El fin de la 'X'

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ihahn

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La antigua 'Sala X' de las calles Trajano y Amor de Dios escondía, tras su sórdido cartel de los tiempos del cine del destape, los vestigios de la Sevilla del pasado siglo. El inmueble neomudéjar de Aníbal González fue concebido como un proyecto híbrido, con un escenario y un salón de variedades para cupletistas y espectáculos ligeros en el patio, además de ocho viviendas en las plantas superiores. Tras una larga decadencia, su estado ruinoso lo abocaba a la demolición y la reconstrucción como edificio de viviendas, conservando tan solo sus dos imponentes fachadas. Ni tenía ricos ornamentos en su interior, ni era un lugar especialmente vistoso, pero sus modestos muros de ladrillo y azulejo conservaban parte de la esencia de 'los felices años veinte' en Sevilla.La antigua crisis del ladrillo lo salvó de la picota... y las voces que luego se alzaron a favor de su conservación lograron preservar su integridad mediante su declaración como Bien de Interés Cultural (BIC). El edificio neomudéjar estaba salvado, pero no era fácil encontrar un inversor que pudiera hacer viable un negocio en un inmueble declarado en ruina y que debía mantenerse inalterado en el futuro como teatro. Paradójicamente, su catalogación pudo ser la condena a seguir siendo eternamente un edificio fantasma.Pero el salón de variedades encontró dos padrinos. El primero fue el empresario madrileño Emilio Castillejos, quien adquirió la antigua Sala X y lideró un proyecto que recuperaba la fisonomía del escenario y convertía las antiguas viviendas en una veintena de habitaciones de hotel, restableciendo la imagen original del edificio. Una altísima inversión para un proyecto con pocas plazas cuya rentabilidad era incierta. Y pese a ello, unos nuevos inversores han tomado ahora el control del hotel. Se trata de Daniel Entrecanales Domecq (consejero de Acciona) y su socia y amiga Cristina Lozano, quienes ya abrieron, durante los años de pandemia, el hotel boutique Cristine Bedfort en Mahón (Menorca), un cinco estrellas con tan solo 21 habitaciones. Su siguiente reto es abrir el Cristine Bedfort de Sevilla el próximo año, que incluirá también una zona gastronómica.Si la reforma integral del edificio hubiera dependido de alguna administración pública, quizá no se habría acometido jamás. En un momento en el que tanto se cuestiona la saturación del centro, este edificio constata que el turismo es también una vía sostenible para regenerar espacios que arrastraban décadas de degradación. En este caso, por la singularidad del hotel, la inversión requiere una dosis adicional de romanticismo por parte de sus promotores. Un desenlace de película que despeja la 'X' final del viejo cine largamente abandonado.

 

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