Érase una vez una mujer de la limpieza que aprendió de golpe la gramática española... literalmente

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Una mujer que trabaja como limpiadora en la Real Academia Española sufre un día, mientras desarrolla su labor, un accidente. «Inesperadamente -cuenta ella misma-, y sin causa aparente, una de las estanterías de la parte superior de la biblioteca venció, lo cual hizo que todos los libros que soportaba se precipitaran sobre mi cabeza. El impacto fue severo, de inmediato perdí el conocimiento, no sin antes reparar en los títulos de los volúmenes caídos: una completa colección de Gramáticas , desde la primera, la de Nebrija, hasta la más reciente edición de la RAE». Desde ese momento, la mujer se convierte en una erudita y una estricta guardiana de la corrección lingüística. «No sabía que me estaba pasando, era como si me hubiese poseído alguna perversa entidad morfosintáctica. Yo, una mujer prácticamente analfabeta, de pronto me veía arrastrada a expresarme de un modo tan alejado de mi naturaleza. Algo o alguien había suplantado mi auténtica personalidad para atormentarme con su maniática observancia de las reglas gramaticales...»Esta es la anécdota con la que arranca ' La gramática ', una comedia de Ernesto Caballero que, dirigida por el propio autor e interpretada por María Adánez y José Troncoso , se estrena mañana en la Nave 10 de Matadero Madrid, donde estará hasta el 22 de diciembre. «Es una comedia -desvela María Adánez-, pero de sonrisa, no de carcajada. Continuamente te está haciendo pensar. Al fin y al cabo es un homenaje a la lengua castellana y una crítica al detrimento que está sufriendo ahora por diversas razones, que se tocan también en el texto». José Troncoso completa la definición de la obra. «Si la tuviese que definir de alguna manera, sería como una 'comedia inteligente'. Y más que una comedia, incluso una fábula. Es una especie de ' Pigmalión ' al revés». Y es que la limpiadora accidentada «quiere volver a ser la que era, quiere ser normal y hablar mal», interviene María Adánez, «y por eso acude a un terapeuta neurocientífico muy exitoso» -papel que interpreta Troncoso-.Cuando la mujer adquiere el conocimiento que no tenía comienzan sus problemas. «Toda esa cultura y esa riqueza que ella adquiere -relata la actriz- no solo le provoca desasosiego, sino que además genera una especie de 'toc': no puede evitar corregir el habla ajena o los errores sintácticos o morfosintácticos de todo el mundo, incluida su familia, hasta el punto de que sus hijos le reprochan que se haya convertido en una 'policía del lenguaje' y no quieran saber nada de ella». Así que quiere revertir la situación «por amor; por miedo a aislarse y a quedarse sola; a que la rechace su familia y su entorno laboral».María Adánez y José Troncoso se han planteado durante el proceso de ensayos si ellos querrían emprender el camino de vuelta que pretende la limpiadora. Y la respuesta es no. «El placer que descubre con la lectura y con las letras, con el lenguaje, es enorme», dice Adánez, mientras Troncoso asiente y añade: «El terapeuta se ve en la tesitura de tener que involucionar a alguien , de desgraciar a alguien que ha conseguido adquirir unas capacidades extraordinarias; sería hacer peor a alguien. Hemos hablado mucho sobre esto, pero mucho, mucho, mucho».Una escena de 'La gramática' David de la MorenaLógicamente, titulándose el texto 'La gramática', tiene sus dificultades. «Es endemoniado ... Pero gozosamente», coinciden ambos. «Es casi como hablar en inglés; como prosa versificada -explica Troncoso-. No puedes cambiar nada porque sería salirse del compás. Tiene una musicalidad tremenda, un nervio, como decía María el otro día, tremendo. Y hay que subirse a ese carro, a ese calambre entre los dos y a ese virtuosismo con el lenguaje, a ese uso de la palabra que yo creo que desgraciadamente se ha perdido». «Y que cuando lo tienes es un placer», acota María Adánez. «Yo no he hecho verso, pero creo que debe ser lo más parecido a hacerlo». Su personaje, sigue la actriz, «está encorsetada por el lenguaje; cuando he metido alguna pequeña 'morcilla' lo he hecho mal... No puedo improvisar nada».La función, aseguran los dos intérpretes, es «muy cercana». «Lo hemos buscado así -explica Troncoso-; queremos que sea una obra para el público de ahora, que apele directamente al espectador, que se sienta aquí con nosotros, hoy, y que asiste a una degeneración lingüística globalizada. Parece que la incultura es un valor en alza , que lo divertido es no saber expresarse, que es lo vulgar. Yo, personalmente, echo de menos encender la televisión y encontrarme con los grandes oradores de antes, con los grandes magos de la palabra... Y como la palabra va unida a la conciencia, de alguna manera cuando los escuchabas tu nivel de conciencia también subía. A alguien le interesa que hablemos mal porque haciéndolo somos también menos pensadores, menos libres, menos inteligentes». «No hay más que ver los programas infantiles -sigue María Adánez-. Los mensajes que había en, por ejemplo, 'La bola de cristal'; cómo hablaban y cómo se expresaban. Hemos bajado mucho el nivel». Noticia Relacionada estandar Si Ortega, un pensador en la corte de Talía Julio Bravo La huella del «filosófo español por excelencia» sube a escena de la mano de Karina Garantivá y Ernesto Caballero y su proyecto Teatro UrgenteErnesto Caballero, asegura la actriz, «hace un llamamiento a través de esta comedia para advertir y denunciar lo que está pasando con el lenguaje y hacia dónde vamos. Se supone que este es un futuro distópico no muy lejano, pero en la obra se hace mucha crítica a la clase política; el lenguaje se ha convertido a menudo en una situación paralizante: 'miembro, miembra, miembre'... El lenguaje nos está bloqueando en lugar de darnos alas».La obra, aseguran, les está haciendo cuidar más el lenguaje en su vida cotidiana. «Ya tenemos como el resorte», admite María Adánez. «Es inevitable -añade José Troncoso-. Todas las funciones te enseñan algo -si estás abierto a recibirlo-. Y en este caso el amor por el lenguaje que Ernesto transmite en sus palabras se ha quedado impregnado en nosotros y ahora nos rechinan ciertas expresiones». «Yo ya no digo 'spoiler' -revela Adánez mientras Troncoso sonríe-; digo 'destripar', que es mucho más bonito».

 

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