crona.effie
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Las conductas no son políticas, son humanas. En el barullo mental de Errejón puede tener una explicación médica la justificación que ha hecho de su comportamiento marrano, pero los hechos son mucho más persistentes que las ideologías. La progresía lleva años construyendo un relato aberrante sobre la igualdad, de tal manera que una mujer de derechas es machista y un hombre de izquierdas es feminista. El argumento es intelectualmente raquítico, pero el martillo pilón del autoritarismo moral progre ha logrado clavar en la pizarra de la corrección política una serie de desvaríos: los acosadores siempre son fachas, las mujeres acosadas siempre son socialistas, sólo abusan los curas y sólo las mujeres de izquierdas denuncian. A esta sarta de generalizaciones monstruosas, ahora Errejón le añade el más torticero de todos los pretextos: cuando un hombre comunista acosa a una mujer es por culpa del heteropatriarcado neoliberal. Y nos coloca a todos un chupete.Con los abusos sexuales la política tiene el mismo problema que con la corrupción. No existe ninguna persona íntegra, sea de la corriente ideológica que sea, que no repudie ambas perversiones. Pero tampoco hay ningún partido que pueda garantizar que está libre de acosadores o de corruptos. Por eso no es posible establecer una relación entre un determinado credo político y una conducta reprobable. La izquierda se empeña en situar el mal al otro lado del dichoso muro sanchista porque trata de inculcar la idea de que las ideas distintas son abyecciones. Pero el mal no piensa. Por tanto, el relato de la igualdad es una trampa fabricada para encubrir la vileza propia y atribuirla siempre al adversario. Digamos que la iniquidad consiste en hablar sólo de los curas que abusan, aunque sólo sean un X por ciento de todos los casos juzgados en España, hasta consolidar el marco mental de que los curas son abusadores. Así, sin matices. En cambio, cuando la liebre salta entre las filas propias, los repartidores de carnés de feminismo, como Yolanda Díaz, ocultan el escándalo. Porque no hay en ellos la menor intención honesta de acabar con la injusticia, sino simplemente de crear una narrativa política con la que obtener un beneficio en las urnas.Es muy ilustrativa la coordinación de las huestes próximas a Errejón para preguntar por qué la principal denunciante ha dado la cara tres años después de los hechos. Los promotores del 'sólo sí es sí' dejan caer que esta mujer quiere acabar con su portavoz. Es decir, del 'yo sí te creo' a las abusadas por los fachas hemos pasado a la presunción de inocencia de un comunista denunciado. Así funciona esto. Pero en su maquiavelismo llevan su condena. Para justificar su persecución a todos los curas a partir de que hay curas abusadores dicen que un sacerdote debe dar ejemplo porque eso es lo que pregona la Iglesia. Pues vamos a las declaraciones de Errejón cuando el pico de Rubiales: «Debe dimitir ya por su actitud absolutamente vergonzosa». Lo justo es concluir, por tanto, que el machismo comunista es doblemente grave. Incluso que es un oxímoron.
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