Edgar San Juan, productor: “En México parece que entre más corrupto seas, más lejos puedes llegar”

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27 Sep 2024
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La realidad parece superar a la ficción en México. Un secretario de Estado se dejó embaucar a mediados del pasado siglo por un truhan europeo que se hizo pasar por aristócrata. El funcionario lo veía con ojos de divinidad y ansiaba juntar su casta con la sangre azul de Europa. El príncipe resultó un estafador y el escándalo alimentó los titulares de la época. La historia fue retomada por el escritor y periodista mexicano Luis Spota en una novela que ya es un clásico y obra de culto: Casi el paraíso, editada nuevamente por Planeta. Esa obra ha llegado al cine en una adaptación del productor, guionista y director Edgar San Juan (Ciudad de México, 54 años), con una feroz crítica a la clase política mexicana y al racismo y clasismo tan impregnados en la sociedad de este país.

La adaptación de San Juan narra la historia de un secretario de obras públicas (interpretado por el actor Miguel Rodarte) que aspira a tener la bendición del presidente para convertirse en gobernador de Oaxaca, el famoso dedazo de tiempos del PRI, que parece aún no eliminado del sistema político mexicano. El político come ansias porque el dedo aún no se posa en su rostro cuando aparece en escena un aristócrata europeo, el conde Ugo Conti (Andrea Arcangeli), quien en realidad es hijo de una prostituta italiana, que no conoció a su padre y estuvo preso en Italia por robo. Conti se trasmuta en gigoló y logra hacerse con una falsa identidad de aristócrata.

En México encandila a la hija del secretario de Estado y crea una trama para estafarlo. La boda se anuncia con bombos y en parte sirve para apartar de la atención pública —y gracias al poder de las redes sociales— una tragedia con decenas de muertos debido a la ineptitud y dejadez del Gobierno. Un guiño a la realidad en un México bañado en sangre. Entonces todo se sale de control: hay asesinatos de periodistas incómodos, chachullos en la sombra, un juego de poder oscuro y lleno de corrupción.

Los actores se lucen en una producción poderosa, filmada entre México e Italia. Sobresalen las actrices Esmeralda Pimentel, que tuvo que aprender italiano, o la joven Karol Sevilla, porque el director quiso darle a sus protagonistas femeninas roles potentes, diferentes a los de la historia original de Spota, con “tufillo machista”. La película ha logrado 40 millones de pesos en taquilla y ha sido vista por 600.000 personas, afirma el director en una entrevista con EL PAÍS en su departamento de Ciudad de México. De San Juan pone ante el público mexicano un espejo en el que se refleja y ese reflejo puede ser tristemente cómico y grotesco.

Pregunta. Retoma la historia de un truhan europeo que engaña a la sociedad mexicana del siglo XXI. ¿Por qué se nos hace tan creíble que esto pueda pasar en la era del boom tecnológico?

Respuesta. Porque vivimos en la época de la posverdad. Siento que es terrible que las nuevas generaciones adquieren la información a través de las redes sociales, donde tu puedes poner que llega el conde Ugo Conti y lo podemos creer. Es irónico que en esta época en la que tenemos más información en un celular que la que Reagan tenía en su biblioteca para tomar las decisiones junto con Thatcher en la Guerra Fría, estemos más desinformados y caemos en bulos, porque creemos lo que las redes sociales nos indican. Eso es propicio para que haya engaños y que Trump pueda decir todas las mentiras que quiera.

P. Es el espejo de una sociedad que más de medio siglo después de escrita la novela de Spota sigue siendo clasista y racista. Cito: “No hay nada que guste más a un mexicano que un extranjero blanco”.

R. Eso es muy fuerte y siento que en estos casi 70 años desde la publicación de la novela seguimos siendo un país profundamente racista, clasista. En México ser extranjero y blanco significa ser tratado mejor de lo que nos tratamos entre nosotros. Ese racismo tan profundo que tenemos, que quizás viene de la Colonia, aún no logramos sacudirlo y nos hace mucho daño y genera una cultura de inequidad, porque hay un trato muy distinto hacia la piel morena.

P. ¿Cree que la sociedad mexicana se vea de esa manera así misma, racista, clasista?

R. Creo que estamos muy consientes de eso, nos reconocemos como un país racista y clasista, tristemente, y no está cambiando lo suficientemente rápido.

Edgar San Juan director de la película Casi el paraíso, una adaptación de la  novela del escritor y periodista mexicano Luis Spota.

P. Ahora que estamos en plena controversia con España por las disculpas al Rey, ¿cree que exista todavía en México esa fascinación por las monarquías europeas?

R. Hay muchos mexicanos que aspiran a tener menos sangre indígena y a tener más sangre de cualquier otro lugar europeo. En la preparatoria tenía un compañero que hablaba con acento ibérico y todos le preguntábamos por qué lo hacía, que si había nacido en España o su familia era de allá, pero no, él nació aquí y toda su familia, pero decía que así hablaban en su casa. Y era un motivo de orgullo para él hablar así y utilizar el ‘vosotros’. Era muy raro. Siento que esta película está dedicada a esa gente que necesita reconocerse tratando de negar su herencia indígena.

P. Es un libro que se escribió hace casi 70 años, pero ha intentado darle clave feminista, con los personajes femeninos con posiciones muy fuertes.

