El truco para rallar queso sin morir en el intento y que no se quede pegado

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En España, el queso es uno de los ingredientes más versátiles y queridos en la cocina. Desde una pizza cargada de mozzarella hasta una pasta cremosa y gratinada, el queso rallado se convierte en el ingrediente estrella e imprescindible de muchísimos platos.

Sin embargo, rallar queso puede ser una tarea frustrante, sobre todo cuando se trata de tipos más blandos como el brie o la mozzarella, que tienden a pegarse al rallador y dificultar el la tarea.

Afortunadamente, existe un truco casero que soluciona este problema de manera muy sencilla y efectiva. ¿Lo mejor? Solo se necesita media hora de nuestro tiempo y un electrodoméstico que está en cualquier cocina.

La clave está en el congelador​

El problema al rallar quesos blandos está en que su textura hace que se pegue a la superficie del rallador, acumulando queso y dificultando esta tarea.

Sin embargo, si se congela durante unos 30 minutos cambiará su consistencia, haciéndose más firme, perfecta para rallar, y sin que el queso pierda sus propiedades ni su sabor.

Para llevar a cabo este truco, tan solo hay que cortar un trozo del queso si el bloque es demasiado grande y envolverlo en papel film o meterlo en un 'tupper' hermético para evitar que absorba olores del congelador que sean desagradables. Después de esa media hora, el queso estará listo para poder rallado con facilidad, utilizando, eso sí, un utensilio completamente limpio y que esté bien seco para que no se pegue.

Este 'tip' funciona especialmente bien con quesos frescos o semiblandos, como la mozzarella, el queso crema, o incluso algunos tipos de gouda. Además, el queso que se vaya a rallar mantendrá su frescura y después se fundirá sin problema en cualquier receta, lo que lo convierte en un truco indispensable para cualquier fiel amante de la cocina.

Cómo conservar el queso​

El queso, como prácticamente cualquier alimento, necesita unas condiciones adecuadas para mantener su calidad y evitar que se eche a perder. La forma en que se conserve dependerá del tipo de queso, ya que no todos tienen las mismas características y cada uno hay que cuidarlo de una forma u otra.

Así, los quesos frescos o blandos, como la burrata o el queso crema, es importante almacenarlos en un tupper hermético dentro de la nevera. Esto evita que absorban olores de otros alimentos y que se sequen rápidamente. Por otro lado, los quesos curados, como el parmesano o el manchego, deben envolverse en papel encerado o en un paño limpio y un poco húmedo, permitiendo así que respiren.

En cuanto a los quesos rallados, es mejor conservarlos en sus bolsas con ‘zíp’ o en envases herméticos en la nevera, donde se mantendrán frescos durante varios días sin ningún tipo de problema.

En el caso de querer mantenerlos por más tiempo, los quesos duros, como el parmesano, pueden congelarse sin problemas, pero hay que asegurarse de rallarlos antes de congelarlos.

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