Al oeste de la ciudad de Tarragona, el paisaje se torna abrupto, con grandes montañas cubiertas de vegetación. Entre ese despliegue de naturaleza podemos encontrar desde pintorescos pueblos, como Prades o Mont-roig del Camp, hasta edificios históricos escondidos entre los bosques como el impresionante Castillo Monasterio de Escornalbou de Riudecanyes.
Esa antigua construcción es una de las visitas más interesantes que podemos hacer en la comarca de Bajo Campo. Concretamente, se encuentra en el municipio de Riudecanyes, sobre una montaña de 700 metros de altura.
De castillo y monasterio a mansión señorial
El Castillo Monasterio de Escornalbou de Riudecanyes, tal y como lo vemos a día de hoy, data de principios del XX, cuando se edificó como una mansión señorial. Sin embargo, esta se levantó aprovechando la estructura de dos construcciones anteriores de época medieval: el monasterio de Sant Miquel, fundado en 1153, y un castillo que a su vez estaba construido sobre los restos de una fortaleza romana.
Durante más de seis siglos, ese conjunto arquitectónico fue el centro de la Baronía de Escornalbou, un territorio histórico creado en el siglo XII tras la reconquista de la montaña de Escornalbou, y que comprendía los pueblos de Duesaigües, Riudecanyes, Vilanova d'Escornalbou, L'Argentera, Colldejou, Pradell de la Teixeta y la Torre de Fontaubella. El rey Alfonso I ordenó levantar aquí una iglesia y un monasterio dedicados a San Miguel. Sin embargo, con la Desamortización de Mendizábal de 1835 el lugar quedó abandonado y poco a poco se fue convirtiendo en una ruina.
No fue hasta el año 1911 cuando encontró un nuevo dueño. "Su propietario, el diplomático, egiptólogo y filántropo Eduard Toda, siguió la moda de la época de convertir edificios históricos en residencias burguesas", explican desde el portal del patrimonio cultural de Cataluña. Así, lo reformó por completo, construyendo incluso algunas torres imitando el estilo medieval.
Una casa burguesa de principios del siglo XX
A día de hoy, de lo que fue el antiguo monasterio, solamente se conserva la iglesia románica, además de algunos restos de la sala capitular. En cuanto al antiguo claustro, se trasformó en un mirador-jardín que nos regala unas bonitas vistas al Campo de Tarragona.
Por otro lado, el castillo se convirtió en la casa señorial y fue "el escenario de encuentros de las principales figuras de la Renaixença catalana", señalan. En esta parte destaca la biblioteca y una amplia colección de grabados, cerámica y muebles que Eduard Toda había coleccionado en sus viajes. Los visitantes que se adentren en esta mansión señorial declarada Bien Cultural de Interés Nacional harán un auténtico viaje en el tiempo, viendo en primera persona cómo era una casa burguesa de principios del siglo XX.
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