lenny.kovacek
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El primer sínodo que concede derecho de voto a las mujeres, que son 54 de los 355 votantes, clama por una mayor presencia de la mujer en la Iglesia. Los participantes en el sínodo han aprobado por más de dos tercios cada una de sus propuestas, y por eso Francisco ha hecho propio el documento y lo ha «entregado a la Iglesia».El punto que ha recibido menos apoyo es el que pide mantener abierta la posibilidad del diaconado femenino . El debate sobre esta cuestión, que el Papa había descartado al no considerarlo ni viable ni necesario, ha empañado las conversaciones de esta última semana del Sínodo sobre la sinodalidad y también enrarecido un poco el voto del documento final. Quizá por eso, el Papa ha adelantado que «sobre algunos temas que se mencionan, hace falta de tiempo para tomar decisiones. Seguiré escuchando a los obispos antes de decidir». La mención del diaconado ha hecho que la propuesta sobre el papel de la mujer en la Iglesia fuera la más divisiva, 258 síes y 97 noes . Simbólicamente, el diaconado es el paso previo a la ordenación sacerdotal, y muchos sectores recelan de la propuesta pues la consideran un paso previo a la reclamación del sacerdocio femenino. El párrafo utiliza un tono polémico para reivindicar que «no hay nada en las mujeres que les impida desempeñar funciones de liderazgo en las Iglesias» y dice que «sigue abierta» la posibilidad de ordenar mujeres diácono.«Lo cierto es que son reclamaciones que también podrían hacer hombres laicos, no sólo las mujeres », explica a ABC uno de los votantes, para explicar los motivos del menor consenso. El resto del párrafo habría tenido un consenso mucho más amplio si se hubiera separado de esa reclamación, ya que recuerda que a pesar de que «hombres y mujeres gozan de igual dignidad» en la Iglesia, «las mujeres siguen encontrando obstáculos para obtener un reconocimiento más pleno de sus carismas, de su vocación y de su lugar en los diversos ámbitos de la vida de la Iglesia, en detrimento del servicio a la misión común». También subraya cómo miles de mujeres actualmente inciden en la vida de la Iglesia pues «dirigen escuelas, hospitales y centros de acogida; lideran iniciativas en favor de la reconciliación y la promoción de la dignidad humana y la justicia social; contribuyen a la investigación teológica y están presentes en puestos de responsabilidad en instituciones relacionadas con la Iglesia, la Curia diocesana y la Curia Romana».También solicitan « que se preste más atención al lenguaje y a las imágenes utilizadas en la predicación , la enseñanza, la catequesis y la redacción de los documentos oficiales de la Iglesia, dando más espacio a la contribución de mujeres santas, teólogas y místicas».Habitualmente los papas toman nota de las propuestas, las elaboran y preparan un documento magisterial, pero Francisco ha anunciado que «el documento que hemos aprobado es suficiente, pues tiene indicaciones concretas que pueden guiar la misión de la Iglesia en todos los continentes». Con esta decisión quiere «reconocer el valor del sínodo». «Que nadie crea que los temas que se han entrecomillado como espinosos se han quedado fuera» Cristina Inogés Una de las 54 mujeres con derecho a voto en el sínodo «Que nadie crea que los temas que se han entrecomillado como espinosos se han quedado fuera», explica a ABC la teóloga Cristina Inogés, una de las 54 mujeres con derecho a voto en el sínodo. «Hay una comisión sobre el Diaconado femenino que sigue su curso y sigue su marcha, disponibles a recibir nuestras sugerencias y preguntas. La idea es buscar soluciones concretas a situaciones concretas», añade. Sin referirse a ninguna cuestión específica añade que «hemos entendido que hay que empezar a vivir la comunión en la diversidad , es decir, que no vale todo para todo el mundo, porque los contextos son muy diferentes. Las situaciones de cada país, de cada continente, son muy concretas». Autonomía de Conferencias episcopales: otra cuestión controvertida La segunda cuestión que ha recibido más votos negativos, 45 noes y 310 síes es la propuesta de otorgar «competencia doctrinal y disciplinar» a las Conferencias Episcopales, «sin poner en peligro la unidad y la catolicidad de la Iglesia», cuestión que preocupa a quienes recelan del «camino sinodal alemán» . También otro punto dice que cada Iglesia puede «moverse a ritmos diferentes», como expresión de «una diversidad legítima». «La idea es que las particularidades locales no ahoguen la unidad, pero que tampoco la unidad ahogue las particularidades locales», explica a ABC uno de los obispos que han votado. Por lo demás, lo cierto es que la sorpresa del documento final del sínodo es que no ha habido sorpresas. El texto define la «sinodalidad» como «un camino de renovación espiritual y de reforma estructural para hacer a la Iglesia más participativa y misionera», asociado al « deseo de una Iglesia más cercana a las personas y más relaciona l, que sea hogar y familia de Dios». Por eso, las propuestas que han votado los participantes en el sínodo solicitan en primer lugar una «conversión espiritual» a las personas de la Iglesia, que dé pie al resto de cambios. El documento comienza recordando «los rostros de los niños aterrorizados por la guerra, el llanto de las madres, los gritos silenciosos de tantos jóvenes, los refugiados que afrontan viajes terribles, las víctimas del cambio climático y de la injusticia social» y con una condena de la guerra. También recuerda a las víctimas de abusos, pide transparencia en el gobierno de la Iglesia y mejorar la formación de los sacerdotes. El documento y su referencia a los abusos Sobre la crisis de los abusos, se refiere a «la necesidad de sanación, reconciliación y reconstrucción de la confianza dentro de la Iglesia», reconoce que «ha traído un sufrimiento indecible y a menudo duradero a las víctimas y sobrevivientes, y a sus comunidades», y pide escucharlas «con particular atención y sensibilidad» y definir «normas y procedimientos legales que permitan prevenir los abusos y responder a tiempo ante comportamientos inadecuados». « La Iglesia debe reconocer sus propios defectos, pedir perdón humildemente , atender a las víctimas, dotarse de herramientas preventivas y esforzarse por reconstruir la confianza mutua en el Señor», concluye.Reclama además «una participación más amplia de laicos y laicas » en la toma de decisiones en la Iglesia, y que tengan «acceso más amplio a los puestos de responsabilidad en las diócesis y las instituciones eclesiásticas, incluidos seminarios, institutos y facultades de teología» y pide que «la toma de decisiones» en la Iglesia incluya «prácticas de rendición de cuentas y evaluación, en un espíritu de transparencia». Para el presidente de los obispos españoles, Luis Argüello , el resultado es «una profecía social en una época marcada por el aumento de las desigualdades, la creciente desilusión de los actuales modelos de gobierno y el funcionamiento de la democracia, el predominio del modelo mercantil en las relaciones entre las personas y con la naturaleza y la dramática realidad de resolver los conflictos por la fuerza y no a través del diálogo».También visiblemente satisfecho, el cardenal Juan José Omella, arzobispo de Barcelona ha asegurado a ABC que le ha alegrado constatar «la participación de todos los bautizados» en las conversaciones en el sínodo. El mensaje del sínodo es que «todos estamos llamados a anunciar el amor de Dios a los hombres y mujeres de nuestro mundo, tan necesitados y tan buscadores de esperanza, de justicia, de paz y de solidaridad», concluye.«Hemos entendido que hay que empezar a vivir la comunión en la diversidad, es decir, que no vale todo para todo el mundo, porque los contextos son muy diferentes. Las situaciones de cada país, de cada continente, son muy concretas», resume Cristina Inogés.
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