nolan.zackary
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Una joven es atendida por los sanitarios a la entrada de una de las salas de Moneo en el Prado . No es una performance ideada por el departamento de publicidad del museo para intensificar el dramatismo de su nueva exposición. Al parecer, tampoco había sufrido la joven el síndrome de Stendhal, ni le había dado un síncope al ver junto tanto calvario ensangrentado, que ríase Tarantino y su 'Kill Bill' . En 2009, las Vírgenes dolorosas y los Ecce Homo con la espalda en carne viva fueron un 'shock' para los londinenses que visitaron 'The Sacred Made Real', una gran exposición en la National Gallery de la capital británica, comisariada por Xavier Bray. Ahora es el Prado el que dedica una muestra a la escultura policromada del Siglo de Oro. Su título, 'Darse la mano', está tomado de una frase de Antonio Palomino referida al Cristo del perdón: «Que así la pintura como la escultura, dándose las manos, componen un prodigioso espectáculo». Patrocinada por la Fundación AXA, la tesis de la muestra es cómo el color, además de dotar de vida y de verosimilitud a la escultura, fue un eficaz instrumento de persuasión religiosa. La escultura pintada se convirtió en un arma doctrinal para convencer y emocionar a los fieles.Noticias Relacionadas estandar No Arte Juan de Mesa llega al Prado: el museo adquiere una escultura de su madurez Luis Miranda estandar Si Miquel Barceló: «No he dejado de admirar a Picasso, ¿y qué hago?» Natividad PulidoEn palabras de Miguel Falomir, director del Prado , «es una de las exposiciones más singulares y fascinantes del museo en los últimos años». Reconoce que ha habido « ausencias clamorosas, exclusiones notables , debido a prejuicios , que hay que revertir. Se ha discriminado por sexo, por cuestiones geográficas y por el material de las obras. Se consideraban de un nivel inferior las esculturas en madera frente a las de mármol o bronce. Se ha hecho una interpretación sesgada , se creía que en la Antigüedad solo se esculpía en bronce y en mármol, pero hoy sabemos que también se hacía en madera con colores llamativos. A un romano o un griego les sería hoy menos extraño un 'San José' de Alonso Cano que el 'David' de Miguel Ángel en blanco absoluto». Falomir confirma que en los próximos meses habrá una reordenación de los ámbitos escultóricos en el museo. Pero dice que no se recuperará ningún depósito: «Lo ya depositado, depositado está. Se adquirirán nuevas esculturas». Adquisiciones recientes Arriba, José de Arimatea y Nicodemo, del siglo XIII, procedentes de un 'Descendimiento' Sobre estas líneas, a la izquierda, 'El buen ladrón' y 'El mal ladrón', de Alonso Berruguete. A la derecha, 'San Juan Bautista', de Juan de Mesa Guillermo NavarroEl Prado es más que una pinacoteca y apuesta fuerte por la escultura. No en vano, su colección escultórica consta de más de mil piezas. Poco a poco se están haciendo hueco en sus salas junto a las pinturas, han copado la galería jónica norte y ha habido compras importantes . Cinco de ellas, todas espléndidas, se hallan en la exposición y después se incorporarán a la colección permanente. Son: 'El buen ladrón' y 'El mal ladrón', de Alonso Berruguete; 'San Juan Bautista', de Juan de Mesa (obra inexportable, se exhibe junto a un 'Santo Domingo de Guzmán', de Martínez Montañés, que parece un luchador de artes marciales), y las figuras de José de Arimatea y Nicodemo, del siglo XIII, procedentes de un 'Descendimiento'. La Semana Santa se adelanta este otoño en el Prado. El montaje de la exposición lo firma Monica Boromello , que ha creado una puesta en escena dramática , con paredes negras, donde resaltan las piezas. Se exhiben, hasta el de marzo de 2025, 98 obras (41 esculturas, 35 pinturas, 22 dibujos, grabados y estampas) de 37 prestadores , más el Prado. Han salido de museos y colecciones privadas, pero sobre todo de catedrales, iglesias, monasterios, conventos... Están presentes grandes maestros como Gregorio Fernández, Pedro de Mena, la Roldana, Salzillo, Alonso Berruguete ... Hay piezas monumentales , como 'Sed tengo', de Gregorio Fernández. Fue muy complejo su montaje. Cabe completo gracias al lucernario ideado por Rafael Moneo para la sala donde se exhibe. También las hay muy pesadas, como 'Ceres', una escultura del 90-110 d.C. y 800 kilos, cedida por los Uffizi. Se han restaurado 21 piezas (12 esculturas y 9 pinturas). Y las hay que duele verlas. Impone la espalda, completamente