Somos de aprender a base de golpes. Nos cuesta hacer caso a los precursores y anticiparnos a los problemas. Somos de subirnos a la moto sin casco y apretar el acelerador, creyéndonos invencibles a la par que inmortales, como si esto de la vida y el planeta fuese infinito. “Haz lo que quieras, estás eximido de toda responsabilidad”, pensamos. Ojalá sepamos leer todo esto que ha pasado, aceptar de una vez que el negacionismo tiene un coste muy alto en forma de vidas, que los eventos catastróficos se han multiplicado por cinco en los últimos 50 años y que dentro de otros 50 se habrán multiplicado por 10 si seguimos así. Es nuestra responsabilidad mirar a nuestro alrededor y ser mínimamente conscientes y empáticos con todo y todos los que nos rodean. Hoy ha sido Valencia, La Palma o Florida, pero mañana puede ser tu vida, mi vida o la de cualquiera. Es momento de dejar de oír y de comenzar a escuchar, escuchar al planeta.
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