El Teatro Real vuelve a lo clásico con la exitosa ‘Adriana Lecouvreur’ de David McVicar

Herbert_Haag

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Hace menos de dos meses, el Teatro Real de Madrid terminaba su temporada 23/24 con 19 funciones de la producción de Damiano Michieletto de Madama Butterfly, de Puccini. Una puesta en escena resignificada como denuncia al turismo sexual asiático y ambientada en plena metrópolis oriental en el presente. Una propuesta que despertó los abucheos de algún sector del público tras su estreno. Algo similar a lo que vivió el Rigoletto (Verdi) de Miguel del Arco, una versión contemporánea contra el heteropatriarcado, que se estrenaba unos meses antes. O la Medea (Cherubini) de Paco Azorín, que salía al escenario con un hiyab negro, gafas de sol y un cinturón de explosivos, en el arranque de la temporada pasada. Para su estreno este año, el Real presenta la Adriana Lecouvreur de David McVicar, que desde su estreno en el Convent Garden de Londres, en 2010, ha triunfado en los más importantes escenarios del mundo. Una ópera de Francesco Ciela que debutó en Milán en 1902 y que el 23 de septiembre llegará al coliseo madrileño por primera vez.

La propuesta respeta el ambiente del siglo XVIII de la historia original, con el vestuario dieciochesco de Brigitte Reiffenstuel y la escenografía de Charles Edwards que recrea un escenario barroco sobre las tablas del neoclásico Real. Su elenco principal contará con voces tan reconocidas como las de Ermonela Jaho, en el papel titular; Brian Jagde, en el papel de Maurizio; Nicola Alaimo, que encarnará a Michonnet; o la reconocida mezzosoprano Elīna Garanča, que debutará en este espacio con el papel de la princesa de Bouillon. Todos bajo la dirección de Nicola Luisotti.

Una escena de 'Adriana Lecouvreur', dirigida por David McVicar en la Royal Opera House de Londres en noviembre de 2010.

El espectáculo, basado en la obra de teatro del mismo nombre, de Eugène Scribe y Ernest Legouvé, es la ópera más reconocida del compositor italiano Francesco Cilea (1866-1950), y la única que continúa en el repertorio actual. “Es la única ópera completamente lograda de Cilea”, ha asegurado Nicola Luisotti, director musical de la obra, este viernes sobre el escenario del teatro en la presentación de la producción. En su argumento se teatraliza la historia real de la actriz Adrienne Lecouvreur, muy relevante en la Comédie Française, y que murió por causas desconocidas (hay quien dice que envenenada), a sus 38 años. “Es seguramente la actriz francesa de su época que actuaba de forma más verdadera”, dice Charles Edwards, debajo de las bambalinas barrocas que él mismo ha creado.

La encarna, en el primer elenco, Ermonela Jaho, una de las sopranos más importantes del mundo, particularmente reconocida por su talento actoral, y que ya la ha representado en los teatros más importantes del mundo. “Adriana es un personaje completo, con todos los sentimientos humanos, que me deja dar todo como actriz, cantante y artista. Dar mi alma y mi verdad. Confío en que el público conectará con eso”, dice. A su lado, haciendo el papel de Maurizio, el conde de Sajona enamorado de Adriana, está el tenor estadounidense Brian Jagde. Ya compartieron escenario en la misma versión de la obra en Viena el año pasado y ahora repiten, acompañados también por la debutante en el Teatro Real Elīna Garanča. “Somos como una familia. Nos reímos y nos divertimos mucho, es maravilloso”, dice el estadounidense sobre el escenario que se sitúa en el París de la Ilustración.

Joan Matabosch, Brian Jagde, Elīna Garanča, Nicola Luisotti, Ignacio García-Belenguer, Gregorio Marañón, Ermonela Jaho, Justin Way y Charles Edwards, en la presentación de la inauguración de la temporada en el Teatro Real.

Charles Edwards, su escenógrafo, defiende la importancia de centrarse en el ambiente original: “Es muy común ver producciones adaptadas a los tiempos modernos y da la impresión de que, si respetas el periodo original, eres anticuado, pero obras tan delicadas como esta, pierden su sentido si no se hace”. A pesar de su ambientación, Joan Matabosch, director artístico del Teatro Real, encuentra en la obra una modernidad “muy característica” de su creador, David McVicar, ahora representado en el teatro madrileño por su asistente Justin Way, encargado de la puesta en escena en Madrid. “Ponerle tejanos a alguien no garantiza que sea moderno, en algunas de las producciones más malas y más antiguas que se puedan ver en el escenario, van todos en tejanos”, dice.

Su tardía llegada a Madrid se explica, según Nicola Luisotti, por la enorme complejidad de la obra. “Aunque parece fácil escucharla, es una ópera muy difícil de hacer. A los músicos y cantantes nos cuesta mucho que se quede en nuestra memoria. Hacía falta un equipo con muchas ganas de hacerla”, dice el principal director invitado del teatro, que afronta su última temporada en ese puesto. El espectáculo podrá verse entre el 23 de septiembre y el 11 de octubre en 13 funciones con dos elencos alternantes. “Ya era hora”, dice Joan Matabosch, de que Adriana Lecouvreur llegara al Teatro Real de Madrid.


















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