fruecker
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El deporte es hoy en día una innegable industria cultural a nivel planetario. Los Juegos Olímpicos son el evento más visto cada cuatro años y las competiciones de las especialidades más populares llenan estadios y traspasan las fronteras de los países gracias a la televisión. Todo eso sin hablar de los sueldos millonarios que perciben las principales figuras.Noticias relacionadas estandar No Las retiradas Nadal, Kroos, Muguruza... los que dijeron adiós al deporte en 2024 Pablo Lodeiro Fernández estandar No Natación Mireia Belmonte cierra el año con una sonrisa al ganar en su debut en la Copa Nadal Javier AsprónSin embargo, para llegar a este punto hubo que contar con una premoción primigenia realizada por el Imperio Británico en las dos centurias precedentes. Sí, en una confirmación plausible de que el deporte es cultura, hay que remontarse a la influencia que tuvo la Gran Bretaña en conformar la industria del espectáculo del actual siglo. Sobre todo a partir de su segunda colonización, la que realizaron en el XVIII y el XIX merced a su gran dominio de la navegación, la tecnología y el comercio. Por eso, no deja de ser recurrente en todos los foros la comparación entre las influencias que las actividades lúdicas de los españoles y los británicos tuvieron con el paso de los años en sus territorios .«El caso español es totalmente diferente al británico, por el absoluto domino de los toros, el teatro y los carnavales sobre todos los demás. Aunque había una cierta tradición deportiva proveniente de los mayas, los actos taurinos lo monopolizaban todo y hoy en día han llegado mermados a un mundo más uniformizado en otro tipo de actividades», explica David García Hernán, catedrático de Historia Moderna de la Universidad Carlos III. Para el docente, «hubo prácticas culturales en las elites anglosajonas (deportes modernos, empleo del inglés y otras costumbres) y un 'imperio informal' en las grandes ciudades portuarias latinoamericanas o chinas, que se fueron desarrollando a gran velocidad por el efecto imitativo de las elites en la población, especialmente en las clases medias. Estas influencias culturales se readaptaron a las costumbres locales y formaron un cierto sincretismo idiomático, religioso y de otros tipos». De esta forma, los británicos aprovecharon los grandes medios marítimos que tenían a su alcance para realizar una segunda conquista, como apunta el profesional de golf Domingo Hospital, investigador del diseño de campos clásicos. «En la segunda colonización británica, la tecnológica de finales del siglo XIX y principios del XX, dado que tenían a los mejores ingenieros de minas, ferrocarriles, puentes, presas y eléctricos, es cuando exportan el golf por todo el planeta . Hasta mediados del siglo XIX se jugaba básicamente en Escocia, mas cuando años después con la llegada del ferrocarril a todos los pueblos se populariza en Inglaterra, pasa de haber 150 campos en 1870 a 1500 en 1890; esto fue todo un boom».Y claro, cuando ese entorno se les quedó pequeño, fueron los propios ingenieros ingleses que se desplazan por el orbe quienes exigieron a las grandes compañías para las que trabajaban que les construyeran campos. Las rutas que les llevaban por sus dominios empezaron a sembrar de recorridos esmeralda sus puntos de atraque y, así, lugares tan dispares como Sudáfrica, la India, Australia, Hong Kong, Malta o Egipto vieron cada vez más terrenos verdes y banderas en los que «las capas dominantes pudieron practicar tanto el golf como los otros 'deportes modernos' de entonces (como el cricket, el rugby, el 'football', el polo, etc.), con una proyección que, muy exitosamente, ha llegado hasta nuestros días», prosigue Hospital. Esta situación, no obstante, no ha triunfado por casualidad o de una manera inocente, sino con una cierta brusquedad, en opinión de García Hernán. «Comparando la escasa proyección hoy en día de las actividades del mundo hispano con las del británico se entiende porque se produjo una 'dictadura cultural anglosajona' en la que su influencia ha sobrepasado su propio espacio para invadir los de otras culturas. Esto ha sucedido con el deporte, que es más inofensivo, pero sobre todo con el idioma, que se ha convertido en nuestros tiempos en un arma indispensable para moverse de un modo competitivo en una sociedad global. Ahora hay que dominar perfectamente el inglés en cualquier profesión, lo que nos coloca en clara desventaja con respecto a ellos», advierte.El puro carisma británicoEl golf, gracias a la llegada de grandes ingenieros y de los mejores medios técnicos a todas las partes del planeta, comenzó a sentirse como un juego internacional. «Muchas de las compañías contrataban entonces a los mejores arquitectos de campos de golf para que se los diseñaran y su calidad era de tal calibre, que en casi todo el mundo los primeros que se hicieron fueron los mejores que persisten hoy en día», prosigue Hospital. Según sus datos, el 70% de los cien mejores campos mundiales de la actualidad están firmados por mitos del diseño como Herbet Fowler, Allister Mackenzie, Donald Ross, Harry S. Colt o Tom Simpson, algunos de ellos en países fuera de su entorno como España, donde el primero dejó su impronta en Puerta de Hierro o Pedreña, y el segundo en Terramar o Málaga. Y eso lo corroboran los propios jugadores actuales, como Gonzalo Fernández-Castaño, siete veces ganador en el Circuito Europeo. «Yo soy un enamorado de la historia del golf, del clasicismo y de la pureza de sus valores. Por eso me encantan los diseños antiguos y ver cómo los británicos eran capaces de jugar con los terrenos y las condiciones de la vegetación para sacar lo mejor de los jugadores. En España tuvimos la fortuna de que los primeros campos que se construyeron hasta la Guerra Civil los hicieron ellos (el primero, por comerciantes en Gran Canaria y después, en la península a través de Río Tinto, por los ingenieros que trabajaban en la mina). Y me da mucha pena que todo ese sabor que se respira en los clubes iniciales se frenara en la segunda mitad del siglo pasado. A raíz del desarrollo de Sotogrande por Robert Trent Jones empezó una moda de contratar a diseñadores estadounidenses que ha llegado a nuestros días. Ahora estamos igualados al resto de los países, para mal . Hemos perdido ese carisma auténtico del golf para caer en una globalización en la que todos los recorridos son iguales», se lamenta.Noticia Relacionada golf estandar Si El hijo de Tiger Woods, mejor que el padre: hace su primer hoyo de un golpe con solo 15 años Ángel Luis MenéndezEsa cariño por la pureza la comparte su compañero José Manuel Lara, vencedor en Honk Kong, que confirma que «estar en ese recorrido y en esa casa club te transporta a cualquier club inglés. Hasta las juntas directivas son británicas. Y lo mismo sucede en Royal Cape Town, Royal Merlbourne o Royal Calcutta. Tienen un sabor muy especial», indica el valenciano. Otro golfista que ha pisado todos esos lares es el veterano Manuel Piñero, que apunta que «todos esos campos fueron en su día las mejores embajadas de los británicos, donde se establecían relaciones y negocios con la alta sociedad de esos países. Los que nos dedicamos a esto debemos estarles muy agradecidos por haber transmitido el espíritu deportivo por el planeta », concluye.
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