Felipe VI y la dignidad del cargo

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En plena Transición se cumplieron tres años del atentado de Carrero. Fue un mes después de que las Cortes de Franco se hicieran el harakiri para dar paso a unas elecciones libres. Aquel día, 20 de diciembre del 76, el presidente de las Cortes de la reforma política acudió a un funeral en memoria del presidente asesinado. La derecha más intransigente estaba enardecida y la turba estalló contra él entre paraguazos: «Perjuro», «masón», «traidor», «al paredón». Torcuato Fernández-Miranda aguantó como pudo y mientras protegía a su esposa y sin bajar la mirada le dijo a su jefe de gabinete: «Tranquilo, Juan (Sierra), ante todo la dignidad del cargo». El estallido de Paiporta es un antes y un después y no debemos minimizarlo: ha sido un desastre organizativo. Mucho se ha escrito sobre si los Reyes debían o no estar allí el domingo por la mañana. ¿Qué diría ese mismo populismo que los critica si Don Felipe y Doña Letizia se hubiesen quedado en Zarzuela viendo la desgracia por televisión? También los criticaría para sembrar más caos. Poco habrían tardado en circular 'memes' en redes sociales reprochando su falta de empatía, su vida palaciega, su distancia con los problemas reales de la gente. Por eso fue tan importante su presencia allí, en el barro, aguantando, escuchando, acompañando. Ante todo, la dignidad del cargo. En el siglo XXI las cosas son más complejas que en 1976, pero no son tan distintas. El populismo se crece en la desgracia, como un parásito destructivo. Sabe chupar la sangre al sistema cuando este falla, por acción o por omisión. Populismo es prometer soluciones fáciles en un mundo complejo, y por eso se mueve tan bien en el lodazal de desinformación y bulos. Pero no, la solución no reside ahí, más bien todo lo contrario. Los ciudadanos debemos ser críticos porque a veces ese es nuestro único patrimonio, y exigir eficiencia a los gobernantes, demasiadas veces distraídos en tácticas partidistas. Lo dijo el Rey tras la lluvia de barro y quejas que supo soportar en Paiporta: «No hagáis caso a lo que se publica porque hay mucha intoxicación informativa y hay muchas personas interesadas en esto. ¿Para qué? Para que haya caos». Aún es pronto para ponderar cómo saldrá Mazón de esta crisis, probablemente señalado como un gobernante superado. Sin embargo, sí sé que al Gobierno, y muy en particular a su presidente, se le ha visto el plumero. Ya estaban señalando a Mazón cuando lo peor de la DANA aún no había pasado. En situaciones de crisis, los ciudadanos no queremos protocolos, queremos liderazgos fuertes y soluciones rápidas. Y en estos días yo solo he encontrado uno en la figura del Rey. Allí no estaba Felipe de Borbón y Grecia, allí estaba el Rey, aguantando el chaparrón con entereza y valentía . Es la dignidad del cargo, y es el mejor antídoto contra los populismos. Decir que «sólo el pueblo salva al pueblo», como se ha escuchado estos días en Valencia, es tan efectista como peligroso. Contra los fallos del sistema, más y mejor sistema. Es la democracia liberal lo que está en juego. Que el dolor no turbe nuestra serenidad.

 

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