El horror y la memoria

Arlo_Funk

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En la historia de la ignominia hay una fecha marcada: 10 de junio de 1944. El lugar es Oradour-sur-Glane, un pueblo de 1.500 habitantes en la comarca del Limousin, a 25 kilómetros de Limoges. Las víctimas, 643 hombres, mujeres y niños, que fueron fusilados o quemados . Los verdugos: los oficiales y los soldados de la división Das Reich, integrada en el cuerpo de élite de las Waffen-SS .Han pasado 80 años desde la masacre y todavía se puede sentir una mezcla de horror y de vergüenza por aquel crimen del brazo armado de Hitler . Los europeos pueden ver con sus propios ojos lo que sucedió aquel día en Oradour porque, finalizada la II Guerra Mundial, el general De Gaulle decidió dejar la localidad tal y como quedó devastada por los alemanes.Hacía apenas cuatro días que los aliados habían desembarcado en Normandía. Los ejércitos de Eisenhower luchaban contra la Wehrmacht, que perdía terreno. El 7 de junio la Resistencia había sorprendido a una guarnición militar en Tulle, dando muerte a 39 soldados alemanes . Fue en ese momento cuando la Gestapo y las SS planearon una venganza por esos ataques que se llevaría a cabo contra la población civil de un apacible pueblo sin valor estratégico alguno: Oradour.Eran las dos y cuarto de la tarde del fatídico 10 de junio: un convoy de una veintena de camiones, blindados y vehículos entró en el pueblo, convertido en refugio de civiles que habían perdido su hogar. Venían de Limoges y la expedición incluía 150 soldados de las SS, vestidos con ropa de camuflaje, bajo la autoridad de Adolf Diekmann , comandante de las SS.Diekmann ordenó al herrero y pregonero de Oradour que solicitara a toda la población que acudiera a la plaza del mercado. La orden debía ejecutarse de inmediato y sin ninguna excepción, incluyendo enfermos, ancianos y niños. Los soldados comenzaron a entrar en las casas, sacando a punta de pistola a todos los habitantes. El comandante exigió al alcalde la entrega de 30 rehenes para ser fusilados por haber escondido armas y munición de la Resistencia.El Gobierno francés decidió dejar las ruinas de Oradour tal y como se encontraban cuando semanas después los aliados llegaron al lugar. Un memorial guarda las fotos de las víctimas y la historia de la masacreEl alcalde negó la acusación y se ofreció para salvar al pueblo. Diekmann despreció su gesto y ordenó que comenzaran las ejecuciones . Los soldados empezaron a fusilar en el acto a los hombres adultos delante de sus viviendas. Las mujeres y los niños fueron conducidos a la iglesia de Oradour tras comprobar que nadie se quedaba atrás. A las cinco de la tarde, dos soldados entraron en el templo para colocar una bomba sobre el altar . Tras la explosión, los miembros de las SS abrieron la puerta, empezaron a disparar y, para asegurarse de que no había supervivientes, arrojaron gasolina para quemar el templo. Sólo una mujer de 47 años pudo sobrevivir. El balance: 245 mujeres y 207 niños fueron asesinados en el interior de la iglesia. Había 19 ciudadanos españoles , exiliados en Francia, entre las víctimas de Oradour.Lo mismo que es posible hoy visitar Auschwitz , el Gobierno francés decidió dejar las ruinas de Oradour tal y como se encontraban cuando semanas después los aliados llegaron al lugar. Un memorial guarda las fotos de las víctimas y la historia de la masacre. Al pasear por los muros, las ruinas y las calles vacías, el viajero puede sentir el horror que todavía impregna el lugar. Da la impresión de que una bomba atómica hubiera arrasado la población. Coches oxidados permanecen como mudos testigos de aquellos asesinatos y queda la fachada de un garaje con una placa de Renault. Pequeños signos de una gran ignominia.En enero de 1953, hubo un juicio en el que se sentaron en el banquillo 21 militares de las SS. Diekmann había muerto en combate tres semanas después de la masacre al estallar un proyectil. Fue enterrado en un cementerio militar alemán en Bayeux. Sólo dos mandos fueron condenados a muerte, pena que fue conmutada por la cadena perpetua. Seis años después, fueron puestos en libertad. Nunca hubo justicia para las 643 víctimas de Oradour, ese pueblo fantasma que testimonia que la maldad de algunos seres humanos no tiene límite.

 

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