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Irene guevara
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El Barcelona, tras años de turbulencias, ha encontrado finalmente estabilidad en una posición que durante tanto tiempo fue clave en su estilo y, a la vez, una fuente de preocupación: los laterales. La partida de Dani Alves dejó un vacío difícil de llenar en la banda derecha, mientras en la izquierda, tras la salida de Jordi Alba, también quedó huérfana tras la explosión de un Alejandro Balde recaído en sus lesiones. Se sucedieron los nombres, y Xavi Hernández encontró algunos parches temporales, pero las dudas se acrecentaron tras las marchas de João Cancelo, Marcos Alonso y Julián Araujo. Con los centrales bien cubiertos en un perfecto tándem entre la veteranía de Íñigo Martínez y la juventud de Pau Cubarsí, el reto de Hansi Flick se trasladaba a los laterales. Su decisión fue clara: Alejandro Balde, el único lateral natural del equipo, por la izquierda, y Jules Koundé, un central a regañadientes convertido en lateral derecho, en el otro costado. Pero el primero regresaba de una lesión tras una temporada irregular, y el segundo nunca escondió su disconformidad, aunque siempre cumplió. Sin embargo, Flick reencontró a aquel Balde de hace dos años y a un Koundé que transformó la incomodidad en virtud. Ambos, bien acompañados por arriba por Lamine Yamal y Raphinha, dos puñales ofensivos con más libertad para jugar por el interior o exterior gracias al sólido equilibrio defensivo de los laterales. Frente al Getafe, quedó claro.
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El Barcelona se revitaliza con sus laterales
La mejor versión de Jules Koundé, central natural, y un renovado Alejandro Balde tras su lesión empujan al equipo como pareja de laterales en un tándem perfecto con Raphinha y Lamine Yamal
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