Favian_Hilpert
New member
- Registrado
- 27 Sep 2024
- Mensajes
- 53
No te equivoques, Pedro. Esos que te aplauden en Sevilla y que gritan tu nombre como en una cabalgata terminarán por apuñalarte. Te digo Pedro a secas, presidente, porque así te llaman ellos, tus discípulos, tus Judas de pasado mañana. Cuentan las crónicas que te tienen fe ciega porque no hay otra manera de tenerte fe, si te digo la verdad. En tu evangelio no hay ideas, ni posiciones, pues ya las traicionaste todas -el independentismo, Bildu, la amnistía, ¿cuántas más?-, y ahora solo pueden mantenerse fieles a tu capricho y a la manera caudilla con la que les ordenas.En Sevilla los 'agradaores' te tocan las palmas por sancherías y sonríen tensos y artificiales, desdentados y poseídos por la necesidad y el miedo. Fíjate Pedro: están aterrados, vacíos . Les arrancaste el corazón y las convicciones, y todo los sustituiste por el miedo a tu arbitrio. Mira sus manos aplaudir cada vez más fuerte, cada vez más decididas, cada vez más cuando toca para que se oiga, para que se vea, para que se escuche lo mucho que están a tu lado y lo que te celebran. Mira cómo María Jesús Montero junta las manos, tensa las palmas y dispara el meñique a un cielo en el que solo tú reinas, y se ríe, y celebra a su amo en una mueca fantasmagórica. Quizás sea ella la primera que te dé la cuchillada. Te sorprenderás, o tal vez lo estés esperando, cuando trastabilles en tu camino y todos tus fieles te rodeen en un arrebol de togas y de cuchillos. Te hagan pagar todas las veces que los humillaste , las veces en que los convertiste en vasallos a tu servicio , que les hiciste defenderte y defender lo contrario de lo que pensaban -de lo que pensabais- de lo que sentían, de lo que habían jurado. Les hiciste bailar mientras disparabas a sus pies de bufón, les vestiste con el traje de arlequín, les obligaste a que menearan el sombrero de campanillas de tu demencial discurso. Con la piel de su dignidad te mandaste hacer bolsos, cinturones y zapatos. Los destruiste por el simple placer de destruirlos.Esos, tus esclavos que hoy te abanican con plumas de ñandú, los que convertiste en la sombra de tu sombra, en la sombra de tu perro, que cantó Jacques Brel, te cambiarán por otro y entonces no habrá nada a lo que puedas acogerte. Porque les convenciste de que el honor era una filfa y la verdad, una antigualla. La lealtad que te guardan hasta ese momento solo es la chatarra de todas las otras lealtades que les hiciste traicionar. Porque les enseñaste que había que sobrevivir, mantenerse y resistir, y que nada -ni la palabra, ni el honor, ni las ideas, ni mucho menos la patria-, valían la pena de la renuncia. Nadie te defenderá, nadie te acompañará , nadie se quedará a tu lado ni recibirá la cuchillada en tu lugar. Tomarán el puñal, pues tu sacrificio será para ellos -¿cómo lo llamaste?- otro cambio de posición. Tú les enseñaste a matar; prepárate a morir en sus manos.
Cargando…
www.abc.es