strosin.gregoria
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Cuando Elizabeth Olsen (Los Ángeles, 33 años) nació, su familia ya estaba rodeada por focos. Sus hermanas mayores, Mary-Kate y Ashley Olsen, desde sus periodos de lactancia ya se pasaban la jornada en el plató de Padres forzosos. Las vio crecer como las niñas más famosas del mundo, y, más tarde, rendirse ante una vida pública que solo las juzgaba. Elizabeth, que empezó a actuar con seis años junto a ellas, pensó en dejarlo todo cuando vio cómo la prensa se sobrepasó con los problemas alimenticios de Ashley. “Casi tuvimos accidentes de coche por los paparazi”, contaba en 2011. Quizás eso le haya hecho poseer un caparazón mucho más duro al convertirse en una de las superheroínas más famosas del cine, y, por tanto, en una de las caras más reconocibles de la actualidad.
La actriz, que estrena este viernes Doctor Strange en el multiverso de la locura, reconoce que lidia con ello manteniéndose fuera de cualquier red social, y también evitando preguntas no profesionales, aunque solo rocen lo privado. ¿Qué experiencias le han servido para entender la frágil salud mental de su personaje? “Es algo personal”, responde de manera correcta, e incluso entre carcajadas, a EL PAÍS en una entrevista por videoconferencia. Aunque no niega que sus vivencias la anclan para entender a Wanda, también conocida como Bruja Escarlata, en su peor momento: “Necesito una puerta de acceso que venga de lo personal y privado. El resto de Vengadores sacan partido a sus poderes para su beneficio. Es una actitud muy masculina. Pero ella nunca quiso usarlos. Tampoco he estado interesada en usar el privilegio de estar en el ojo público para mi beneficio. Es una de las cosas que me conecta con ella que sí puedo contar”.
Wanda, que lucha contra el duelo y el estrés postraumático, se ha convertido en el personaje ideal para la época donde la salud mental es un problema global. Olsen, que contó a la revista Elle que los ataques de pánico que sufría hace años le ayudaron a conectar con su trastorno, se ha convertido en “su mejor abogada” y defiende: “Si solo vemos personajes con éxito, el público puede creer que sus problemas mentales no valen. Me gusta que mi superheroína fracase, e interpretar a alguien con quien no estamos de acuerdo”.
“Nunca me acerco a ella como a una loca. Está procesando sus experiencias, y le damos espacio para que cometa errores y que fracase una y otra vez”, explica. Un desarrollo, planteado en la serie Bruja Escarlata y Visión, que la ha humanizado y convertido en atracción para las niñas, algo a lo que quizás Disney en una primera fase no vio todo su potencial: “Es incómodo verla como modelo a seguir, porque toma muchas decisiones incorrectas. Es ejemplo de mujer fuerte y poderosa, pero también está profundamente triste y perdida. Es importante representar que su vulnerabilidad es su fuerza. No se avergüenza de ser una mujer independiente. De hecho, eso es lo que me encanta: ser una pensadora independiente, aunque el resto no opine así. Yo también creo que soy más sabia tras estos ocho años.”.
En la serie, Wanda creó una realidad paralela con forma de comedia de situación televisiva donde su marido androide seguía vivo y eran padres de mellizos en un idílico barrio residencial. Cuando el hechicero Strange (Benedict Cumberbatch) decide pedir su ayuda para sanar una grieta entre universos, la encontramos donde la dejamos, lidiando con sus poderes milenarios recién descubiertos y luchando con el trauma de haber perdido toda su felicidad. Wanda, como Elizabeth, no buscaba ser centro de atención. “Lo que más me ha sorprendido del universo Marvel [desde que apareció en la escena poscréditos de Capitán América: el soldado de invierno] es cuánto espacio ocupo hoy. Estaba contenta en los márgenes, era muy cómodo y no había presión. Me sorprende ver que la gente conecte con un personaje que, al contrario del resto, no es gracioso, ingenioso ni encantador. Se lo debo al guion de Jac Shaffer en [la serie] Wandavision”. Incluso sin su nombre en el cartel, esta vez le dejan hacer (y deshacer) a su antojo. Su anhelo emocional, uno del que ya hablaba Lorca, lo precipita todo.
Tras asumir más traumas que cualquiera de sus compañeros hombres, Olsen conoce a Wanda Maximoff mejor que nadie. Incluso tuvo que explicar a Sam Raimi, su cuarto director en Marvel, su odisea vital. El responsable de la trilogía cinematográfica original de Spider-Man ha reconocido solo haber visto fragmentos de la serie de Disney+, fundamental en esta película. “Es algo colaborativo. Él no estaba familiarizado con ella porque acabábamos de rodar. Tenía mucha curiosidad sobre mi enfoque. Y yo estaba ahí para defenderla”, explica sobre un bagaje que modificó la trama del filme. Dado que la historia de los personajes estaba escrita por Marvel, y qué él no decide de dónde vienen y a dónde van, Raimi tuvo que echar mano de sus armas: “Fue un rodaje diferente, porque es más juguetón con las lentes y los movimientos de cámara”. Incluso con bastante terror.
