El gato montés, uno de los grandes olvidados de las políticas de conservación, es cada vez más difícil de observar en amplias áreas del centro y sur de la península Ibérica, sobre todo en la zona occidental. Afronta una desaparición silenciosa a la par que el otro felino peninsular, el lince ibérico, sale del peligro de extinción. En el norte y el noreste (cordillera Cantábrica y Pirineos), el mamífero ―de mayor tamaño que el gato doméstico y con una cola surcada por unos anillos oscuros― todavía mantiene poblaciones saludables. En esa debacle, se ha extinguido o su estado es crítico en casi toda Extremadura, incluso en espacios protegidos como Doñana (Huelva), Monfragüe (Cáceres) y Sierras de Tejeda y Almijara (entre las provincias de Granada y Málaga). Detrás de esta decadencia están la escasez de conejos, los atropellos, la caza furtiva, la hibridación con gatos domésticos e incluso la reintroducción del lince, que desplaza o mata a los gatos salvajes al considerarlos competencia, indica el biólogo y personal investigador de la Universidad de Granada José María Gil.
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El gato montés, el felino olvidado, afronta su desaparición en el centro y sur de la Península
Los científicos piden que se catalogue a la especie como amenazada en las áreas en las que se está extinguiendo. En el norte y noreste todavía quedan poblaciones saludables
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