Katarina_Koelpin
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Tara Selter vive en el norte de Francia junto a su marido Thomas, con quien tiene un negocio de compraventa de libros antiguos. Durante un viaje de trabajo de dos días, queda atrapada en un 18 de noviembre que se repite sin cesar . Son muchas las referencias que suscita la lectura de ‘El volumen del tiempo’, primera entrega de una serie de siete libros en los que Solvej Balle (Dinamarca, 1962) se sumerge en un bucle temporal. Es fácil pensar en el día de la marmota de Bill Murray, la soledad de Robinson Crusoe, la historia de amor intertemporal de Richard Matheson (‘En algún lugar del tiempo’), el despertar de Gregor Samsa o el poema de Szymborska sobre la singularidad de lo ordinario (‘Nada dos veces’). Como le ocurre a la protagonista de la novela, necesitamos aferrarnos a lo conocido para enfrentar la extrañeza. Sin embargo, sabemos que algo es genuinamente novedoso cuando ningún referente sirve. No hay etiquetas ni géneros que encajen del todo en el extraordinario proyecto literario de Balle.NOVELA 'El volumen del tiempo (I)' Autora Solvej Balle Editorial Anagrama Año 2024 Páginas 184 Precio 18,90 euros 5El libro comienza un 18 de noviembre que Tara Selter ya ha vivido 121 veces. Escrita en forma de diario , la novela es un informe detallado que abarca 365 repeticiones de ese día. La protagonista trata de encontrar una grieta en la realidad que le permita escapar de su encierro. Lo hace buscando respuestas tanto en los libros como en la observación de la naturaleza o el escrutinio de los hechos más insignificantes. Que se examinen los pormenores de una jornada recurrente sin que el relato suene reiterativo se explica por las variaciones que hacen diferente cada 18 de noviembre. Los acontecimientos de la jornada obedecen a una mecánica estricta pero impredecible. Uno de sus misterios es que someta a la protagonista a la rutina mientras le permite cierto margen para actuar con libertad. Entre los méritos de la autora, d estaca la agudeza a la hora de amplificar el detalle. También su capacidad para reflexionar sobre temas universales —la identidad, el amor o el tiempo— aunando el calado con la intriga. Son especialmente vibrantes las páginas que dedica Balle a la relación que la protagonista mantiene con su marido. Está marcada por la fisicidad: un vínculo de compenetración profunda, magnética y silente que hará que Thomas crea a su mujer cuando le explique el bucle temporal en el que vive. Tendrá que hacerlo cada 18 de noviembre. Como le ocurre a la protagonista de la novela, necesitamos aferrarnos a lo conocido para enfrentar la extrañezaLos días se repiten sólo para ella , que a diferencia de su marido envejece y acumula experiencia de lo vivido. Eso le convierte a él en un fantasma y a ella en un monstruo. Así lo describe la protagonista, enfrentada al desgarro de ser el único testigo del alejamiento de la pareja. Porque ¿ cómo mantener el amor cuando la distancia ni siquiera viene señalada por el espacio sino por el calendario?El abismo al que nos asoma Balle es, como la vida, terrible y bello al mismo tiempo. Lo inexorable convive en estas páginas con una invitación a atender a la excepcionalidad de cada instante: «Nos hemos acostumbrado a vivir con ello sin sentir vértigo cada mañana, y el vértigo solo aparece cuando la existencia se muestra como lo que es: inverosímil, imprevisible, extraordinaria».
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