lacerada, del 'Cristo de las penas ', de la Iglesia de los Santos Justo y Pastor de Granada. Pasión y dolor Arriba, 'La Virgen de la Soledad', escultura de vestir de Luis Salvador Carmona. Sobre estas líneas, a la izquierda, 'Cristo yacente', de Gregorio Fernández (detalle). A la derecha, espalda lacerada de un 'Ecce Homo' Guillermo NavarroEl comisario, Manuel Arias , jefe del Departamento de Escultura del Prado, habla de «una historia de encuentros» entre pintura y escultura o esculturas pintadas: «La escultura policromada fue el género que más tarde se incorporó al coleccionismo». El recorrido arranca con una sección dedicada a la Antigüedad para mostrar que la escultura policromada no es un invento español , no nace en el Barroco y el Renacimiento en España, sino que ya estaba presente en el mundo clásico grecorromano. Cuelgan frescos de Pompeya con esculturas pintadas, del Museo Arqueológico de Nápoles. Se alimentó la idea de que las esculturas cobraban vida . Así, en una pintura de Vicente Carducho , un monje reverencia la cruz de piedra mientras ésta le devuelve el saludo. Y en otra de Francisco Ribalta , Cristo baja de la cruz para abrazar a san Bernardo, que en un cuadro de Alonso Cano aparece bebiendo leche del pecho de una escultura de la Virgen que cobra vida. 'El milagro del Cristo del Rescate en Argel', de Jerónimo Jacinto de Espinosa , recrea la historia de unos mercaderes valencianos que rescataron un Crucificado de los piratas pagando un rescate: su peso en plata. 'Sor Francisca Dorotea', pintada por Murillo , pidió en el trance de muerte un Crucifijo de madera que acerca a su boca calmando su sed. Los mismos temas se repiten en pintura y escultura, como 'San José con el Niño', de Alonso Cano. Decía el benedictino Gregorio de Argaiz que la escultura «es un cadáver, y quien le da vida, alma y espíritu es el pincel». El trabajo de policromía, que podía hacerlo el autor de la talla o un artista especializado, alcanzó una gran sofisticación técnica. En las cartelas se especifica, siempre que es posible, quién es el autor de la pieza y quién el policromador. Esculturas pintadas y urbanas Arriba, esculturas exentas de Juan de Juni y Gaspar Becerra. Sobre estas líneas, a la izquierda, 'San Juan Evangelista', de Salzillo, y 'Sed tengo', de Gregorio Fernández. A la derecha, 'San José y el Niño', en escultura y pintura, de Alonso Cano Guillermo NavarroY del color... al negro de luto . Tras pasar ante una galería de espléndidas piezas exentas de Juan de Juni y Gaspar Becerra , llegamos a un espacio centrado en la Virgen de la Soledad . Hay pinturas de Matías de Irala, Alonso Cano... y una escultura de vestir de Luis Salvador Carmona, de la iglesia del Rosario (Real Sitio de San Ildefonso, Segovia). Las camareras la vistieron en el Prado. Otro paso que procesiona en Semana Santa, de una gran teatralidad y con esculturas urbanas que pasean por las calles, es el ya citado 'Sed tengo', de Gregorio Fernández , préstamo excepcional del Museo Nacional de Escultura de Valladolid. A pocos metros, un 'San Juan Evangelista' de Salzillo , «un remedo del Apolo Belvedere», según el comisario, procedente de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Murcia, y un curiosísimo 'Cristo de la tabla', de la parroquia de Santiago Apóstol de Montilla (Córdoba), a caballo entre pintura y escultura. A Salzillo se le conoce como el pintor de la escultura o el escultor de la pintura. «El color no es un adorno, es la piel que da vida a la escultura», advierte el comisario. Sobrecogedor, el 'Cristo yacente', de Gregorio Fernández , del Prado, depositado en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid. Tiene las uñas y los dientes de marfil y los ojos de vidrio. Sobre él, un fragmento de un velo de Pasión (temple sobre sarga), de Diego de Urbina. Estos velos ocultaban los retablos durante Cuaresma y Semana Santa y se retiraban teatralmente al llegar Pascua. Finalmente, una sala con tres esculturas pintadas que flanquean el imponente 'Cristo del perdón', de Luis Salvador Carmona , cedido por las clarisas capuchinas de Nava del Rey (Valladolid).Dos de las personas más buscadas ayer en el Prado eran Leticia Ruiz , que recibía felicitaciones por su regreso tras su paso por la Galería de las Colecciones Reales, y Andrés Úbeda , que dejará la dirección adjunta de Conservación e Investigación del museo, aunque de momento no para dirigir la Academia de España en Roma.
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