walter.hayley
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Es la crónica de un final que se veía venir desde hace tiempo. Disney Channel desaparecerá en justo un mes, en la mágica noche de reyes de 2025. La compañía de Mickey Mouse apaga su frecuencia para centrarse en su plataforma bajo demanda, Disney Plus. Poco sentido parece que tiene ganar millones en el alquiler de un canal de TDT en tiempos en los que los más pequeños nacen casi con un móvil o tablet en la mano. Son cuidados por sus dibujos animados favoritos desde las mini pantallas que llevamos todos en el bolsillo.
Aunque el éxito de Walt Disney siempre ha ido vinculado a su capacidad de entender el poder de la televisión tradicional para implicar a su audiencia en sus diversificadas producciones, tanto en ficción audiovisual como en parques temáticos. Pionero en usar la tele para promocionarse, primero con programas desde el canal ABC que terminó siendo de la propia Disney y, más tarde, con canales temáticos propios.
Así en 1983 Disney Channel se estrenó en Estados Unidos. En España, tras Club Disney en TVE y Telecinco, llegó en 1998 a través de la televisión de pago. Pero en 2008 se hizo una carambola e irrumpió en el abierto de la TDT para competir con Clan TVE, aprovechando que las compañías que lograron licencia de televisión en abierto no supieron crear canales con un ADN propio y optaron por alquilar sus canales a operadores con una idea de negocio experimentada y definida.
Ahora, Disney Channel va cerrando en los países que emite por el cambio de consumo: qué sentido tiene esperar un horario para ver los dibujos animados cuando puedes encontrarlos con solo un clic cómo, dónde y cuándo quieras.
Pero, a la vez, Disney no suprime otros canales que guarda en el pago. Son Disney Junior y Baby TV, enfocados al público infantil. Tampoco los adultos National Geographic o Star, que siguen sus emisiones prendidas a pesar de que su catálogo también se encuentra bajo demanda.
Porque la televisión lineal sigue vigente. Los canales clásicos se mantienen como esa vitrina en la que colocar producciones destacadas y que el espectador las descubra gracias al poder del zapping que ahorra la necesidad de pasarse largos minutos pensando qué ver en un catálogo extensísimo. El mando a distancia nos sigue ahorrando el peaje de la paradoja de la elección.
Disney Channel se va de la competitividad en abierto. Pero no sería extraño que renaciera de otra manera más adelante. Incluso dentro de la plataforma Disney Plus. Porque los canales lineales ahorran mucha inversión de márketing y, también, mucha energía en el ojo de la audiencia potencial, pues la emisión lineal nos enseña la oferta con solo encender un aparato. Una oferta que primero nos percatamos de que existe en la liturgia de la tele tradicional que se encuentra con nosotros y que luego, si nos engancha, ya podemos ir a tiro hecho en su búsqueda a la carta. Y, allí, la vemos en bucle si es necesario. Pero, tal vez, sin la casualidad de la tele tradicional no hubiéramos sabido que existía tal programa perdido en la marabunta del inventario de producciones. Somos así de contradictorios. La tele bajo demanda necesita a la tele de siempre. Y viceversa.
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