En los entresijos de la FIL con María Dueñas: “He llegado a no ir a ferias porque había una preminencia de señoros”

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27 Sep 2024
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Va caminando María Dueñas entre los garajes de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara y recuerda su primer viaje a México. No era todavía una escritora superventas, sino profesora asistente de español en la Universidad de Michigan, en Estados Unidos. No había podido regresar a España para pasar la Navidad y con un grupo de amigos decidió lanzarse a una viaje en carretera. Entraron al México de los 80 por Nuevo Laredo, cruzaron con mapa y tiempo por Guanajuato, Querétaro, Ciudad de México, llegaron a Acapulco. La perla del Pacífico ya no era la guarida de los chicos de Hollywood que fue durante su esplendor pero tampoco era la urbe azotada por la violencia y los huracanes que es ahora. Aunque reconoce que el país ha cambiado —Dueñas ha visitado México más de una docena de veces—, describe lo de entonces con la viveza de lo de ahora: “Este colorido, la comida, la multitud... México es un país donde todo es grandioso, luego vuelves a España y todo es chiquito, concentradito. Este es un país imponente”.

María Dueñas, durante la presentación de su libro en la FIL Guadalajara.

Dueñas (Puertollano, España, 1964) conmemora en la FIL de Guadalajara los 15 años de la novela que le cambió la vida. Esta profesora de filología inglesa, especializada en lingüística aplicada, empezó a escribir con 45 años, cuando tenía una vida “organizada, estructurada, sin incertidumbres”. Entre diseños curriculares y formación de docentes, Dueñas se embarcó en la historia de Sira Quiroga, una joven modista que sale de una España en guerra hacia Tetuán, en Marruecos. Esta “virgo estructurada” aplicó a El tiempo entre costuras la organización académica: “¿Qué objetivos quieres llegar a alcanzar? ¿Con qué metodología? ¿Con qué herramientas cuentas? Yo no empiezo a escribir nunca sin tener un objetivo de a dónde voy”. Será quizás esa planificación el ingrediente secreto para que Dueñas, que no tenía contactos en el mundo editorial y no había escrito nunca antes literatura, creara la novela de los más de 10 millones de ejemplares.

Hay casi una vida entre ese primer instante, en el que Dueñas buscó en Google “agencias literarias, por la A, Antonia Kerrigan” para mandar su manuscrito y este: un pasillo de la feria del libro más importante de habla hispana en el que camina acompañada por todos los pesos pesados del Grupo Planeta. El CEO de la compañía, José Creuheras (que también es presidente de la cadena española Atresmedia), es su escolta y paladín (“a mí me han dicho que sea comparsa de María y eso voy a hacer”), en una comitiva donde va también el CEO del grupo en Latinoamérica, José Calafell, y otros tantos directivos. Se sentarán todos en la primera fila de un salón abarrotado, en el que Dueñas hablará a cientos de lectores que la escucharán embelesados, siempre al brote de la carcajada y el aplauso.

María Dueñas recorre la feria del libro.

Les contará de sus siete hermanos, a los que su madre le encantaba vestir iguales (”nosotros lo odiábamos”) y de cómo ese fue el primer contacto con el mundo de la costura: “Mi madre compraba metros y metros de tela e íbamos con las modistas, que casi siempre eran señoras en talleres pequeños y familiares, con la boca llena de alfileres”. No podía saberlo, claro, pero esa fue la primera semilla para crear a Sira. Antes de entrar a la charla, la autora le ha pedido a su equipo que le tome una foto con la portada de El tiempo entre costuras como si fuera la primera vez que la ve en grande. “Todavía me emociona”, reconoce con naturalidad al lado de ese óleo del escocés Jack Vettriano, que sus hijos consideraron ñoño la primera que lo vieron (”a mí me daba igual, yo no soy nada cursi”), “pero yo ya no me pasó la vida pensando en Sira”.

María Dueñas tomándose fotos con sus lectoras en los pasillos de la feria.

La varita mágica de Dueñas creó después otras cuatro novelas (Misión olvido, La templanza, Las hijas del capitán y Sira), todas editadas por Planeta, que terminaron de apuntalar su camino a la cima de las escritoras españolas más vendidas. Dejó su trabajo en la universidad y dedicó su tiempo a la promoción, escritura y documentación. Esta última parte es clave: “Es la más fascinante. Me tengo que obligar a mí misma a parar. Utilizo todo lo que pillo”. Eso es: artículos académicos, libros de viajes y memorias, la prensa de la época, mapas y planos de ciudades, anuncios para saber qué comían sus personajes, cuánto costaban las cosas.

Porque, de momento, aunque lo ha intentado, María Dueñas sigue basando su obra en una época pasada: “He empezado dos novelas basadas en el presente y las he parado las dos”. Una se convirtió al final en un pódcast, que se titula Jodidísimas (”el título vino a posteriori, pero esto nació con voluntad de novela contemporánea, un poco disparatada, no tiene nada que ver con lo que yo hago”) y también otra “algo avanzada” que se va a convertir finalmente en una serie de televisión con una productora española.

Toma Dueñas —vestida impecable, melena impecable— un caramel macchiato y echa la vista atrás: “Ahora vivo como una reina en comparación con como vivía antes. Antes era una vida mucho más complicada”. ¿Qué le diría a esa María de hace 15 años? “Le avisaría de que iba a haber un cambio grande, que se preparara para una vida muy agradable. Es verdad que trabajo mucho también, pero lo que trabajamos todos. Es una vida gratificante”. La autora contesta así a todas las preguntas: serena, prudente, pero directa, sin hacer rodeos ni evitar ninguna.

—¿Cómo ha vivido ser mujer dentro de la industria?

—No he tenido malas experiencias en general. Pero sí he visto en estos 15 años una gran evolución. Cuando yo llegué tenías que vencer algunos estereotipos. La primera pregunta que me hacían siempre era: “¿Usted escribe para mujeres?”, que me daban ganas de darle un bofetón al periodista o a la periodista. Ahora nadie se atreve a preguntarte eso. Pero ese prejuicio sí que sigo viéndolo un poco en hombres. Al ser mujer, escribir con una voz narrativa de mujer, tener una señorita en la portada y una mayoría de mujeres de lectoras, muchos hombres se echan para atrás. O sea, seguimos pensando que la literatura escrita por hombres es universal y que la literatura escrita por mujeres es mayoritariamente para mujeres. Creo que es una cosa generacional que se va a ir pasando, porque la gente más joven entra con otra perspectiva. Pero a mí me ha pasado muchas veces en según que suplementos culturales donde hay una mayoría de críticos hombres que si tienen que analizar mi novela se la asignan a una mujer para que mujer haga crítica a mujer. Yo además no me corto un pelo: yo he llegado a no ir a ferias grandes, importantes, porque cuando he visto el programa he dicho: “No, yo en esto no participo”, porque daban una prominencia enorme a los señores, ¡señores!, señoros. Me he llegado a quedar con el billete de avión emitido y no he ido porque me niego. Pero vamos, que ahora comercialmente y editorialmente interesan muchísimo las mujeres, porque como autoras vendemos más y como lectoras somos las que más consumen, con lo cual el hombre que no le interese…

Dueñas está a punto de sacar su próxima novela, bajo la que hay secreto de sumario. Solo dice que será también histórica, que le falta por escribir el último capítulo y que el año que viene seguro vendrá a la FIL a presentarla. Volverá a su cita imperdible: desayunar chilaquiles verdes en el hotel Barceló.

María Dueñas, durante la firma de libros.

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