aletha.wolf
New member
- Registrado
- 27 Sep 2024
- Mensajes
- 58
Este año, Nicolás Maduro decidió adelantar la Navidad . Desde el primero de octubre, pues, Venezuela anda engalanada de árboles con luces y adornos navideños, y por todas partes se oyen villancicos. El que no cumpla con la medida, que se expidió a través de un decreto, se arriesga a multas. Todo esto en medio de apagones eléctricos que duran horas, y de un empobrecimiento general lamentable. Ya había creado antes «el ministerio de la Felicidad Suprema». Entra Maduro así a la amplísima galería de dictadores folclóricos que han engrosado ese subgénero que es la novela de dictador. La verdad es que hace ya mucho que merece estar allí, pues en él se conjugan lo irrisorio y lo siniestro de muchos otros tiranos. Son famosas sus torpezas lingüísticas, una de las cuales lo llevó a hablar de «millones y millonas». Y también la ignorancia de algunas de sus afirmaciones, que no solo nos asombran, sino que nos hacen desternillar de risa, como cuando dijo que Jesucristo fue el primer antiimperialista de la historia moderna, «condenado injustamente por el imperio español». O que los enemigos de Chávez le habían «inoculado el cáncer». Que los tiranos en todas partes del mundo tienden a la caricatura es una cosa sabida. Pero por alguna razón que compete estudiar a los sociólogos, América Latina ha sido el paraíso de los dictadores esperpénticos. Venezuela es un ejemplo. Sabemos que Chávez presentó una nueva imagen de Bolívar que acentúa sus rasgos mestizos con el fin de lograr con él un cierto parecido. Pues bien, uno de sus antecesores, el dictador, Juan Vicente Gómez, cuando llegó al poder falsificó la fecha de su nacimiento para que coincidiera con la de Bolívar, de modo que en las conmemoraciones las dos imágenes aparecieran juntas. De él se decía que leía el pensamiento con sólo mirar a su interlocutor, por lo cual tenía fama de brujo. Porque el esoterismo y el pensamiento mágico también han abundado entre esos personajes. En Maduro, cuando sostuvo —como mero recurso populista— que Chávez se le apareció en forma de pajarito. «Lo sentí dándonos una bendición, diciéndonos: vayan a la victoria». «Se paró en una viga de madera y empezó a silbar, un silbido bonito». De Duvalier, «presidente vitalicio» de Haití, se cuenta que mandó matar a todos los perros negros del país porque sus hombres de confianza le contaron que uno de sus enemigos, su sucesor temporal, se había convertido en un perro negro. También el pensamiento mágico ronda al gobierno de Ortega en Nicaragua: su mujer ha llenado Managua de «árboles talismán», esperpentos de metal enormes y coloridos con los que espera conjurar los males contra el poder. De caprichos, ni hablar. Trujillo nombró coronel a su hijo de tres años y coronó como reina a su hijita en un jolgorio que duró un año con el dinero del Estado. Ubico, en su casa de Guatemala, tenía siete estatuas de Napoleón. Y podríamos seguir ejemplificando. Por desgracia, «los únicos monstruos mitológicos que ha producido América Latina», como dijo García Márquez, no son sólo curiosidades, sino, como Maduro, gobernantes muy dañinos.
Cargando…
www.abc.es