Cada vez, a mi alrededor veo a más profesorado atenazado por la llamada burocracia escolar. Es muy común la idea de que muchas veces se dedica en la enseñanza más tiempo a rellenar informes, actas, memorias, seguimientos o cumplimentar tablas interminables con ítems sobre la evolución del alumnado que a planificar clases. Se puede mirar hacia otro lado, pero esto es así: el trabajo administrativo del docente es cada vez más copioso y enrevesado.
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