R. Para mí esa era la base de la adaptación del siglo XXI. En la novela estaba todavía el tufillo machista de la época, en la que los personajes femeninos eran meramente accesorios o si podían influir lo hacían por ser prostitutas y no tenían posibilidad de ser más causales en la narrativa. Cuando decidimos traerla al siglo XXI fue como una liberación, porque entendimos que los personajes femeninos podían florecer, volverse determinantes y acordes con el rol de las mujeres en México, porque ahora tenemos una mujer presidenta.

P. La mordacidad hacia la política mexicana es uno de los grandes aciertos. El México del partido único, el de quien no tranza no avanza. “Los políticos mexicanos son peores que la mafia italiana”, advierte uno de los personajes principales. Eso tampoco parece haber cambiado tanto.

R. Nuestra clase política no ha evolucionado al nivel que lo ha hecho la sociedad mexicana. Parece una contradicción, pero siento que la sociedad mexicana es generosa, chambeadora, tenemos una cultura fascinante, pero contamos con una losa muy pesada, que es nuestra clase política, que antes de ver por el bienestar común ven por sus intereses, sus beneficios económicos. Estoy muy decepcionado porque no hemos podido propiciar una clase política con una visión de nación y porque esa clase política ha permitido que haya inequidad, desequilibrio y una profunda división.

P. Hay en la cinta un guiño a un hecho terrible. La tragedia ocurrida en Hidalgo en 2019, que dejó 85 muertos, tras el estallido de una toma clandestina de gasolina. Esa catástrofe en la película se intenta esconder con un anuncio espectacular: la boda del falso conde con la hija del político. Es una crítica fuerte al cinismo de la política mexicana.

R. Siento que para los políticos, como lo hemos comprobado en los últimos años, es fácil utilizar cualquier bomba de humo para distraer la atención de cosas trágicas. La explosión de Hidalgo fue una tragedia brutal amparada en el tema del huachicoleo y de repente dicen: ‘¡Oigan, hay que pedirle disculpas al rey de España’. Lo mismo ocurre con una tragedia con migrantes en el norte del país, mueren por un error humano absurdo y se distrae la atención. Hay cosas muy tristes y dolorosas y no somos lo suficientemente críticos como nación para darnos cuenta de que nos dan atole con el dedo, para usar la expresión mexicana del engaño.

P. En México la corrupción es virtud, se afirma en la película.

R. Justo es eso. Parece que entre más corrupto seas, más lejos puedes llegar, porque parece que tienes más ideas y conocimiento, tienes el know how [el saber cómo] del chanchullo. Están estos ejemplos patéticos de Manuel Bartlett [exdirector general de la Comisión Federal de Electricidad], Francisco Garduño, del Instituto Nacional de Migración, Segalmex. Esta clase política parece impermeable a estos escándalos de corrupción.

P. Hay un episodio en el filme que duele. Un político afirma: “La tasa de suicidios de periodistas en México es cada vez más alta”. Ironía y cinismo en el país más violento para la prensa.

R. Eso es dolorosísimo. Siento que es algo de lo que no podemos quitar el ojo, pero la violencia contra el periodismo está normalizada. Siento que la pasada Administración, que se veía venir como un momento interesante para el periodismo, se volvió el periodo más trágico para los periodistas. Fue doloroso darnos cuenta de que ejercer el periodismo es más peligroso que ser policía o soldado. Eso tuvo una consecuencia en el quehacer periodístico, en las investigaciones de fondo y en la posverdad, porque se hizo más fácil repetir las mismas mentiras y las mismas bombas de humo en lugar de enfrentarse a temas más importantes sobre los que investigar. Los periodistas que lo siguen haciendo son héroes.

P. ¿Qué tan difícil fue filmar esta película? Hay detrás de ella una enorme producción, grabada a caballo entre México e Italia.

R. Fueron diez años de trabajo para poder consolidar la coproducción. Fue un verdadero privilegio filmar en Ciudad de México, Acapulco e Italia con los actores que soñamos. Se sumaron porque Casi el paraíso es una novela muy importante en nuestra cultura y porque se creó una mística de trabajo increíble que propició que los actores dieran un desempeño que la audiencia disfruta. Es una película que contó afortunadamente con fondos del Estado, con Eficine, que es el estímulo para producción cinematográfica que quizás es el motor del cine ahora en México, ya que se eliminaron Foprocine y Fidecine, dos de los fideicomisos culturales más importantes.

P. Los recortes por la llamada austeridad republicana. ¿Cómo han afectado al cine?

R. Ha sido brutal, porque eran dos fondos muy importantes. Foprocine para hacer películas de arte y Fidecine para más comerciales. Estaban inscritos por ley, es decir que cada año se daba una partida directa a estos fondos y, además, eran transparentes.

P. ¿Espera que las nuevas autoridades de Cultura mejoren las condiciones?

R. Tengo muchísima esperanza en la nueva secretaria de Cultura, Claudia Curiel, porque tiene una trayectoria dentro del mundo cultural bastante significativa. La nueva directora del Imcine, Daniela Alatorre, es una mujer muy comprometida con el buen cine y conoce muy bien el medio. Llegaron con muy buenas credenciales y el medio las recibió con mucha alegría. Creemos que hay esperanza para darle un mayor impulso a las artes cinematográficas, porque estamos en un momento clave de la industria audiovisual mexicana. Somos una industria que genera mucho empleo, muchos impuestos. Somos una potencia cinematográfica mundial.

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