Encarando la nueva realidad europea

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Las últimas semanas han sido prolíficas en acontecimientos que remarcan la situación en la que se encuentra Europa y el reto que supone enfrentar el complejo panorama geoeconómico actual. Entre los más significativos encontramos la declaración de quiebra presentada por Northvolt, que ha supuesto un varapalo al esfuerzo europeo de generación de tecnología y producción de baterías para vehículos eléctricos; la decisión de marcas como Volkswagen o Audi de cerrar plantas de producción en el corazón de Europa; la designación de Donald Trump, que genera un escenario complejo de subidas de tarifas arancelarias y de mayor presión para incrementar el gasto en defensa; o la decisión de la UE de imponer aranceles nuevos a los fabricantes chinos de vehículos eléctricos, lo que no solo ha demostrado la dificultad de actuar con voz única, sino que anticipa medidas retaliatorias por parte china. Es cierto que también hemos sido testigos de otras situaciones en las que la UE ha tomado la iniciativa con determinación, como el acuerdo comercial con MERCOSUR. Este es un buen ejemplo cómo Europa deberá actuar con mucho más vigor en los próximos años para enfrentarse al complicado escenario al que nos enfrentamos. Solo desde un diagnóstico realista se pueden tomar decisiones correctoras acertadas. Por ello, es de aplaudir el esfuerzo que la Comisión ha venido haciendo durante 2024 de cara a elevar la voz, llamar la atención y tratar de ofrecer soluciones y respuestas a la peligrosa dinámica en la que estamos inmersos. En efecto, son varios los informes publicados este año en los que se nos urgen a cambiar un rumbo que nos puede llevar en línea recta hacia la irrelevancia política y económica.En abril, Enrico Letta presentaba el informe 'Mucho más que un mercado', alertando sobre la necesidad de eliminar las barreras que impiden activar la potencia del mercado único. En septiembre, otro antiguo primer ministro italiano, Mario Draghi, hizo público 'El futuro de la competitividad europea', con algunos elementos comunes con el anterior, pero con un acento muy marcado en la pérdida de productividad y competitividad de la Unión Europea frente a Estados Unidos y China en un contexto de creciente rivalidad global. En octubre, Sauli Niinistö, expresidente de Finlandia, dio a conocer su informe 'Más seguros juntos', alertando sobre la necesidad de prepararse, en términos civiles y militares, para enfrentar una nueva e inestable realidad, no solo militar sino también climática (recordando los efectos de la DANA en Valencia) o epidemiológica. Todos estos informes han sido encargados a sus autores por la Comisión (o, en el caso de Letta, también por el Consejo) en un meritorio ejercicio de análisis y mirada hacia adelante ante un escenario cada vez más incierto e inseguro para Europa.Mucho se ha hablado de estos informes (en especial del informe de Draghi) y no son pocas las voces que tachan de poco realistas sus propuestas y recomendaciones. Esto se debe tanto a la dificultad de poner en marcha, en estos momentos de debilidad de los grandes países de la UE, ese enfoque de «más Europa» que destilan las propuestas, como al elevado coste económico de estas, en un entorno de vuelta a las reglas fiscales y de elevado endeudamiento público.Sin embargo, todos estos informes deben ser tenidos muy en cuenta y ser analizados con el mayor detalle, aunque solo sea por el acertado diagnóstico sobre Europa que nos ofrecen y que supone una llamada a la acción para ciudadanos, empresas, y gobiernos. En ellos se nos habla de la necesidad de generar un marco de mayor competitividad; de optimización de la fuerza del mercado interior; de evitar el daño de la fragmentación; y de ser más conscientes, como europeos, de las amenazas en el ámbito civil y militar. Es difícil no compartir el diagnóstico, pero resulta frustrante ver cómo la solución que se nos ofrece, que supondría un mayor papel de la UE desde una óptica de mayor capacidad de decisión, de actuación o financiera, se valora desde muchos ámbitos como irrealizable en el momento actual. Estamos ante un desafío de madurez, ciudadano e institucional: solo en la medida en que, como europeos, despertemos a la nueva realidad y seamos capaces de alinear, con coherencia y determinación, los retos y las soluciones necesarias, podremos encontrar el camino que nos asegure presencia y fortaleza en un panorama global cada vez más complejo para nosotros. Y eso hoy, en efecto, significa más Europa.SOBRE EL AUTOR IGNACIO NIÑO Profesor en la Universidad Nebrija y Máster en Economía Europea

 

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