El relevo en el tenis español ya es definitivo: se acabó la era de Rafa Nadal, ya ha comenzado la de Carlos Alcaraz

[Michelle_Bechtelar]

9.30 horas de la mañana, domingo 31 de diciembre de 2023. Todo un país en pie frente al televisor atenta a cada movimiento de Rafa Nadal, que en la pista de Brisbane, en las antípodas, inauguraba junto a su inseparable amigo Marc López un año de relevo histórico, el mismo en el que celebraría su despedida tras un memorable acto de sucesión del trono al príncipe precoz: Carlos Alcaraz.

Nadie era consciente, ni siquiera el propio Nadal, de los acontecimientos que llegarían después de ese redebut que volvía a ilusionar. Y es que en Australia el manacorí volvió a sufrir molestias que le volvieron a frenar y su ausencia hizo desbordar un torrente de rumores. Llegó la gira de tierra batida y ni él ni Alcaraz participaron en el Masters 1.000 de Montecarlo. La burbuja de la ilusión se deshinchó. Ni la leyenda ni su sucesor daban síntomas de poder afrontar una situación crítica para el tenis español.

Más preocupante si cabe fue la llegada del ATP 500 de Barcelona (Trofeo Conde de Godó), cuando Nadal se abrió en canal para mostrar su situación real: "He jugado este torneo como si fuera mi última vez. Mis sensaciones en pista han sido buenas, ahora mismo lo principal no es ganar, sino salir sano del torneo", reveló antes de compartir que estaría en Madrid por última vez, pero con todo el cuidado del mundo para cumplir su verdadero objetivo, llegar con posibilidades a Roland Garros.

En la capital se lo dejó todo. Tan solo el bullicio ensordecedor de la grada en el primer punto ganado ante el jovencísimo Darwin Blanch en primera ronda justificó su presencia en Madrid. El resto es historia de un torneo complicado en su trayectoria y, a la vez, quizás el mejor escenario de su progresiva retirada. Allí, mientras Alcaraz caía manos de Rublev dejando más dudas que certezas, Nadal volvía a brillar por última vez en solitario y, como colofón, recibió el mejor homenaje de manos de su amigo Feliciano López.

En Roland Garros, el rey de la tierra y su príncipe intercambiaron sus papeles. Nadal, todavía sin confirmar si sería su último partido en la tierra de los 14 títulos, cayó en primera ronda ante Alexander Zverev fruto de un endiablado sorteo. El alemán, reconciliado con el destino después de la grave lesión sufrida ante Nadal en la edición de 2022, sería el verdugo en una superfinal conquistada por Alcaraz. Su primer Roland Garros para suceder a Rafa y borrar de un plumazo las dudas que recaían sobre él.

La entregada afición española volvía a sonreír. Su joven campeón había regresado a la senda de la victoria y, mientras volaba hacia su segundo trofeo de Wimbledon en una final en la que arrollaría a Novak Djokovic, crecía en runrún de la llegada de 'Nadalcaraz' en los Juegos Olímpicos de París 2024.

Antes, Nadal se quedó a las puertas de su título '93' en el ATP 250 de Bastaad, Suecia, tras caer en la final ante el portugués Nuno Borges. La ilusión por verle ganar una vez más en la Phillipe Chatrier se disparó, expectativas destrozadas por otro sorteo de nefasto sorteo del torneo olímpico: pudo con Fucsovics en la primera ronda, pero no con Novak Djokovic, a la postre campeón olímpico, en la segunda.

Le quedaba la última bala, el dobles junto a Carlitos, un sueño único de tres partidos tan inolvidable como la escena protagonizada bajo la Torre Eiffel con la antorcha olímpica en la ceremonia de inauguración. Nadal ovacionado en el territorio conquistado, allí donde su plateada y colosal estatua brilla bajo el sol junto a la Phillipe Chatrier.

Fue la oficiosa ceremonia de sucesión. La oficial llegaría en Málaga, en la Copa Davis, en la lucha por una ensaladera que acabó por la vía rápida y que no tendría mayor relevancia que la de la despedida del más grande. Alcaraz se queda solo y suya es la misión de liderar e inspirar a la nueva hornada de tenistas españoles, su propia 'quinta', para repetir las inolvidables gestas de su gran ídolo y mentor.

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