Tras cinco proyectos Marvel, Olsen entiende al dedillo cómo funciona esta gigantesca maquinaria en la que la historia río es la pauta. También su promoción, en la que debe driblar cualquier mina alrededor del proyecto más secreto del mundo, lleno de sorpresas y cameos. Al hacer la entrevista, igual que el periodista, todavía no había visto la película acabada. Mientras rodaban ni sabían el final: “Es divertido hablar de una obra de la que no puedes decir nada”, bromea: “Ni siquiera sé muy bien qué aparece en el montaje final de Dr. Strange. Pero nos dan bastantes páginas sobre cómo lidiar con preguntas específicas y les echo un vistazo. Aunque a estas alturas sé cómo jugar el juego de promocionar un proyecto Marvel”.
Así lo demostró también en la alfombra roja en Londres al ser preguntada por el veto de la película en algunos países por contar con América Chávez (Xochitl Gómez), viajera multiversal latina, lesbiana (en el cómic) y con dos madres: “Es decepcionante para los fans de esos países, pero estoy orgullosa de ser parte de esa inclusión y diversidad”. La productora argentina Victoria Alonso subrayaba hace un mes sus objetivos como jefa en Marvel: “Los LGBTI merecemos una historia de orígenes. Mientras yo esté aquí, lucharé por la representación”. Visto el éxito comercial sorpresa de la mujer menos normativa de Encanto, Chávez, cuyo rescate es el motor de todo, bien podría acabar como la favorita de las jugueterías, precisamente por abrazar esa personalidad. “Todos tienen derecho a tener una opinión, pero como actriz yo recibo un guion y hago lo que puedo en una historia más grande que mi personaje. Si la gente se enfada, nosotros solo hacemos nuestro trabajo de la manera más divertida posible”.
¿Se atreverá con otra megaproducción Marvel? “Ni siquiera sabía qué pasaba en Doctor Strange un mes antes de rodar. Necesitaré una razón para continuar. Después de cada película me gusta saber qué opinan los seguidores, qué quieren ver. Espero a eso”. Olsen deja su futuro en manos de los fans y los tebeos. Es consciente de que es una pieza más en el plan de los próximos 10 años de Marvel que el superproductor Kevin Feige y su equipo ya trazan en un retiro creativo. A ella, como a Wanda, ya no parece asustarle. Se siente a gusto no siendo el foco.
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La actriz, que estrena este viernes Doctor Strange en el multiverso de la locura, reconoce que lidia con ello manteniéndose fuera de cualquier red social, y también evitando preguntas no profesionales, aunque solo rocen lo privado. ¿Qué experiencias le han servido para entender la frágil salud mental de su personaje? “Es algo personal”, responde de manera correcta, e incluso entre carcajadas, a EL PAÍS en una entrevista por videoconferencia. Aunque no niega que sus vivencias la anclan para entender a Wanda, también conocida como Bruja Escarlata, en su peor momento: “Necesito una puerta de acceso que venga de lo personal y privado. El resto de Vengadores sacan partido a sus poderes para su beneficio. Es una actitud muy masculina. Pero ella nunca quiso usarlos. Tampoco he estado interesada en usar el privilegio de estar en el ojo público para mi beneficio. Es una de las cosas que me conecta con ella que sí puedo contar”.
Wanda, que lucha contra el duelo y el estrés postraumático, se ha convertido en el personaje ideal para la época donde la salud mental es un problema global. Olsen, que contó a la revista Elle que los ataques de pánico que sufría hace años le ayudaron a conectar con su trastorno, se ha convertido en “su mejor abogada” y defiende: “Si solo vemos personajes con éxito, el público puede creer que sus problemas mentales no valen. Me gusta que mi superheroína fracase, e interpretar a alguien con quien no estamos de acuerdo”.
“Nunca me acerco a ella como a una loca. Está procesando sus experiencias, y le damos espacio para que cometa errores y que fracase una y otra vez”, explica. Un desarrollo, planteado en la serie Bruja Escarlata y Visión, que la ha humanizado y convertido en atracción para las niñas, algo a lo que quizás Disney en una primera fase no vio todo su potencial: “Es incómodo verla como modelo a seguir, porque toma muchas decisiones incorrectas. Es ejemplo de mujer fuerte y poderosa, pero también está profundamente triste y perdida. Es importante representar que su vulnerabilidad es su fuerza. No se avergüenza de ser una mujer independiente. De hecho, eso es lo que me encanta: ser una pensadora independiente, aunque el resto no opine así. Yo también creo que soy más sabia tras estos ocho años.”.
