Madalyn_Gibson
New member
- Registrado
- 27 Sep 2024
- Mensajes
- 47
El año 2024 no ha sido un año normal en términos meteorológicos. Todo lo contrario. No solo por la DANA sin precedentes que anegó parte de la provincia de Valencia el 29 de octubre y durante días siguió afectando a zonas de Cataluña y de Andalucía, sino porque de manera menos puntual, y quizá más invisible, lo extraordinario se ha convertido en la norma en los últimos 12 meses. A falta de conocer el balance de diciembre, ni uno solo de los meses de enero a noviembre se ha situado dentro de los márgenes de la normalidad. Ya sea por temperaturas inusualmente elevadas —sobre todo— o bajas, pero también por precipitaciones fuera de lo esperable, el tiempo en 2024 ha batido récords históricos de calor, frío, sequedad y humedad.
"Este año normal, normal no ha sido. Se podría decir que ha sido bastante extraño", apunta César Paradinas, investigador de Fundación para la Investigación del Clima (FIC), para quien 2024 ha confirmado lo que los científicos ya vienen comprobando desde hace dos o tres años en todo el mundo, que "el cambio climático se está acelerando en cuanto al ascenso de temperaturas". El año que ahora termina también ha sido una montaña rusa con respecto a la sequía y el estado de los embalses, porque un mayor nivel de precipitaciones que lleva a calificarlo, en conjunto, como un año "húmedo" —y así cierra, con lluvias por encima de la media en diciembre—, zonas de Cataluña y de Andalucía siguieron padeciendo restricciones al consumo de agua. Los incendios forestales dieron un respiro, con menos grandes fuegos que en años anteriores, mucho más devastadores.
Como no podía ser de otra manera, la DANA de Valencia fue el colofón de un año de récords climáticos. Fue tan virulenta porque nunca la temperatura del agua del mediterráneo había estado tan caliente, inyectando más vapor de agua a una atmósfera ya de por sí caliente -España, como todo el planeta, superó en 2024 el umbral de 1,5ºC por encima de la época preindustrial que marca un punto de no retorno en los efectos del cambio climático- y haciendo así que las precipitaciones sean más extremas cuando las hay.
"Este año hemos visto ya en nuestras propias carnes cómo es imposible controlar lo que está provocando el cambio climático", señala la portavoz de Greenpeace María José Caballero. "La DANA es el efecto más terrible, pero España va también camino de la desertificación y esto tiene impacto en muchas actividades económicas y no vemos soluciones por parte de los políticos". "Nos hemos dado cuenta este año es que ignorar el cambio climático nos cuesta vidas", añade como balance de 2024.
Otro triste récord es que el 29 de octubre las precipitaciones pulverizaron todas las previsiones y los análisis de riesgo, incluso en los periodos más largos para que algo así pudiera ocurrir, a 500 años vista. "En Valencia se batieron todos los récords de [precipitaciones] en una hora, en seis horas, en doce horas", recuerda Paradinas. Ese día, sólo en la localidad de Turís cayeron 771mm, "lo que cae en un año en sitios como Sevilla, Segovia o Barcelona".
Récords de calor, récords de frío
Pero para cuando llegaron las lluvias torrenciales de la DANA del 29 de octubre y los días siguientes, 2024 llevaba ya diez meses en los que, según apuntan los expertos, ya se da por confirmado que el cambio climático ha escalado el nivel de sus efectos. Así, 2024 ha sido el año más cálido desde que hay datos y en España los meses de enero, agosto y noviembre se llevaron la palma, de acuerdo a los balances mensuales de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), que los calificó de "meses extremadamente cálidos". También febrero, abril y julio fueron más cálidos de lo normal.
En el primer mes del año, la temperatura estuvo 2,4 grados por encima de la media. El penúltimo, también "extremadamente cálido", fue el noviembre con la temperatura más alta de toda la serie histórica.
