Kim_McGlynn
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Reacción en cadena ha despedido a Los Mozos de Arousa con lágrimas, pero con un final feliz. Los gallegos se han llevado los 2.630.177 euros del bote del programa. Aunque hayan perdido en una de esas pruebas de complicidad verbal, que ya resolvían como el que baja a comprar el pan.
Es la grandeza de este viejo formato norteamericano estrenado en 1980 en la NBC: premia el esfuerzo del recorrido, nadie puede perder todo en un segundo frente a un cronómetro trepidante. El programa se parece más a la ESO que a la selectividad, vamos.
Y llegó el día. Llegó la eliminación de Los Mozos frente al equipo de Los Alhambraos. Entonces, las lágrimas empaparon la cara de Ion Aramendi. No estaba despidiendo a unos concursantes, estaba diciendo adiós a unos compañeros de trabajo durante un año y medio.
Los concursos de la tele de hoy son así. Mejor si los participantes se mantienen durante meses para dar tiempo a despertar los afectos.
Así Los Mozos se convirtieron en familia al instante. Por naturalidad, por reflejos a la hora de resolver, por capacidad de demostrar que la vida es trabajo en equipo y porque han sido transparentes en pantalla. Su comunicación no verbal siempre ha delatado la alegría de sus aciertos y hasta se ha solido adelantar a los fracasos, pues son tan expresivos que sus rostros hablan hasta con la boca bien cerrada. También delatando el cabreo de cuando un compañero no atina una palabra que su amigo considera evidente.
Aunque, sobre todo, el gran carisma de Los Mozos de Arousa ha estado en que han contagiado constantemente su fascinación por la magia de la tele desde dentro de la tele. Hasta el último minuto, hasta partiendo diciendo adiós con la mano al público y al equipo del programa.
En ese instante, cuando Borjamina, Raúl y Bruno han salido "para siempre" por la puerta del decorado de Telecinco, se ha visto en imagen cómo han mirado hacia su foto proyectada en la gran pantalla del plató. Como si fuera la primera vez que pisaban un estudio de televisión. Como si no quisieran dejar escapar el magnetismo de la tele con la que crecimos. Esa tele que nos evade, nos descubre, nos implica, nos acompaña, nos permite soñar.
En tiempos de resabiados y convencidos que fardan de saber todo sobre todo, al cruzar esa puerta Los Mozos de Arousa nos han vuelto a trasladar a aquella candidez de los concursantes que creían la alegórica expresión de "hemos venido a jugar". Aquellos tiempos, más despreocupados, que frente a la tele nos cantábamos con Ramón García y Ana Obregón "todo es posible, la vida es una apuesta y nada más". Éramos más inocentes, pero menos mal que siguen existiendo las ingenuidades y los ingenuos que nos siguen iluminando la cara con la sonrisa que nos pilla por sorpresa. Los Mozos de Arousa han sido unos de esos ingenuos, han sido unos de los nuestros.
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