Entre la ilusión y la resignación

Malika_Wisozk

New member
Registrado
27 Sep 2024
Mensajes
62
tercer-tiempo-alberto-RF7xkNQWTBqHV7exl5Z5QfK-758x531@diario_abc.jpg

El Betis se despidió en la última jornada del año con un partido de intensidad y buen juego, aun si se le escapó la victoria porque sigue errando demasiadas ocasiones claras. Los más de 53.000 espectadores vivieron el partido con emoción e ilusión, pero se marcharon con un sabor agridulce. Dado que los escolares están de vacaciones y el lunes no hay clase, los niños poblaron las gradas del estadio. La ya tradicional lluvia de peluches en el descanso aportó su toque solidario e infantil. Reinó un ambiente festivo, familiar, entrañable, acorde con el día. Muchas familias de béticos se pasearon horas antes del partido por el centro de Sevilla, disfrutando del alumbrado navideño. En las instalaciones del club, los empleados se deseaban felices fiestas y los jugadores se confabulaban para irse de vacaciones con la sensación del trabajo hecho.Héctor Bellerín, que vio el partido desde la grada, me dijo hace poco que jugar en el Betis es diferente, entre otras cosas porque la cercanía con los empleados y el resto de miembros del club genera una «sensación de familia». Ese ambiente influye en el vestuario y en las relaciones que se gestan entre los propios jugadores. Roberto Ríos, el ex del Real Betis y el Athletic de Bilbao, que también estaba en aquella conversación, asintió y manifestó que se alegraba de que aquello siguiera igual: «Hay cosas que no cambian».En realidad, la mayoría de clubs surgieron como un grupo de amigos. En el caso del Betis, los integrantes del primigenio Sevilla Balompié eran, en gran parte, estudiantes de la Academia Politécnica Sevillana, muchos de ellos vivían en las mismas calles y se habían criado juntos. Hace poco pude consultar el libro de contabilidad de los años 1911 a 1915, que guarda celosamente Enrique Añino, hijo de uno de los primeros jugadores del club, de mismo nombre. Los futbolistas más ricos hacían pequeños préstamos a otros, el club pagaba el viaje a los jugadores de familias obreras y, como hacen aún hoy los grupos de amigos, los 'sportmen' —según nomenclatura de la época— compartían décimos de lotería. Un apunte de 1913 especifica en ese libro de cuentas: «No tocó».Evidentemente, a la mayoría de los béticos que se dieron cita en el Villamarín para el último partido del año no les tocó la lotería. Todos sabemos que resulta casi imposible que seamos los agraciados, pero ello no nos disuade de jugar, año tras año. ¿Qué sería la vida sin el juego y la esperanza de un golpe de suerte? ¿Qué triste transcurriría nuestra existencia si no pudiéramos ilusionarnos con que tal vez el Año Nuevo nos traerá algo hermoso e inesperado?El último partido del año fue ilusionante. Ver jugar juntos a Lo Celso e Isco ya es un regalo para la vista. Los dos futbolistas más creativos del Betis hicieron lo que mejor saben: mover el equipo, buscar combinaciones, abrir la defensa rival y habilitar a sus compañeros. Sin embargo, la hinchada vio cómo, pese al despliegue ofensivo, a los jugadores béticos se les hace de noche cuando llegan ante la puerta rival. Abde, Vitor Roque y Juanmi tuvieron la victoria en sus botas.El Betis finaliza el año en la novena posición en la tabla. El aficionado sabe que no será fácil acabar la Liga en puestos europeos, ni, mucho menos, conseguir un título. Cierto que es imposible en estos días no esperanzarse con que el Año Nuevo nos traerá alguna sorpresa memorable. Sin embargo, como en la lotería, el bético da por supuesto que lo normal es que el equipo no logre nada extraordinario. El aficionado verdiblanco espera poco, exige poco, para bien o para mal. Si no entramos en Europa, ni ganamos ningún título, dirá, como aquellos balompedistas de hace más de 100 años: «No tocó». Y seguirá por la vida tan contento.

 

Miembros conectados

No hay miembros conectados.
Atrás
Arriba