En la serie, Wanda creó una realidad paralela con forma de comedia de situación televisiva donde su marido androide seguía vivo y eran padres de mellizos en un idílico barrio residencial. Cuando el hechicero Strange (Benedict Cumberbatch) decide pedir su ayuda para sanar una grieta entre universos, la encontramos donde la dejamos, lidiando con sus poderes milenarios recién descubiertos y luchando con el trauma de haber perdido toda su felicidad. Wanda, como Elizabeth, no buscaba ser centro de atención. “Lo que más me ha sorprendido del universo Marvel [desde que apareció en la escena poscréditos de Capitán América: el soldado de invierno] es cuánto espacio ocupo hoy. Estaba contenta en los márgenes, era muy cómodo y no había presión. Me sorprende ver que la gente conecte con un personaje que, al contrario del resto, no es gracioso, ingenioso ni encantador. Se lo debo al guion de Jac Shaffer en [la serie] Wandavision”. Incluso sin su nombre en el cartel, esta vez le dejan hacer (y deshacer) a su antojo. Su anhelo emocional, uno del que ya hablaba Lorca, lo precipita todo.
Tras asumir más traumas que cualquiera de sus compañeros hombres, Olsen conoce a Wanda Maximoff mejor que nadie. Incluso tuvo que explicar a Sam Raimi, su cuarto director en Marvel, su odisea vital. El responsable de la trilogía cinematográfica original de Spider-Man ha reconocido solo haber visto fragmentos de la serie de Disney+, fundamental en esta película. “Es algo colaborativo. Él no estaba familiarizado con ella porque acabábamos de rodar. Tenía mucha curiosidad sobre mi enfoque. Y yo estaba ahí para defenderla”, explica sobre un bagaje que modificó la trama del filme. Dado que la historia de los personajes estaba escrita por Marvel, y qué él no decide de dónde vienen y a dónde van, Raimi tuvo que echar mano de sus armas: “Fue un rodaje diferente, porque es más juguetón con las lentes y los movimientos de cámara”. Incluso con bastante terror.
Tras cinco proyectos Marvel, Olsen entiende al dedillo cómo funciona esta gigantesca maquinaria en la que la historia río es la pauta. También su promoción, en la que debe driblar cualquier mina alrededor del proyecto más secreto del mundo, lleno de sorpresas y cameos. Al hacer la entrevista, igual que el periodista, todavía no había visto la película acabada. Mientras rodaban ni sabían el final: “Es divertido hablar de una obra de la que no puedes decir nada”, bromea: “Ni siquiera sé muy bien qué aparece en el montaje final de Dr. Strange. Pero nos dan bastantes páginas sobre cómo lidiar con preguntas específicas y les echo un vistazo. Aunque a estas alturas sé cómo jugar el juego de promocionar un proyecto Marvel”.
Así lo demostró también en la alfombra roja en Londres al ser preguntada por el veto de la película en algunos países por contar con América Chávez (Xochitl Gómez), viajera multiversal latina, lesbiana (en el cómic) y con dos madres: “Es decepcionante para los fans de esos países, pero estoy orgullosa de ser parte de esa inclusión y diversidad”. La productora argentina Victoria Alonso subrayaba hace un mes sus objetivos como jefa en Marvel: “Los LGBTI merecemos una historia de orígenes. Mientras yo esté aquí, lucharé por la representación”. Visto el éxito comercial sorpresa de la mujer menos normativa de Encanto, Chávez, cuyo rescate es el motor de todo, bien podría acabar como la favorita de las jugueterías, precisamente por abrazar esa personalidad. “Todos tienen derecho a tener una opinión, pero como actriz yo recibo un guion y hago lo que puedo en una historia más grande que mi personaje. Si la gente se enfada, nosotros solo hacemos nuestro trabajo de la manera más divertida posible”.
¿Se atreverá con otra megaproducción Marvel? “Ni siquiera sabía qué pasaba en Doctor Strange un mes antes de rodar. Necesitaré una razón para continuar. Después de cada película me gusta saber qué opinan los seguidores, qué quieren ver. Espero a eso”. Olsen deja su futuro en manos de los fans y los tebeos. Es consciente de que es una pieza más en el plan de los próximos 10 años de Marvel que el superproductor Kevin Feige y su equipo ya trazan en un retiro creativo. A ella, como a Wanda, ya no parece asustarle. Se siente a gusto no siendo el foco.
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Elizabeth Olsen: “Me gusta que mi superheroína fracase”
La actriz estrena su quinto proyecto en Marvel, ‘Doctor Strange en el multiverso de la locura’, y afirma: “Si solo vemos personajes con éxito, el público puede creer que sus problemas mentales no valen”
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