gusikowski.malcolm
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Hay un colegio en Quart de Poblet (25.590 habitantes) desde el que se ve el río Turia. Tres kilómetros hacia abajo, a ocho minutos en coche, se sitúa Aldaia (31.000 habitantes), una de las poblaciones anegadas por la dana, donde el desbordamiento del barranco de la Saleta (allí lo llaman el barranquet) se ha cobrado la vida de, al menos, seis personas. Un profesor de ese colegio de Quart de Poblet, Francesc Nogales, cree que ellos se han salvado precisamente por su cercanía al Turia —que pese a las lluvias no se salió de su caudal— y la suficiente lejanía del barranco. “Ha habido daños materiales, el agua llegó a arrastrar algunos coches, y por las calles hay mucho barro y lodo, pero no ha habido víctimas”, cuenta el docente, que agrega que todos los colegios están bien y solo requieren labores de limpieza. Aunque a su pueblo no ha llegado la muerte, muchos de sus alumnos, de tercero de primaria, conocen a personas de pueblos devastados, han visto imágenes por la tele e incluso comparten aula con una niña de Aldaia, cuya familia está bien. Son niños que han vivido una situación dramática y que este martes vuelven a clase una semana después del cierre de los centros educativos.
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La guía cómo hablar con los niños sobre desastres naturales para los docentes
En su guía Cómo hablar con niños y niñas sobre desastres naturales para docentes, la ONG Save the Children incluye cuatro consejos.
1. Tomarse el tiempo necesario y escuchar respetando los tiempos y necesidades de los niños. Es importante darles el espacio que necesitan, escuchar la información que conocen y saber cómo se sienten. No obligarles a hablar es fundamental. Tienen que saber que pueden hablar cuando quieran. Es posible que mientras un profesor esté dando sus clases, algún alumno pregunte específicamente sobre este tema, por lo que es importante valorar el impacto en el resto de niños. Puede utilizar frases como: “Qué importante esto que estás compartiendo, pero puede que haya personas que no quieran hablar de ello en este momento”, y, en caso de que haya algún menor que no quiera, proceder de la siguiente manera: “¿Te parece que busquemos otro espacio para poder comentarlo?
2. Adaptar la conversación. Dependiendo de la edad, los alumnos necesitarán mayor o menor detalle. Es importante informarles y no dar información no contrastada, debe ser clara y concisa. Dar muchos detalles puede ser abrumador y causar ansiedad. Es importante trasmitir que la información a la que acceden o les llega puede no ser del todo fiable y oficial, porque la desinformación o los bulos que pueden circular por Internet o las redes sociales pueden llegar a generar sentimientos de ansiedad en lugar de dar respuesta a sus preguntas.
3. Validar sus sentimientos. Cuando un niño se siente escuchado, puede llegar a sentir un verdadero alivio. Frases como “entiendo que te sientas así, ha venido sin avisar esta situación” o “siento que esto te afectó mucho. ¿Quieres hablarlo o estar en silencio un rato?”, pueden resultar de gran utilidad.
4. Primeros auxilios psicológicos en situación de emergencia o crisis. Es importante detectar señales físicas de angustia (está temblando, llorando, respirando rápido o se muestra rígido); observar el comportamiento del menor (si evita el contacto visual, si se aísla de otros o se muestra inusualmente quieto o, al contrario, demasiado inquieto); escucharle (darle tiempo para hablar sin interrumpirlo), y conectar (sentarse a su altura para no intimidarlo y mantener un tono de voz tranquilo y calmado).
El desafío de la vuelta a clase en las zonas más afectadas por la dana: “Después de los buldóceres, queremos buses escolares en las calles”
24 municipios han comunicado que esta semana los colegios permanecerán cerrados por “razones de fuerza mayor”. Las ONG piden máxima celeridad a las administraciones para el diseño de espacios seguros para los 40.000 escolares afectados
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