mwill
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Nacida en Bahía Blanca, Argentina, en 1985, Marie Gouric es licenciada en Enseñanza de las Artes Audiovisuales, integra en la actualidad el colectivo Serigrafías Queer y coordina talleres de escritura y docentes en escuelas públicas de Buenos Aires. De dónde viene la costumbre (2019) fue su primera incursión en la novela, pero su trayectoria está jalonada de libros de poesía, siendo el último publicado Este amor tan grande (2021), aunque para el abordaje de esta novela tenemos que referirnos a otro poemario, Método del mundo, ya que Ese tiempo que tuvimos por corazón responde a una transfiguración novelesca de parte de la historia, vivencias y palpitar que encerraba el mencionado libro de poemas que publicó la editorial Blatt&Ríos en el año 2016.
En esta novela, trenzada con un material que viene de lo vivo y que se resiste a no dejar de serlo, una maestra primeriza llega a dar clases a una escuela de un barrio popular. Una decena de chavales acuden a sus clases y la maestra, la narradora, nos enseña el álbum de fotos y lo que recuerda y está viviendo en el intento de que si “nombra todo lo posible” al escribir podrá entender. Entre esas cosas a entender está qué es lo que ella ha aprendido de esos chicos, de Dylan, el magnético coprotagonista de esta novela que casi se la roba y de cómo la vida los convierte en niños en el cuerpo de adultos.
Marie Gouric fue maestra en un barrio muy parecido al que narra, Villa Fiorito, y es ese bagaje de lo que representa una maestra en ese ambiente y con ese auditorio, el que ilumina el asombro del cuidado, la desobediencia, el amor y la protección que hay en esa aula y en los alrededores de la misma.
Algunos de los peligros que sortea esta novela son caer en la idealización o romantización de la pobreza, así como hacerlo o bien en el tremendismo o en la ñoñería. No lo hace gracias a una estructura narrativa más sólida de lo que puede aparentar y por la elección de los momentos a narrar, el tono y las maneras poéticas pero nunca en exceso alambicadas, a lo sumo versos estirados como alambres para la prosa. En este libro nadie dice estar luchando contra nada (la ciudad, la pobreza, el desamparo, la desigualdad…) pero el cuidado del rebaño, de la camada, del amor propio y una cierta rebeldía sin letras mayúsculas ni altavoces hablan por sí mismas.
Hay otro aspecto interesante en esta novela y es cómo la narradora, una maestra primeriza, va convirtiéndose sin quererlo en escritora, en su deseo de no perder piezas del rompecabezas no tanto de lo que pasó sino en qué pasó, y, aunque a ratos peque de ensimismamiento, la lectura de Marie Gouric te da siempre la sensación de cuerpo vivo, de algo importante, de botín robado a haberlo vivido y no entendido.
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En esta novela, trenzada con un material que viene de lo vivo y que se resiste a no dejar de serlo, una maestra primeriza llega a dar clases a una escuela de un barrio popular. Una decena de chavales acuden a sus clases y la maestra, la narradora, nos enseña el álbum de fotos y lo que recuerda y está viviendo en el intento de que si “nombra todo lo posible” al escribir podrá entender. Entre esas cosas a entender está qué es lo que ella ha aprendido de esos chicos, de Dylan, el magnético coprotagonista de esta novela que casi se la roba y de cómo la vida los convierte en niños en el cuerpo de adultos.
Gouric sortea peligros como caer en la idealización de la pobreza, así como incurrir en el tremendismo o la ñoñería
Marie Gouric fue maestra en un barrio muy parecido al que narra, Villa Fiorito, y es ese bagaje de lo que representa una maestra en ese ambiente y con ese auditorio, el que ilumina el asombro del cuidado, la desobediencia, el amor y la protección que hay en esa aula y en los alrededores de la misma.
Algunos de los peligros que sortea esta novela son caer en la idealización o romantización de la pobreza, así como hacerlo o bien en el tremendismo o en la ñoñería. No lo hace gracias a una estructura narrativa más sólida de lo que puede aparentar y por la elección de los momentos a narrar, el tono y las maneras poéticas pero nunca en exceso alambicadas, a lo sumo versos estirados como alambres para la prosa. En este libro nadie dice estar luchando contra nada (la ciudad, la pobreza, el desamparo, la desigualdad…) pero el cuidado del rebaño, de la camada, del amor propio y una cierta rebeldía sin letras mayúsculas ni altavoces hablan por sí mismas.
Hay otro aspecto interesante en esta novela y es cómo la narradora, una maestra primeriza, va convirtiéndose sin quererlo en escritora, en su deseo de no perder piezas del rompecabezas no tanto de lo que pasó sino en qué pasó, y, aunque a ratos peque de ensimismamiento, la lectura de Marie Gouric te da siempre la sensación de cuerpo vivo, de algo importante, de botín robado a haberlo vivido y no entendido.
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‘Ese tiempo que tuvimos por corazón’, de Marie Gouric: escribir para intentar entender
La novela de la poeta y narradora argentina sigue a una maestra primeriza que llega a dar clases a una escuela de un barrio popular de Buenos Aires
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