El reto de ser un niño en la Cañada Real, sin luz y en pleno invierno

ruecker.kory

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Son las diez de mañana en el sector 6 de la Cañada Real Galiana . Vagan los primeros tempraneros entre un frío que cala los huesos y más. El asentamiento se presenta manso, amable. La euforia de los más pequeños aviva el entorno. Van subiendo al autobús unos cincuenta niños y niñas de siete a doce años: Samuel, Eva, Almira, Yusef, Nora, Said... Entre ellos, se saludan animados. Y, con la ilusión del que peregrina, esperan a que el vehículo retome su trayecto.En Navidad, la Fundación 'la Caixa' y Cáritas Madrid, a través del programa CaixaProinfancia –que cuenta con la colaboración de cerca de 500 entidades sociales y está dirigido a familias con menores y adolescentes de 0 a 18 años que viven en situación de pobreza y exclusión social–, organizan actividades fuera del barrio, donde el transporte público de Madrid no hace parada, para que estos menores tengan la oportunidad de conocer y disfrutar de otros espacios a los que no están habituados: «Ver un parque o unos columpios es, para muchos, una experiencia fuera de lo habitual». ABC acompaña a este grupo de niños y niñas para conocer de primera mano su realidad.Desde la parroquia Nuestra Señora de la Misericordia, un autocar recoge a los voluntarios y técnicos sociales para trasladarlos hasta el sector 6 de la Cañada Real, el de mayor vulnerabilidad. Allí, recorren una pequeña ruta para recoger a los menores en sus propias casas. Después, desayunan en el centro de Cáritas, una antigua fábrica de muebles, en la que aún se divisa el rótulo, reconvertida en escuela, a unos metros de donde se encuentra la mezquita. Y un pequeño oasis para los niños de la Cañada . El plan es realizar una yincana en el Parque Europa, en Torrejón de Ardoz. La mayoría de los menores no conocen el mencionado espacio de ocio, pero se palpa la ilusión. Noticia Relacionada estandar Si Los vecinos de la Cañada Real, a la espera de su realojo: «Vivimos entre ratas, sin luz ni agua. Es inhumano» Carlos Hidalgo Los habitantes del sector de Perales del Río narran su infierno en su peor verano tras diez meses sin electricidad por culpa de los narcotraficantes de la marihuanaEn la fábrica visitada trabajan servicios sociales, Cruz Roja, El Fanal, Asociación Barró, el programa ASPA –especializado en adolescentes– y el Colegio de Odontólogos, que atiende a nivel bucodental dos días a la semana. Allí se encuentra Najoua, de 39 años. Es mediadora social e intercultural y una de las madres agradecidas de que sus dos hjos formen parte, desde hace ya siete años, del programa CaixaProinfancia: «La Cañada es un entorno muy apartado que no cuenta con parques infantiles ni zonas verdes donde los críos puedan jugar». Tras estas palabras, la joven menciona las distintas acciones de ocio, como las colonias urbanas, que las entidades organizan dentro de este proyecto socioeducativo. «Se trata de actividades en periodos vacacionales escolares en las que trabajamos, principalmente, la convivencia y la relación entre ellos, con el objetivo de que aprendan valores y normas de comportamiento. Además, nos esforzamos para que sean ejercicios lúdicos y aprendan de una manera más informal. El apoyo escolar es uno de los grandes propósitos de este programa. Por ejemplo, en la yincana de hoy van a participar niños de todas las edades. Van a tener que organizarse entre ellos, aprender a trabajar en equipo... De esta manera, se desarrollan ciertas habilidades sociales y hábitos de convivencia», explica Carmen Menéndez, directora del proyecto. La Cañada Real es un crisol de culturas y de religiones. En ella conviven familias gitanas, magrebíes y rumanas, entre otras. Por ello que uno de los principales objetivos de las entidades sociales sea el saber relacionarse entre ellos: «Sin ser un barrio real de distrito, la Cañada tiene vida de barrio. Por eso es bueno trabajar de manera comunitaria». Un voluntario ofrece desayuno a una de las niñas del programa De san bernardoMenéndez señala que el requisito para que cualquier familia pueda beneficiarse de todas estas actividades, tanto del refuerzo educativo, como los ejercicios de psicomotricidad o la atención psicológica, es que sean familias que se encuentren en intervención social. Es decir, «que exista un plan de trabajo con la familia y con los menores. Ningún