Anahi_Hagenes
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Eva Comas Arnal es periodista, escritora y, sobre todo, rodorediana. Es la impulsora del podcast La Maraldina, dedicado al universo de la autora más conocida de la literatura catalana, y en 2022 publicó el ensayo Afinar l’estil, una investigación sobre la novela La mort i la primavera centrada en la reescritura de los primeros capítulos a partir de los comentarios de Armand Obiols. Ahora da una nueva forma a la documentación que ha reunido durante años: en Mercè i Joan, VI Premio Proa de Novela, ficciona algunos años de la relación entre Mercè Rodoreda i Joan Prat (el nombre real de Obiols). Ganadora de 40.000 euros, Comas ha querido remarcar que, por encima de todo, se trata de “una historia de amor”. Antes de agradecer el premio, ha dedicado unas palabras a las víctimas de la catástrofe en Valencia y a amigos escritores valencianos.
Xavier Pla, jurado del premio junto a Mar Bosch, Anna Sáez, Vicenç Villatoro y Josep Lluch, ha descrito la novela como “bioficción”: “¿Cuántos grandes personajes de la historia reciente no han hecho el salto a la ficción cinematográfica y han protagonizado todo tipo de biopics más o menos celebrados?”. Pla insistía en la exhaustividad del proceso de composición: “Se ha documentado como una historiadora y estudiado como una filóloga, pero es importante insistir en que el resultado es una novela noble y audaz”.
Mercè i Joan empieza en el año 1948, cuando los dos escritores, exiliados en París, creen que no queda demasiado para el final del régimen franquista y podrán volver. A partir de aquí, la historia retrocede a 1939 y relata esos nueve años previos. El punto de partida es el encuentro entre los dos escritores en Rossy-en-Brie: “Estaven penetrant en un mite. I quin mite! No ho sabien encara; en serien conscients al cap de poc: allà dins, el temps hi feia trampa. Tot el que hi passava començava per fer un niu a la memòria, a poc a poc anava creixent com un d’aquells records que es tornen un punt de referència i, finalment, es quedava gravat de per vida al cervell”.
A lo largo de esos años, la historia de los dos avanza en relación a la Segunda Guerra Mundial, la huida a Limoges y Burdeos por la ocupación nazi. También temas que han sido ya polémicos, como la separación de Rodoreda y su hijo, que se queda en Cataluña, o el trabajo de Obiols en la administración del campo de concentración nazi Saint-Médard. Comas se muestra dispuesta a acercarse a estos hechos con toda su complejidad: “Sabemos que Prat tuvo relación con colaboracionistas, pero también con la resistencia y el Partido Socialista; y también que fue él quien introdujo un enlace comunista en el interior del bureau del comandante del campo. Todo eso queda explicado en la novela”. Por su carácter ficcional, Comas apunta que la novela no aporta datos nuevos pero sí da pistas que podrían dar pie a futuros ensayos.
Comas ha estudiado las cartas, diarios, borradores y novelas de Rodoreda y Obiols, así como textos posteriores como el ensayo Armand Obiols, d’una fredor que crema (Empúries), de Quim Torra, o Ells no saben res (Club Editor). A partir de esa información, da cuerpo y voz a muchos personajes de la intelectualidad catalana en el exilio, como Sebastià Gasch, Eugeni Xammar o Montserrat Trabal, mujer de Obiols. También imagina personajes desdibujados en las cartas de Rodoreda, como las dos mujeres judías que Rodoreda conoce en Limoges. En este ejercicio de imaginar la voz de cada personaje, la autora destaca la influencia de Ignasi Potrony, maestro de narradores orales. “Mediante el estilo, he buscado distanciarme de los personajes para verlos de forma distinta”, afirma Comas.
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Xavier Pla, jurado del premio junto a Mar Bosch, Anna Sáez, Vicenç Villatoro y Josep Lluch, ha descrito la novela como “bioficción”: “¿Cuántos grandes personajes de la historia reciente no han hecho el salto a la ficción cinematográfica y han protagonizado todo tipo de biopics más o menos celebrados?”. Pla insistía en la exhaustividad del proceso de composición: “Se ha documentado como una historiadora y estudiado como una filóloga, pero es importante insistir en que el resultado es una novela noble y audaz”.
Mercè i Joan empieza en el año 1948, cuando los dos escritores, exiliados en París, creen que no queda demasiado para el final del régimen franquista y podrán volver. A partir de aquí, la historia retrocede a 1939 y relata esos nueve años previos. El punto de partida es el encuentro entre los dos escritores en Rossy-en-Brie: “Estaven penetrant en un mite. I quin mite! No ho sabien encara; en serien conscients al cap de poc: allà dins, el temps hi feia trampa. Tot el que hi passava començava per fer un niu a la memòria, a poc a poc anava creixent com un d’aquells records que es tornen un punt de referència i, finalment, es quedava gravat de per vida al cervell”.
A lo largo de esos años, la historia de los dos avanza en relación a la Segunda Guerra Mundial, la huida a Limoges y Burdeos por la ocupación nazi. También temas que han sido ya polémicos, como la separación de Rodoreda y su hijo, que se queda en Cataluña, o el trabajo de Obiols en la administración del campo de concentración nazi Saint-Médard. Comas se muestra dispuesta a acercarse a estos hechos con toda su complejidad: “Sabemos que Prat tuvo relación con colaboracionistas, pero también con la resistencia y el Partido Socialista; y también que fue él quien introdujo un enlace comunista en el interior del bureau del comandante del campo. Todo eso queda explicado en la novela”. Por su carácter ficcional, Comas apunta que la novela no aporta datos nuevos pero sí da pistas que podrían dar pie a futuros ensayos.
Comas ha estudiado las cartas, diarios, borradores y novelas de Rodoreda y Obiols, así como textos posteriores como el ensayo Armand Obiols, d’una fredor que crema (Empúries), de Quim Torra, o Ells no saben res (Club Editor). A partir de esa información, da cuerpo y voz a muchos personajes de la intelectualidad catalana en el exilio, como Sebastià Gasch, Eugeni Xammar o Montserrat Trabal, mujer de Obiols. También imagina personajes desdibujados en las cartas de Rodoreda, como las dos mujeres judías que Rodoreda conoce en Limoges. En este ejercicio de imaginar la voz de cada personaje, la autora destaca la influencia de Ignasi Potrony, maestro de narradores orales. “Mediante el estilo, he buscado distanciarme de los personajes para verlos de forma distinta”, afirma Comas.
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