lo que nos va es la pasión de las finales de Copa. No duró mucho, porque enseguida, frente al problema más grave que ha tenido España –el terrorismo de ETA– tanto el PSOE como el PP iniciaron una vergonzosa etapa, en la que sobre determinados asesinatos parecía que los culpables no eran los ejecutores, que accionaban pistolas y bombas, sino las declaraciones de este político o las intenciones negociadoras de aquél otro. Aquella manipulación interesada, llegó a provocar que los familiares de las víctimas impidieran, en más de una ocasión, que los representantes de los partidos acudieran a las honras fúnebres.Me he acordado de aquél tiempo siniestro, al comprobar que los muertos vuelve a ser arma de combate, y que los más de dos centenares de cadáveres, son llevados a hombros por un partido y por otro, acusando al contrario de haber sido el autor de la matanza, cuando los indignados carroñeros ignoran que esa familia y aquella otra , que han perdido a su padre o a su hija, ni siquiera pueden dormir en su casa, y lo hacen en el piso de arriba, donde no llegó el agua ni el barro, sobre un colchón de playa, gracias a la caridad y generosidad de unos vecinos.Menos mal que, entre la manada de hienas, surgen seres que nos devuelven la dignidad humana, como esos concejales de Chiva (del PP, PSOE, Compromís y Activa Chiva) que se han unido para aliviar y ayudar a sus vecinos, sin pensar en quiénes les habían votado, como nos contaba, ayer, Chapu Apaolaza.Menos mal que hay ciudadanos de a pie que, en lugar de levantarse por la mañana, pensando que va a hacer por mí el mundo, dedican su esfuerzo y su tiempo a intentar paliar los efectos del desastre, desastre climatológico, político y burocrático. Y, menos mal que, más allá del cumplimiento de su deber, policías y bomberos, pasados su turno laboral, conmovidos por lo que han visto, se dedican a volver al tajo, y hacen horas extraordinarias que nadie les pagará.Los políticos también hacen horas extraordinarias. Llevan sobre sus hombros los cuerpos de los muertos, pero no les pesan nada, porque ni los conocen, ni saben quienes son, y los arrojan sobre el contrario político, con el objetivo de que, en el futuro, los cadáveres les proporcionen un puñado de votos.Es en las situaciones extraordinarias donde surge lo que somos, donde aparece lo que ocultamos, cuando la miseria y la grandeza que llevamos dentro surge incontenible, y podemos distinguir, con claridad, a los generosos de los carroñeros.
Luis del Val: Generosos y carroñeros
Es en las situaciones extraordinarias donde surge lo que somos, cuando la miseria y la grandeza que llevamos dentro surge incontenible
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