En medio, agosto también tuvo esa calificación, por encima de los dos grados de la media, aunque con menos olas de calor que en los sofocantes veranos anteriores. "Solo" hubo dos, de menor duración, en algo que también es reflejo de algo anormal que cada vez percibimos como normal, que haya récords de alta temperatura sin como algo más continuado y con menos picos. "Lo que está pasando es que el propio ascenso de temperaturas medias hace que estemos constantemente sin llegar a ola de calor pero con temperaturas muy por encima de lo normal".
En el otro extremo, junio y septiembre fueron inusualmente fríos, con casi un grado menos de media que, hace años podría no haber sido remarcable, pero sí se notó en un contexto en el que ya lo normal es que haga más calor de lo que solía hacer.
La extraordinariedad de marzo, mayo y octubre vino marcada por las lluvias. O por su ausencia, porque el quinto mes del año fue el octavo mayo más seco desde que empezó el siglo. También en abril las lluvias fueron la mitad del valor normal. Al contrario, en marzo llovió más del doble de lo esperable para ese mes y la DANA hizo de octubre un mes "extremadamente húmedo", según la AEMET.
Año húmedo pero con algunas restricciones por sequía
A pesar de ello, 2024 ha sido también una montaña rusa desde el punto de vista hídrico. Según los informes de seguimiento de escasez de agua del Ministerio de Transición Ecológica, el año se cierra con seis áreas de "emergencia" por sequía: en el norte y sur de Cataluña, en parte de Castellón y la parte más oriental de Valencia; en Murcia y Almería, en en las cuencas interiores de Andalucía y del Guadalete y Barbate, en la del Guadiana en la provincia de Badajoz y en Ciudad Real. Adicionalmente, casi toda Andalucía y Cataluña están en escenario de "alerta" y también zonas de Valencia y Alicante y el sur de Castilla-La Mancha.
El agua embalsamada este mes de diciembre ocupa el 51% de los pantanos pero en primavera los embalses andaluces y catalanes volvieron a rozar el umbral crítico del 16% de su capacidad. Según apuntó en octubre, antes de la DANA, el consejero andaluz de Agricultura, Ramón Fernández-Pacheco, 2024 estaba siendo un año "muy malo" en términos de sequía, de modo que la Junta volvió a estudiar fijar restricciones, en Málaga y el Campo de Gibraltar, después de que en junio se habían retirado medidas que venían de 2023. En Cataluña, en junio se retiraron todas las restricciones que también se aplicaban desde el año anterior, aunque las lluvias de octubre no las hicieron necesarias finalmente.
El año termina con los embalses por encima de la media en la mitad norte del país, incluso al 62,2% en Cataluña; por encima del 40% en Comunitat Valenciana, Castilla-La Mancha y Extremadura; con la situación más crítica en Murcia, donde están al 22,3%, y con las reservas de Andalucía al 34,5%.
Menos grandes incendios
Los incendios forestales dieron un respiro en 2024. De acuerdo a los datos provisionales que recaba el Ministerio de las comunidades, a 30 de noviembre se habían declarado 1.702 fuegos de más de una hectárea de superficie, frente a 2.265 en 2023 o 3.362 en 2022. La cifra de este año es la mejor de la última década.
Este año ardieron 47.300 hectáreas, la mitad de la media de la última década -99.400 hectáreas- y muy por debajo de las más de 86.000 en 2023 y 2021 de las casi 262.000 hectáreas arrasadas en el "terrorífico" año 2022, recuerda Caballero. También han sido menos los grandes incendios forestales, los que queman a partir de 500 hectáreas-. En 2024 se declararon 17, por debajo de la media de la década de 23 y también de los 19 de 2023 o los 57 de 2022.
Sin embargo, la portavoz de Greenpeace rechaza el triunfalismo, porque aunque este año no ha dado datos "tan malos" en cuanto a los incendios, en países similares a España como Portugal, Italia o Grecia han padecido los llamados "incendios de sexta generación, absolutamente incontrolables", que ya no solo afectan a zonas boscosas, también a zonas urbanas debido a que se ha construido en ellas que yo no solo suponen una amenaza para el medio ambiente, también para propiedades y vidas humanas.
Cargando…
www.20minutos.es