mitchel.sipes
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Antes de ser sexóloga, e incluso mucho antes de empezar a escribir este espacio, veía el multiorgasmo como una especie de animal salvaje, algo imposible de dominar e incontrolable. ¿Cómo no acongojarse ante la idea de correrse un montón de veces sin saber cómo ponerle fin?
Y aunque factores como la pornografía o incluso el propio estigma que rodea la sexualidad femenina, pueden contribuir a esta mitología alrededor de tener varios orgasmos, lo cierto es que no puede estar más alejado de la realidad: ni se desboca ni es un misterio.
De hecho, desde la sexología, la explicación que se encuentra detrás del multiorgasmo es mucho menos interesante que toda esa ficción. Lo que no quita que saber cómo prolongar el disfrute propio o de otra persona, siga siendo fantástico.
Para empezar a explicarlo, lo primero que debes saber es que el orgasmo no se da ni en los genitales, ni en las manos, ni en los pies (aunque ese masaje te haga pensar que sí)...
Es decir, que aunque la sensación localizada la tengamos clara porque es donde estamos identificando que se da el placer, es algo que sucede a nivel cerebral gracias a cualquier tipo de estimulación.
Esto supone que, después de que la tensión se va acumulando -y las sensaciones aumentando- el orgasmo llega como clímax, a modo de respuesta, cuando el nivel de excitación ha alcanzado el máximo.
Y, seguidamente a este, la intensidad va descendiendo más o menos rápidamente.
La constancia, el 'secreto' del multiorgasmo
Este momento que sigue al clímax se conoce como "periodo refractario" y, en el caso de los hombres, suele darse casi como una caída en picado. Pero, en el caso de las mujeres, es como un suave aterrizaje, muy gradual.
Así que 'volver a la carga' con la estimulación en esa etapa, que puede ser apenas unos segundos después, permite llegar al culmen otra vez.
Al contrario de las creencias más extendidas, como puedes ver, ni es algo que sucede simultáneamente, por arte de magia, ni es un fenómeno incontrolable.
Las veces que se es capaz de remontar el placer dependerán de muchos factores (de si te apetece seguir, por lo pronto), pero sí que los altos niveles de sensibilidad previos son la clave de que se pueda volver a repetir la sensación un rato después.
Para que te hagas una idea, es como si manteniendo el horno encendido tras haber horneado una primera tarta de queso, en vez de apagarlo, lo mantienes a pleno funcionamiento como antes e introduces una nueva bandeja.
Aprovechando esa alta temperatura, al final, tendrás dos postres -o tres si añades un tercer molde con la mezcla-. Esto, trasladado al plano íntimo se traduciría en el fenómeno del multiorgasmo.
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