El Betis de los béticos y el nuevo contexto del fútbol

Mattie_Moen

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Ángel Haro y José Miguel López Catalán aterrizaron en un Betis inestable entre 2014 y 2015 a fuerza de comprar paquetes pequeños y medianos de acciones que les fueron dando una cuota suficientemente relevante en un contexto tan complejo como la judicialización total del club (tanto en su gestión como en su propiedad). No era fácil dar ese paso puesto que otros anteriormente cayeron fulminados, achicharrados, cuando se acercaban a un club infestado de luchas intestinas, donde cada esquina era una trinchera y con una maraña de pleitos que espantaban todo lo bueno que podía haber alrededor, con actores tan poco apreciables como Lopera y Oliver dejando tierra quemada a su alrededor. Ambos dieron el paso, bien soportados por una estructura de la oposición a Lopera que buscaba caballos blancos y que encontró a dos jóvenes empresarios, limpios de cuotas pretéritas y que tenían en la cabeza un Betis moderno y ambicioso. Así salvaron el match ball del 23 de septiembre de 2015 ante Castaño y el loperismo con una corriente de apoyo popular impresionante, consiguiendo acciones peña por peña y presentando un proyecto de futuro que nueve años después está claro que han sabido desarrollar.Código Desktop Imagen para móvil, amp y app Código móvil Código AMP Código APPEntre sus conceptos clave estaba conseguir un Betis unido y estable. Abordaron la salida de la judicialización con la resolución del conflicto con Lopera y Oliver y la atomización de las acciones en el conocido paso hacia el Betis de los béticos que nacía en el 15-J como concepto quimérico. Ahí dieron Haro y Catalán el salto hacia la consolidación de su liderazgo, ganando todas las juntas a pesar de contar con una recurrente oposición con caras cambiantes entre Castaño, Salas, Galera, Caro Ledesma, Serra ... Su cuota accionarial fue creciendo con un esfuerzo económico considerable (más de 25 millones de euros) pero paralelo al crecimiento de la entidad abordando iniciativas muy necesarias (estadio, ciudad deportiva, estructuras, cantera, modernización, profesionalización, cooperación, medio ambiente, precios más baratos para los niños, nuevas secciones, medios de comunicación del club) que acompañaban a un Betis asentado en Europa y con referentes sobre el terreno de juego y en el banquillo hasta alcanzar el título de la Copa del Rey.En este camino, con un accionariado tan diseminado dado que hasta 13.000 béticos tenían participaciones del club la entidad abordaba un nuevo escenario con la ampliación de capital necesaria tras los estragos económicos del Covid-19 y el error en la apuesta por el mercado cuando éste se detuvo abruptamente y también un panorama general del fútbol español y mundial en el que el concepto de las sociedades anónimas planteadas como clubes se convierten en aldeas de Asterix ante tanto mastodonte. Nada más hay que mirar alrededor para ver que los equipos más importantes de España (quitando a Real Madrid, Barcelona, Athletic y Osasuna, que siguen siendo clubes y no sociedades anónimas deportivas) tienen un reparto accionarial bien unipersonal o bien distribuido entre unos pocos que bien están asociados o tienen una correlación de fuerzas que permite una estabilidad. Villarreal, Atlético, Girona, Mallorca, Celta, Rayo, Las Palmas, Getafe, Valencia o Espanyol tienen un dueño mayoritario e indiscutible (y muchos de ellos extranjero), mientras que Real Sociedad o Sevilla encuentran un equilibrio entre diferentes accionistas de peso que se apoyan, aunque en el caso del club de Nervión está ahora en cuestión por discrepancias entre ellos.El Betis apuesta por esta situación de varias figuras visibles y todas con raíz bética como son Haro, Catalán, Caro Ledesma, Galera, Joaquín, García de la Borbolla, Castaño, Romero Álvarez, Unay, Herrera, Ortega o González de Castro. Es evidente la filiación de todos ellos con el club, su origen y su apuesta. Ninguno es extranjero o tiene su residencia fuera. Todos tienen cara y ojos y son indiscutiblemente béticos. Sí es cierto que el paso dado con la ampliación refuerza esta situación y transforma el Betis de los béticos como concepto democrático y popular pero menos controlado a la hora de garantizar estabilidad sobre un proyecto, con lo que ello conlleva para patrocinadores e inversores. Siguen los béticos con sus acciones individuales en la mayoría de los casos dado que nadie les quita su propiedad pero reducen su cuota de poder al 36 por ciento estando todos unificados. Sigue siendo un porcentaje muy alto teniendo en cuenta que de los accionistas de referencia sólo tres pasan del cuatro por ciento en estos momentos pero no es la atomización anterior, que era rica en cuanto a su romanticismo pero menos práctica a la hora de gobernar o de fiscalizar a quien lo hace. Bien es verdad que al no haber un único poder, el equilibrio está en la correlación de fuerzas entre los personajes. Ahí es clave que sepan escuchar y hacer , como hasta la fecha ha sido su modo de operar.Los clubes suelen agradecer los tiempos de estabilidad, sobre todo en su economía (de ahí la mejoría en las cuentas del club o el acuerdo con Goldman Sachs para unificar la deuda), pero ahora Haro y Catalán han de garantizar que su gobierno con el 39 por ciento en sus manos sigue escuchando el parecer de los aficionados. No pueden encastillarse o romper el compromiso personal que han dado en muchas ocasiones de no vender a inversores extranjeros , más aún ahora que han abierto la puerta a su entrada con la reforma estatutaria que se aprobará en la junta de la semana que viene. Una cosa es que el contexto invite a tener una sociedad más fuerte y competitiva y con un rumbo fijo y otra la idea de que puedan hacer lo que quieran con el club. Ese tiempo ya pasó y, felizmente, hay muchos kilómetros de distancia entre el proceder de Haro y Catalán y el que vimos de Lopera y Oliver. El futuro dará o quitará razones en este y otro sentido.

 

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