España no pide perdón, pero da las gracias a México en la FIL de Guadalajara

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Podría escribir la crónica más larga del mundo esta noche. Escribir, por ejemplo, la FIL es una «pirámide construida con los poemas más bellos», una «catedral del pensamiento» , un «acto de amor», un «mar de sueños compartidos», una «fiesta de palabras», un «acto de amor». O enumerar los aplausos largos como ceremonias que rellenaban las pausas de la inauguración de la gran feria del libro en español, un acto entre lo institucional y lo ritual en el que el público (mucho, muchísimo: cientos y cientos de invitados en un salón como de cumbre económica, pero con el nombre de Juan Rulfo) jaleaba a cada uno de los dieciséis ponentes encargados de decir: hoy empieza todo, aquí, en Guadalajara. «Durante nueve días nos dedicaremos a la contemplación de la belleza de las palabras», prometió Ricardo Villanueva Lomelí, rector de la Universidad de Guadalajara (UdeG), organizadora del sarao. Le acompañaban en el escenario Marisol Schulz , directora de la feria; Ernest Urtasun , ministro de Cultura de España, invitada de honor de esta trigésimo octava edición; Mia Couto , escritor mozambiqueño y premio FIL 2024 y un largo etcétera de cargos políticos y judiciales y universitarios y editoriales. Noticia Relacionada estandar No Capital de la edición en español Cervantes no se equivocaba al llevar al Quijote a Barcelona. Cinco siglos después, las imprentas barcelonesas siguen imparablesUrtasun dedicó su discurso a ensalzar la rebeldía de la lectura, cumpliendo con esa tradición añeja del poder de absorber su contrario. «La lectura es un hábito rebelde, irreductible, porque tiene que ver con la humanidad y con el poder del pensamiento, con la memoria y con el futuro. Tiene que ver con lo que no puede ser callado», dijo. Citó a José Emilio Pacheco, a Rosa Chacel y a la industria, porque una feria del libro es literatura pero también negocio. Y eso se resume con datos: aquí se reúnen más de dos mil editoriales, dieciocho mil profesionales de la industria editorial, ciento veinte agentes literarios, ochocientos cincuenta autores y se espera a casi un millón de visitantes. Además, se celebrarán más de seiscientas cincuenta presentaciones de libros, decenas de charlas entre autores, y otras tantas ponencias y disquisiciones varias, además de conciertos y jaleos infantiles (hay un pabellón entero para los más pequeños, donde lo mismo te encuentras un Quijote que un hada. A los niños que se crían con estas visitas los llaman niños FIL. Y algunos, como Antonio Ortuño , acaban siendo escritores).No hubo hueco para la polémica en la inauguración. Se habló de Trump , de las guerras y hasta de la DANA («estamos con vosotros», dijo Schulz), pero ni se mencionó el lío diplomático a cuenta de la investidura de la presidenta Claudia Sheinbaum , en octubre, a la que no estuvo invitado el Rey de España. El jaleo, metafísico, venía de lejos, cuando en 2019 el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador escribió una carta a Felipe VI exigiendo un perdón por los agravios de la Historia , es decir, de la conquista. En lugar de eso se subrayó la fraternidad entre los dos países, concretada en los veinticinco mil exiliados del franquismo que se refugiaron en México, una memoria que se recordará a través de paneles y gestos. Así que en lugar de perdón lo que hubo fue un gracias por tanto, un giro dialéctico y tal vez político. El lema de España para esta edición es 'Camino de ida y vuelta', que retoma aquel 'Camino de la cultura' que propuso en el año 2000, la última vez que ejerció como Invitado de Honor en la FIL. Para la próxima, claro, no quedará otra que coger el «caminante, no hay camino», y tal vez traer a Serrat… En fin, la apuesta de 2024 es grande: nunca una delegación había mandado a más de doscientos creadores a Guadalajara. «Pase lo que pase, la feria va a ser un éxito», auguraba un editor optimista. Y luego: «Esta es la mejor feria del mundo, en general. La de Frankfurt es solo para firmar contratos». Urtasun explicó que el mantra de la programación era la diversidad: «Diversidad de género, de idiomas, de culturas, de generaciones y edades, de orígenes, de miradas, de sensibilidades; hay voces independientes y alternativas y otras consagradas… Esta diversidad es un valiosísimo patrimonio». Por la tarde, Mario Obrero leyó en todas las lenguas del Estado.Mia Couto recibió su premio FIL y aprovechó la situación geográfica para recitar versos de Octavio Paz y agradecer el paso por este mundo de Juan Rulfo , al que quieren hasta los taxistas («me cambió la vida»). «Vengo de un país –esto lo dijo Couto ya– donde los ríos y las piedras charlan con las personas, los animales y los árboles comparten silencios con los dioses. No estoy folklorizando lo que es, sobre todo, una sabiduría ancestral. En esas cosmogonías no existen las fronteras entre lo vivo y lo no vivo, no existen las fronteras entre los sueños y los dioses que viven dentro y fuera de nuestro cuerpo. Somos humanos porque somos todos los otros ». Los versos de Paz eran estos: «Soy hombre: duro poco / y es enorme la noche. / Pero miro hacia arriba: / las estrellas escriben». ¿Y no dan ganas de dormirse pensando en que quizás las estrellas escriban mejor que la inteligencia artificial?Pero el día lo cerró Abdulrazak Gurnah , en un acto que abarrotó, otra vez, el salón Juan Rulfo. El Nobel de Literatura 2021 revisitó su vida y su obra, y regaló al público uno de esos hallazgos a los que solo se llega cuando ya estás de vuelta de muchas cosas: «La memoria nos acompaña toda la vida al margen de nuestra voluntad. No elegimos lo que recordamos».

 

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