España, sin Gobierno

bmurazik

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Paiporta quedará registrado como el nombre del escenario en el que quedó retratado el Estado español ante la tragedia de la DANA que asoló Valencia. A la visita de los Reyes Felipe y Letizia, que iban a ser acompañados por el presidente valenciano, Carlos Mazón, se sumó el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Y los vecinos dieron rienda suelta a su ira , entre toneladas de barro, escombros y muertos por decenas. En cuanto arreciaron las bolas de barro y los insultos, la escolta de Sánchez se lo llevó de Paiporta, mientras volaba un palo que impactó en el servicio de seguridad del presidente del Gobierno. Sánchez se fue, los Reyes se quedaron y Mazón aguantó. La ejemplaridad de Felipe VI y la Reina Letizia no necesita ser glosada, porque fue retransmitida en directo. Se mantuvieron firmes en el propósito que los había llevado a Paiporta. La Corona, en su función constitucional de representar al Estado, asumió la extrema gravedad del momento y convivió con la desesperación de unos ciudadanos que sabían discriminar perfectamente quiénes eran responsables, y quiénes no, de la exasperante lentitud de la respuesta pública a la tragedia. Aguantaron barro, gritos, tensión y violencia verbal, manifestaciones inéditas en la visita de unos Reyes al lugar de una tragedia. Pero quien meta a la Corona y a los responsables políticos en el mismo saco de las acusaciones populares se equivoca o manipula: los Reyes siguieron su marcha, hablaron con los vecinos, escucharon quejas y abrazaron a personas hartas y humilladas. El presidente Mazón fue destinatario directo de las imprecaciones de los cientos de ciudadanos que rodeaban la comitiva real, pero no se fue: se quedó junto al Rey y, con una dignidad que nadie le puede negar, redimió en parte su torpe papel político en los primeros momentos de la DANA.La retirada de Pedro Sánchez se explicó por motivos de seguridad. Sin duda fue así. Pero la imagen y la realidad se imponen a las versiones oficiales, y en la retina del pueblo quedará un presidente del Gobierno que se fue del lugar al que había acudido, quizá con la confianza de guarecerse tras los Reyes, quizá con la ilusión de ser recibido como un 'deus ex machina', quizá con la idea de confrontar públicamente con un desacreditado Carlos Mazón. Sin embargo, Sánchez resumió con su retirada o su fuga, como quiera llamarse, la actitud de su Gobierno ante la tragedia de la DANA. Algún estratega de La Moncloa pudo pensar que los ciudadanos no iban a caer en la cuenta de que, de los tres visitantes, sólo uno, Pedro Sánchez, tenía en su mano promover un estado de alarma, desplegar al Ejército, la Guardia Civil y la Policía Nacional y activar los recursos estatales para responder a una crisis nacional. En política, quien más puede más debe. Los reproches a Mazón tienen un recorrido corto frente a las dimensiones masivas de las facultades del Gobierno central. Y esta impostura de Sánchez, esta táctica tramposa de endosar a Mazón responsabilidades que no eran suyas, es lo que ayer estalló ante el presidente del Gobierno por las calles de Paiporta.La imagen de Sánchez protegido por su seguridad personal es la descripción gráfica perfecta de su Gobierno en estos últimos días: dando la espalda a los ciudadanos. Sólo cuando creyó que la crisis política de Mazón era irreversible, Sánchez se inventó una comparecencia seudosolemne y una retahíla de anuncios tardíos que debió haber hecho el mismo martes por la noche o el miércoles por la mañana. El Sánchez arrogante del 23-J –«hemos ganado»– se topó en la localidad valenciana de Paiporta con la peor versión –violenta e iracunda, inaceptable y condenable sin paliativos– de lo que muchos ciudadanos piensan de su gestión. El resumen es sencillo y dramático: no hay Gobierno en España, entendido como el responsable de la dirección política del país. No hay presidente del Gobierno, sino un cargo nodriza de beneficios para minorías que, a cambio, lo sostienen en el poder, haciéndose cooperadores necesarios de una gestión que desatiende el bien común y las necesidades reales de la sociedad, ahora expuestas en carne viva en la provincia de Valencia. Hay, eso sí, Estado, y bien definido en las Fuerzas Armadas, las Fuerzas de Seguridad, los técnicos y funcionarios, destinados todos ellos a recuperar, con las limitaciones que les impone el tacticismo político de La Moncloa, la normalidad en Valencia. Hay Estado porque el Rey no se fue este domingo de Paiporta.

 

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