Kaylin_Cormier
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Cuando Sevilla rompe un canon es obligatorio enfriarse antes de sacar conclusiones. Con la Magna se han abierto varios debates que conviene no resolver viendo la retransmisión de Canal Sur, que fue una exquisitez impagable. Hay que echarla al suelo y aplicarse la brisa gélida de la tarde Inmaculada. Hay un sector cofrade que ya está planteando la idea de que la carrera oficial de la Semana Santa se mude al Paseo Colón. El experimento funcionó y ha puesto otra vez sobre la mesa la necesidad de ampliar el itinerario litúrgico de las hermandades para adaptarse al crecimiento que han tenido el público y los propios cortejos. La idea de una grada de pago que permita ampliar el número de abonados y, en consecuencia, los ingresos de las cofradías junto con otro espacio popular, un tendido de sol por decirlo en términos taurinos, late en la ciudad desde hace años. Pero todas las alternativas se han diseñado dejando de lado un aspecto nuclear: hay que ir a la Catedral. La Semana Santa de Sevilla no puede concebirse eludiendo la obligación de hacer estación de penitencia en el gran templo cristiano de España. Desde el sínodo de 1604 viene siendo así por decisión del cardenal Niño de Guevara y eso es lo que otorga a la Semana Santa de Sevilla un valor penitencial que han intentado copiar en todas partes. Por eso creo que todas las opciones de ampliación de la carrera oficial deben pasar por la Avenida. Todo debe ser alterable menos la esencia. Porque si modificamos la filosofía, traicionaremos a la historia. Cada generación tiene derecho a sumar para que quede su huella en el tiempo, pero no a adulterar el sentido de lo que ha heredado. Otro de los debates que se han generado con la Magna es el de la seguridad. El miedo a un suceso devastador viene sometiendo a las cofradías desde las famosas carreritas de la Madrugada. Hay en el ambiente un temor latente a que algún desaprensivo aproveche la vulnerabilidad de la Semana Santa para cometer una tropelía. Por eso las autoridades están aplicando un celo sin precedentes a todos los operativos relacionados con las procesiones. Pero hay que encontrar el término medio para que las decisiones policiales no adulteren la idiosincrasia de las hermandades en la calle. La escasez multiplica el peligro y el exceso reduce la espontaneidad. La Magna ha sido un éxito en cuestión de seguridad, pero queda en el aire la idea de que a lo mejor se ha generado un miedo disuasorio que ha enfriado el fervor popular. Y por último está el debate de los hitos extraordinarios. El alcalde dijo en el Foro ABC que no hay tasa cofrade que pague la salida de una hermandad populosa. Yo voy un poco más lejos: no hay corazón cofrade que soporte la saturación. La verdad de la Semana Santa está en la espera, en el cartel de Casa Moreno que anuncia los días que quedan para el próximo Domingo de Ramos. Hay efemérides justificadas, pero también las hay que no tienen un pase. No pasa nada por debatir estas cosas fríamente, sin acaloramientos. Con el propio frío de la Magna.
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