'Fricciones', de Pablo Martín Sánchez: el cuento es la prueba del algodón

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Lo que el soneto es desafío para todo poeta que se precie, ocurre con el cuento para un narrador. Ser original cuando se escribe cuentos es el más difícil todavía. Y más cuando ese narrador sale victorioso de su atrevimiento al darnos una joya como la titulada 'La historia de Agatha', una 'nouvelle' hecha a imitación de un relato de Melville , al que se refería en carta a Hawthorne. Pablo Martín Sánchez ha narrado una historia a la altura del modelo (no exagero) y por eso aseguro que estamos ante un escritor sobresaliente. Hay varias formas de ser buen cuentista, una de ellas es el juego , según nos advierte Sara Mesa en un breve Exordio. RELATOS 'Fricciones' Autor Pablo Martín Sánchez Editorial Acantilado Año 2024 Páginas 256 Precio 17,90 euros 4Porque el juego es lo más serio que existe y jugar (lo recuerda mejor tanto la acepción inglesa 'to play' como el 'jouer' francés) es interpretar, suplantar, representar . Pablo Martín sabe que un libro de cuentos permite al escritor ser muchos y ofrecer todos los rostros posibles de ese juego, menos el sentimental, que ha tenido el buen gusto de no ejecutar, sabedor de que quizá sea el más primario y facilón. El libro se estructura en orden creciente en dimensiones para las casi cincuenta historias que reúne , con el nombre de 'Fricciones' (cuya paronomasia advertirá ya del juego). Comienza con 'Microfricciones', siguen 'Pequeñas fricciones', 'Fricciones', 'Grandes fricciones' y 'Macroficciones'. Su forma de ejecutar los primeros cuentos en forma de microrrelatos es muy deudora del estilo de autores franceses de los que Pablo Martín es traductor, Queneau, Perec, y vanguardistas del Oulipo . Desarrolla en ellos una forma de inteligencia vinculada al trazado del salto de trapecio narrativo, ser capaz de arrancar dicha nueva al malabarismo, algunas veces formal, pero sobre todo temático.Desarrolla en los cuentos una forma de inteligencia vinculada al trazado del salto de trapecio narrativo Desarrolla en algunos cuentos los temas del doble y la paradoja. La medida del éxito que puede darse en tales ejecuciones es que el humor desarrolle formas de complicidad intertextual, es decir que Pablo Martín hace cómplice a su lector, al que exige inteligencia. Esa es otra prueba de madurez como autor, pues nada de esta colección brilla mejor que la ironía, que es el modo de humor mejor desarrollado por el conjunto. Aunque hay dos narraciones últimas como aquel homenaje al dueto Melville-Hawthorne al que me he referido y la anterior titulada 'La extraña y discreta muerte de H. Haylinch, natural de Ypres' que parece ejecutar el modelo francés de Maupassant, casi todas las historias son muy contemporáneas, y reproducen momentos urbanos de situaciones conocidas (ir al dentista) o preguntarse por oficios raros (como el arreglador de cadáveres que se llama 'Tanatopractor'), al que le manda el INEM. Cumple casi siempre el final sorpresivo, que te hace sonreír, pero alguna vez la reacción es directamente la risa. Como ocurre en el cuento titulado 'Por qué nunca he escrito un cuento erótico', en el que la carcajada proviene de las formas posibles entre dos cuerpos de texto informático en que se ofrece el encuentro de un adverbio y la coma, con el creciente uso de verbos de acción narrativa a cuál más realista para una situación imaginada estrambótica y a la vez precisa. Esa será la última cualidad de su estilo que podré señalar para invitarles a que lean este libro: se suceden todos los registros posibles de situaciones vitales, desde la más realista y cutre hasta la más ambigua. Es el mismo escritor quien los crea, y pareciera que son muchos, según los rostros que adopta este juego de inteligente complicidad.

 

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