El cine argentino lleva su combate contra Milei al festival de San Sebastián

adeline45

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El cine argentino sí tiene quien le quiera. Directores, actores y productores han vivido este martes una jornada muy especial en el festival de cine de San Sebastián que convocó un acto de apoyo a la cinematografía de Argentina, ante el desmantelamiento de su industria y la absoluta falta de apoyo por parte del Gobierno de Javier Milei, que pone en una situación delicadísima y preocupante el futuro del cine independiente del país. “Es muy triste y desolador, pero no nos queda otra que estar en la trinchera resistiendo y, ante los embates, seguir haciendo el cine en el que creemos que tiene un lugar en el mundo”, aseguró el director Diego Lerman, que ha presentado en la sección oficial de Zinemaldia la película El hombre que amaba los platos voladores.

El acto, en el que ha participado el director de Zinemaldia, José Luis Rebordinos, y el presidente de la Academia de Cine de Argentina, Hernán Findling, ha reunido en la escalinata del Kursaal 1 a directores, como Diego Lerman o Nicolás Gil, actores como Leonardo Sbaraglia y Renata Lerman y productores, como Gabriel Hochbaum, entre otros. “En estos momentos tan difíciles recibir tamaño apoyo, solidaridad y visibilidad por parte de un festival como el de San Sebastián es realmente conmovedor e importante para nosotros”, dijo Lerman en declaraciones a este periódico.

El acto de apoyo, que también ha contado con la presencia de los vicepresidentes de la Academia de Cine de España, Rafael Portela y Susi Sánchez, y ha coincidido con la presentación en la Sección Oficial del filme de Diego Lerman, y del documental Traslados, que indaga sobre los conocidos como vuelos de la muerte durante la dictadura de Argentina (1976/1983), que dirige Nicolás Gil. En total, la 72ª edición del festival acoge 16 películas producidas total o parcialmente en Argentina, en las distintas secciones.

El director del festival de cine de San Sebastián, José Luis Rebordinos, abrazado por el actor Leonardo Sbaraglia en el acto de apoyo al cine argentino celebrado en el Kusaal el 24 de septiembre.

Rebordinos leyó un manifiesto de la dirección del festival de San Sebastián en el que mostraba la solidaridad con la industria argentina y su rechazo ante las políticas del Gobierno de Milei que “ponen en peligro el desarrollo no solo de su cinematografía, sino también de su cultura”. El director de Zinemaldia, tras asegurar que el acto no era una intromisión en la política argentina, dijo que el festival no puede mantenerse al margen “del desmantelamiento de una cinematografía nacional por parte de un Gobierno que justifica una dictadura militar que asesinó a miles de ciudadanos”. Rebordinos extendió esta solidaridad a otras industrias de cine de Latinoamérica, que están pasando por dificultades, como la venezolana, donde gran parte de su cine “se está haciendo desde el exilio” y terminó su alocución con: “Aguante el cine argentino”, mientras los asistentes gritaban: “La patria no se vende”.

Con la llegada al Gobierno de Javier Milei, en diciembre de 2023, la situación de la cultura en Argentina está atravesando momentos especialmente preocupantes. Los drásticos recortes gubernamentales han golpeado con dureza a la industria. “Es un momento trágico y oscuro. Tenemos un Gobierno que nos ataca y nos ha declarado enemigos no solo al cine, sino al sector de la cultura en general, también la educación, la salud o la ciencia. Tenemos que poner en relevancia no solo lo que hacemos, sino lo que creemos. Ahora no solo no tenemos apoyos, sino que somos atacados permanentemente en torno a mentiras. En algún momento esto pasará, pero el problema es el daño que deje y lo que va a costar reconstruir. Tristemente, los argentinos estamos acostumbrados a la reconstrucción permanente”, explica Diego Lerman, en una conversación con este periódico junto al protagonista de su película, Leonardo Sbaraglia.

“A diferencia del 2001, ahora no sabemos el alcance y hasta donde va a seguir esta especie de vacío y este ataque evidente. Nosotros no hemos atacado a nadie y nos hemos encontrado con un escenario de conflicto que ha planteado el gobierno de Milei”, asegura Sbaraglia. “Lo último que queremos es estar hablando de esto cuando estamos presentando una película maravillosa que hemos hecho con gente que se rompe el culo, como yo que llevo casi 40 años de profesión para poder crecer, para poder hacer mejor mi oficio y para que el público sienta una dignidad y una comunión y una inspiración en relación con el trabajo que uno hace”, se lamenta indignado el actor, quien recordó las palabras del director Adolfo Aristaraín, al recoger en Buenos Aires el premio de la Academia de Cine de España: “No es que hay que salvar al cine, hay que salvar a la Argentina”.

El presidente de la Academia de Cine de Argentina, Hernán Findling, en el cargo desde enero de 2022, habla de una situación “compleja”. “Se está produciendo cine en Argentina, pero casi únicamente cine industrial, comercial o de plataforma. El INCAA (Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales) no está fomentando el cine independiente desde principios de año, lo que provoca que no se pueda filmar ninguna película. El INCAA era el sostén de las producciones de autor. Ahora solo se hacen películas comerciales y masivas, algo que me parece bien, pero es imprescindible que siga habiendo cine de autor, aquel más que es más experimental y de donde salen los grandes realizadores. Sin eso, el cine argentino será comercial en su totalidad, con la consiguiente pérdida de la cultura”, asegura el presidente de la Academia, institución que se ha convertido en la cara visible y el referente del cine argentino dentro y fuera de su país y en los grandes festivales del mundo. Findling confía en la negociación con los responsables del INCAA y se muestra optimista. “Creo en el cine argentino y su talento. Los argentinos pasamos ya muchas subidas y bajadas y siempre nos recuperamos”, añade.

Para Nicolás Gil, director de Traslados, las consecuencias de la política que está llevando a cabo desde el INCAA son nefastas. “El discurso del director del INCAA es el de que todas las películas que se han hecho en Argentina desde el año 2000 son malas. Claramente no vio ninguna. Claro que si se hacen 200 películas al año las hay malas y buenas, como en todos los países, pero desconocer una cinematografía tan potente y que le ha dado tanta visibilidad a un país dentro y fuera es muy preocupante. Para ellos la cultura no sirve. La cultura es la identidad de un pueblo. Si el Estado no acompaña a su cinematografía terminamos con la identidad de un país”, asegura Gil.

La actriz y productora del documental Traslados, Zoe Hochbaum (Buenos Aires, 25 años) habla del “momento delicado” que está viviendo su país, también con la negación de las atrocidades de la dictadura militar. “El cine es fundamental, no es una mera herramienta de entretenimiento. El cine nos cuenta la historia de un país. Con Traslados estamos contando algo que pasó. El cine vuelve eternas las cosas. Se le está dando la espalda a algo más que a un entretenimiento. Aporta mucho en una democracia”, explica Hochbaum, decidida a no bajar los brazos.

A todas estas voces, se ha unido también la escritora y periodista argentina Leila Guerriero, miembro del jurado de la Sección Oficial en esta 72ª edición. “La política cinematográfica del Gobierno de Milei está regida únicamente por el mercado y el número de entradas vendidas. Se impide de esta manera la voz autoral, lo cual es sumamente alarmante”, dice Guerriero, que se pregunta: “Además, ¿quién sabe de antemano si una película va a tener éxito o no? ¿Cuál es la concepción del éxito?”

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