menor puede acudir al proyecto si no hay un trabajo previo con la familia». Apunta la directora que intentan, entre todas las asociaciones, llegar al mayor número de familias: «Cada entidad asume los niños de las familias que atiende, pero si no tiene capacidad, porque tenemos los espacios que tenemos, nos organizamos entre todas para intentar que ninguna se quede desatendido. Aún así, suele haber lista de espera, porque en la Cañada existe mucho menor». En 2023, el programa atendió a más de 65.000 niños y adolescentes, así como a más de 40.000 familias en 145 municipios de España. Este año recién acabado, en la Comunidad de Madrid se han atendido a más de 6.400 menores en situación de pobreza. En total, desde sus inicios en 2007, CaixaProinfancia ha llegado a más de 375.000 niños y niñas.Quinta Navidad a oscurasEn estos momentos, uno de los principales problemas a los que se enfrentan unas 1.200 familias de los sectores 5 y 6 de la Cañada Real es al corte del suministro eléctrico que tuvo lugar el 2 de octubre de 2020 por la empresa Naturgy. Tres kilómetros, aproximadamente, «desde la parroquia hasta el puente de acceso a Valdemingómez», sin luz. Este es el quinto invierno en el que alrededor de 4.500 personas sobreviven sin electricidad. Algunos subsisten con paneles solares. Najoua es una de las vecinas afectadas por este corte eléctrico: «Desde que se fue la luz, han cambiado mucho las cosas. Desde entonces, el día a día y la convivencia han empeorado». Cuenta la joven que, en su caso, utilizan generadores de gasolina: «El día que no hay luz, poner una lavadora sale muy caro. Y la nevera la enchufamos y desenchufamos constantemente. Terminas el año con cualquier electrodoméstico estropeado».El pasado abril, la Comunidad de Madrid , los ayuntamientos de Madrid y Rivas Vaciamadrid y el Gobierno de España firmaron el protocolo del Plan Extraordinario de Realojos en la Cañada Real para que más de 1.600 familias vulnerables de este asentamiento –el más grande de Europa– puedan acceder a un hogar y se integren en la sociedad en un plazo de diez años. «Los famosos 330 millones de euros». Los primeros en realojarse serán, precisamente, los afectados por el corte eléctrico, al tratarse de «familias especialmente vulnerables». Un proceso que «contempla de alguna manera dejar vacío todo el sector 6».Fuera, los casi cincuenta menores, ya desayunados, ansían ponerse en ruta y dar comienzo a su excursión navideña. No parece que sepan con exactitud adónde se dirigen, pero la idea de salir de la zona les entusiasma. Marta es una de las primeras en subir al autobús. Cree que somos nuevos voluntarios. O «profes», más bien. Quiere ser artista. Lo confiesa tímida. Que a ella lo que le gusta es dibujar, dice. Susurrando, casi. No nos conoce, y nos mira como foráneos. Le explicamos que somos periodistas, despertamos su curiosidad. No entiende por qué queremos escribir sobre ella y sus compañeros, pero lo aprueba con un pequeño encogimiento de hombros. Zahira (nombre ficticio para preservar su identidad), una de las voluntarias de 19 años que nos acompañan durante el trayecto, nació en el municipio de Torrejón de Ardoz, pero siendo muy pequeña su familia se trasladó a la Cañada Real, donde ha vivido toda su vida. La joven pertenece al grupo de premonitores que el programa está intentando sacar hacia delante. «Son niños de la Cañada, muchos de los cuales han acudido al proyecto. Este año dos de ellos van a formarse como monitores de ocio y tiempo libre, y podrán trabajar en colonias de cualquier entidad», apunta Menéndez.La joven voluntaria evoca, en conversación con este periódico, su pasado. Aquellas ferias veraniegas de Madrid, el parque de Santa Eugenia y las caminatas por las montañas próximas a la barriada. Una infancia, en resumen, agradable. No obstante, admite que, aunque bien es cierto que «todo está muy estigmatizado, depende mucho de las familias y de la educación que esta les de a sus hijos». Lo que recuerda son los kilómetros que hacía hasta el Metro: «Tenía que recorrer un camino de tierra, toda la mezquita hacia delante, para llegar a Valdecarros. Una hora andando». Corretean por el parque madrileño los cincuenta niños. Buscan con ímpetu los distintos monumentos europeos que conforman el jardín. Todos quieren ser el equipo ganador. Marta nos sigue observando curiosa.

 

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