El teatro de los sueños

[larson.novella]

Tiene su gracia que, justo cuando parte del periodismo se echa en brazos de las ‘fake news’ y los ‘hechos alternativos’, los mejores del gremio se diviertan haciendo ‘ficciones sonoras’. Si se pueden decir mentiras con apariencia de verdad, como advirtiera la musa a Hesiodo cuando éste apacentaba los rebaños, también se puede decir la verdad contando un cuento. Ha ganado el Ondas una ‘radioficción’ sobre el magnicidio de Kennedy a cargo de Carlos Alsina y su equipo. Equipo, digo, ¿o más bien ‘dream team’? Abusamos de esta expresión. Quiero decir que el Barça de Cruyff no estaba mal, pero la alineación que forman Moreno, Zúmer, Heras, Montes, Abad, Parada, Sedano, Noguerales, Fortea, Díez y Gómez de la Fuente es todavía mejor. Ese once podría jugar en el Camp Nou, pero prefiere jugar con Alsina, que mola más.Ahora sé que la realidad es prosaica y que detrás de todo sueño hay un equipo de ensueñoLo conocí hace casi tres años, cuando me invitó a presentar ‘Hazte quien eres’. Venía yo muy ‘sobrao’ después de hacer medio centenar de entrevistas, pero al entrar en el estudio me temblequearon las piernas. Alsina impone y estar ahí era —valga el tópico— como un sueño. Me dijo que nosequién le había regalado una bolsa de bombones y, cruzando una mirada de cachondeo con la copresentadora, me ofreció uno. Supongo que quería tranquilizarme.Rehusé. Me acordaba de aquella escena de ‘ El conde de Montecristo’ en que Dantés, señoreado en su mágica isla, ofrece una cucharada de hachís al perplejo Franz, que amanece al día siguiente como si nada hubiera sucedido. Si era un sueño, yo no quería despertar. ¡Valiente cursilería! Ahora sé que la realidad es prosaica y que detrás de todo sueño hay un equipo de ensueño. Si Alsina es el mejor es porque, entre otras cosas, se rodea de los mejores.Orson Welles dejó dicho que la radio es el teatro de la mente. Es ahí, y no en un lugar físico —aunque algunos oyentes no lo crean— donde se ubica el Teatro Luis del Olmo. Cierto es que algunos afirman haber estado ahí físicamente. ¿Acaso les sucede como a aquellos que, asegurando haber franqueado las estancias secretas de la Isla de Montecristo, soñaban sin saberlo?

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