skye.satterfield
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Hubo una riada invisible la tarde del 29 de octubre . El agua y el lodo que destruyeron todo a su paso incorporaron otro tipo de sustancias : aguas negras y grises que rebosaron de alcantarillas, fertilizantes, pesticidas del campo o sustancias químicas utilizadas en la industria de la zona y plásticos que arrastró la corriente. Pero el volumen de la riada, una condena en el entorno urbano y agrícola, sirvió inicialmente para mantener a salvo los ecosistemas de la zona, en especial el Parque Natural de la Albufera. «Le puede haber llegado de todo, pero han sido sustancias químicas disueltas en una cantidad ingente de agua », resume el catedrático de Ecología de la Universidad de Valencia, Antonio Camacho. Gracias a ello, el impacto nocivo de los contaminantes sobre el paraje natural quedó limitado al principio. Pero esto podría estar cambiando. Al bajar el nivel de agua, la concentración de sustancias contaminantes ha ido elevándose y, además, hay otro elemento que podría amenazar los ecosistemas de la zona: varias depuradoras de aguas fecales y vertidos industriales han quedado dañadas por el impacto de la riada. «La cantidad de lodo que se ha depositado en el fondo de la Albufera puede colmatarse y alcanzar un palmo o dos de profundidad », advierte Andreu Rico, que es ecotoxicólogo e investigador en la Universidad de Valencia. En cualquier caso, hace un par de días, la concentración de oxígeno en La Albufera –esencial para la supervivencia de los ecosistemas– estaba al 80% , es decir, aún no habría riesgo de anoxia o muerte por falta de oxígeno. La rambla del Poyo desagua directamente en los arrozales de La Albufera , separado por una pequeña franja costera del mar Mediterráneo. Es un enclave atractivo para las aves, al que acuden hasta 300 especies diferentes. «Ha tenido un papel muy importante, ha permitido absorber y distribuir el agua», dice Camacho, que explica que La Albufera hizo de «esponja» de la riada y guió el agua hacia el mar, evitando que se dispersara a otras zonas urbanas. La duda es si el ecosistema sufrirá cambios tras absorber el impacto. «Una entrada de agua tan bruta l seguro que genera cambios en el ecosistema : es una perturbación muy importante, que se produce cada mucho tiempo», dice Camacho. Pero se hubiera dado igualmente de forma natural por la mera entrada de agua.Los tanques de tormenta, que habitualmente sirven para recibir la primera oleada del agua con más contaminantes, quedaron inservibles ante la magnitud de la riada y del territorio desde el que se arrastraban las sustancias contaminantes. Según Camacho, ha sido esencial que la actividad industrial o minera no fuera importante en la zona. Los contaminantes están más vinculados a la actividad urbana o agrícola, aunque está la incógnita de los combustibles de los coches, los cadáveres de animales o personas, y los grandes objetos como coches que hayan podido llegar. «Todavía no se puede cuantificar. No se sabe aún si han llegado coches, neveras, personas… es muy pronto », confirma Carles Sanchís, presidente de la junta rectora del parque, quien explica que desde la primera noche hubo bombas para ayudar a descargar agua al mar para intentar rebajar el nivel del lago y quien opina que la mayor parte del lodo se quedó en la zona de los arrozales o salió al Mediterráneo. Según explica, ya se han podido restablecer los niveles normales de agua, pero los técnicos siguen evaluando si se han producido otro tipo de daños: el principal, a la infraestructura de regadío de los arrozales aledaños, pero también a los colectores de la zona, que podrían acabar arrojando agua contaminada al parque. El muestreo de la zona en los próximos días ayudará a calibrar daños y hacer balance.
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