ggutkowski
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En octubre de 1958, tras su estancia en Suecia como delegado cultural de la Universidad de Upsala, Michel Foucault se traslada a Polonia para dirigir el Centro de Cultura Francesa en la Universidad de Varsovia; sin embargo, a mediados de 1959 es obligado a salir del país. Hasta ahora solo se conjeturaba que el asunto estaba relacionado con el espionaje oficial y un joven llamado Jurek. Con estos indicios, el filósofo y escritor Remigiusz Ryziński comienza una indagación realmente detectivesca. Ni en el Instituto de la Memoria Nacional, ni en la Universidad de Varsovia ni en el Centro de Cultura Francesa existe el menor vestigio del paso del pensador francés. A través de algunos de los jóvenes que conocieron a Foucault, encuentra Ryziński el hilo para ir recogiendo datos, reconstruyendo su estancia, identificando a sus amigos y al supuesto espía que le tendió la trampa por la cual fue invitado a abandonar inmediatamente el país.
Al paso de sus investigaciones y entrevistas vamos descubriendo cuál era en Polonia el clima político y de seguimiento a los homosexuales, por medio de confidentes infiltrados, muchas veces heterosexuales con afán de prosperar en el régimen. Expedientes con nombres, costumbres, lugares, relaciones, detalles íntimos. Las detenciones y torturas forzaban a que unos denunciaran a otros, completando un registro en el que abundaban intelectuales y artistas. Si bien la homosexualidad no estaba prohibida (solo el pago por ella y la prostitución), el Gobierno juzgaba necesario tener un seguimiento controlado de dichas prácticas consideradas enfermizas. Un elemento para resaltar en el libro es que los testimonios de los entrevistados no solo dan cuenta de la dura situación vivida, sino también de las fiestas, de los amores, de la nostalgia de la juventud, y realizan una contrastada valoración de la homosexualidad en aquel tiempo y en la Polonia de hoy.
Muy lejos de la actual eclosión queer e incluso del surgimiento internacional del movimiento gay, la homosexualidad entonces debía vivirse de manera clandestina, en alguna medida tolerada pero sujeta a vigilancia, y ello era más riguroso, si cabe, en un régimen comunista como el polaco. Para Ryziński esa percepción cotidiana de la exclusión debió influir en la redacción de su Historia de la locura en la época clásica, texto que concluyó durante su estancia en Varsovia. Ciertamente, los pares exclusión/normalización, encierro/control constituyen un eje en la obra de Michel Foucault, y aunque no dedica ninguno de sus libros de forma específica a la homosexualidad, es fácil entrever al homosexual a través de las mismas técnicas disciplinarias aplicadas al loco, al criminal, a los “hombres infames”, a los “anormales”… Hacia finales de los cincuenta no había desarrollado su tesis, expuesta en La voluntad de saber, de que el homosexual es una creación del discurso médico-psiquiátrico del siglo XIX a partir de lo que con anterioridad se consideraba un libertino o un delincuente. Foucault siempre rechazó una supuesta bisexualidad natural, pero también la homosexualidad como una verdad a descubrir en el interior de los individuos; él defendió la monosexualidad, y dentro de ella la exploración, a veces extrema, de una ética/estética de la amistad entre hombres, como puede rastrearse en los dos últimos tomos de su Historia de la sexualidad y más explícitamente en una serie de tardías entrevistas.
En cualquier caso, tal y como le comenta Daniel Defert, pareja de Foucault, a Ryziński, los recuerdos del filósofo de esa época no eran oscuros, sino luminosos. Y, a su vez, los que trabaron contacto con él tienen en mente a un hombre generoso, alegre y amigable.
Un curioso libro, en fin, más para conocer el mundo gay en la Varsovia de los años cincuenta del pasado siglo que para obtener certezas contundentes del paso de Michel Foucault por él.
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Al paso de sus investigaciones y entrevistas vamos descubriendo cuál era en Polonia el clima político y de seguimiento a los homosexuales, por medio de confidentes infiltrados, muchas veces heterosexuales con afán de prosperar en el régimen. Expedientes con nombres, costumbres, lugares, relaciones, detalles íntimos. Las detenciones y torturas forzaban a que unos denunciaran a otros, completando un registro en el que abundaban intelectuales y artistas. Si bien la homosexualidad no estaba prohibida (solo el pago por ella y la prostitución), el Gobierno juzgaba necesario tener un seguimiento controlado de dichas prácticas consideradas enfermizas. Un elemento para resaltar en el libro es que los testimonios de los entrevistados no solo dan cuenta de la dura situación vivida, sino también de las fiestas, de los amores, de la nostalgia de la juventud, y realizan una contrastada valoración de la homosexualidad en aquel tiempo y en la Polonia de hoy.
Muy lejos de la actual eclosión queer e incluso del surgimiento internacional del movimiento gay, la homosexualidad entonces debía vivirse de manera clandestina, en alguna medida tolerada pero sujeta a vigilancia, y ello era más riguroso, si cabe, en un régimen comunista como el polaco. Para Ryziński esa percepción cotidiana de la exclusión debió influir en la redacción de su Historia de la locura en la época clásica, texto que concluyó durante su estancia en Varsovia. Ciertamente, los pares exclusión/normalización, encierro/control constituyen un eje en la obra de Michel Foucault, y aunque no dedica ninguno de sus libros de forma específica a la homosexualidad, es fácil entrever al homosexual a través de las mismas técnicas disciplinarias aplicadas al loco, al criminal, a los “hombres infames”, a los “anormales”… Hacia finales de los cincuenta no había desarrollado su tesis, expuesta en La voluntad de saber, de que el homosexual es una creación del discurso médico-psiquiátrico del siglo XIX a partir de lo que con anterioridad se consideraba un libertino o un delincuente. Foucault siempre rechazó una supuesta bisexualidad natural, pero también la homosexualidad como una verdad a descubrir en el interior de los individuos; él defendió la monosexualidad, y dentro de ella la exploración, a veces extrema, de una ética/estética de la amistad entre hombres, como puede rastrearse en los dos últimos tomos de su Historia de la sexualidad y más explícitamente en una serie de tardías entrevistas.
La pareja de Foucault, Daniel Defert, y los que trabaron contacto con él recuerdan a un hombre generoso, alegre y amigable
En cualquier caso, tal y como le comenta Daniel Defert, pareja de Foucault, a Ryziński, los recuerdos del filósofo de esa época no eran oscuros, sino luminosos. Y, a su vez, los que trabaron contacto con él tienen en mente a un hombre generoso, alegre y amigable.
Un curioso libro, en fin, más para conocer el mundo gay en la Varsovia de los años cincuenta del pasado siglo que para obtener certezas contundentes del paso de Michel Foucault por él.
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‘Foucault en Varsovia’, de Remigiusz Ryziński, amor y sexo en la Polonia gay que vivió el filósofo
El autor recrea con entrevistas la estancia del pensador francés en Polonia e identifica al supuesto espía que en 1959 le tendió la trampa por la que tuvo que abandonar el país
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