Rossie_Kub
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Suele hablar Eliane Brum, periodista brasileña, en las columnas que publica en este periódico del pecado de la indiferencia. Su vida, su vocación periodística, está entregada a la defensa de la Amazonia y sus habitantes, una causa que debiera considerarse universal. La indiferencia es un paso más allá de la negación. Pensábamos que la misión era luchar contra los negacionistas del cambio climático, pero desde hace tiempo se abrió un nuevo frente más correoso y difícil de derribar: el que conforman los indiferentes, aquellos que no niegan la evidencia científica, pero no están dispuestos a cambiar en modo alguno su sistema de vida. Cuando desde un Gobierno, en este caso fue el de coalición, a un ministro ingenuo se le ocurre plantear una campaña para que se consuma menos carne se lía la de Dios, porque según reza una supuesta ancestral tradición, a todas luces falsa, un español debe tener encima del plato a diario un imbatible chuletón. Pero si leemos más allá de nuestras habituales columnas sobre Ábalos, Mazones y Lobatos, hay una voz que nos explica la relación directa entre nuestro consumismo extremo con lo que ocurre en el otro lado del mundo. La palabra de Brum suena firme para quien quiera escucharla desde la región de Medio Xingu, la zona más afectada por la brutal deforestación que entrega el terreno al pasto que nos proveerá de carnaza. No nos saldrá gratis la destrucción del mayor pulmón de la tierra.
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