‘Dos o tres cosas que tengo claras’, de Dorothy Allison: autobiografía de la ‘white trash’

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27 Sep 2024
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La niña Dorothy Allison, leemos en Dos o tres cosas que tengo claras, se aferraba a las historias para escapar de su realidad. “Voy a contaros una historia. Yo cuento historias para demostrar que mi destino era sobrevivir, consciente de que no es verdad. (…) No estoy aquí para hacer feliz a nadie. Estoy aquí para reivindicar mi vida”.

Nacida en Greenville, Carolina del Sur, y consciente de su origen white trash, no le duelen prendas para definir su entorno: “Aldeanas es lo que somos y lo que siempre hemos sido. Nos llamaban también ‘vulgo’, ‘cochambre’, ‘clase trabajadora’, ‘pobres’, ‘proletas’, ‘chusma’, ‘escoria’ y ‘gentuza’”.

Así empieza Dos o tres cosas que tengo claras, un libro, salpicado de fotografías de la autora, en el que Dorothy cuenta la historia de las mujeres Gibson (hermanas, primas, hijas y tías) y los hombres que las amaron, que a menudo abusaron de ellas y, sin embargo, compartieron sus destinos. Mujeres trabajadoras que nunca saldrán del lugar en el que han nacido en un contexto que es de todo menos amable con ellas, “mujeres que encajaban golpes hasta no sentir dolor”.

Dos o tres cosas que tengo claras es la forma que encuentra la autora de explicar su vida, de hablarnos de su hogar, de su familia, y, sobre todo, de sus secretos familiares, y de la dura y pesada condición de ser mujer pobre en una ciudad de la que solo puede escapar para sobrevivir. “Yo hui porque de lo contrario habría muerto. Nadie me explicó que te llevabas tu mundo contigo, que huir se vuelve costumbre, que el secreto para huir es saber por qué huyes y hacia dónde te diriges, y dejar atrás la razón que te ha hecho huir.”

Allison, a lo largo del texto, con una prosa implacable, juega con las repeticiones de la frase que da título al libro: “Hay dos o tres cosas que tengo claras”. Una muletilla que usa para hilar una narración cuyo motor principal es su historia familiar de la que no oculta abusos sexuales y violencia, ni dificultades.

Otro de los motores de la obra es la belleza. Tenerla o carecer de ella, es una condena de por vida. “La belleza es un atributo complicado. La belleza es una historia cruel. La belleza son chicas altas que mueren jóvenes, criaturas frágiles de rasgos delicados sobre las que los hombres escriben poemas. La belleza, según me dijo mi primera novia, es esa cualidad íntima que a menudo se asocia con disponer de muchísimo tiempo libre. (…) Los pobres somos personas sencillas, virtuosas siempre y cuando seamos humildes y trabajadoras, pero sobre todo feas. Casi siempre feas”.

Sin embargo, Dorothy no quiere que su historia la esclavice, la condicione, quiere huir de lo que el destino ha decidido para ella. Por eso nos habla de sus novias, de sus amantes, de la primera chica de la que se enamora, de cómo le explica a su hermana que es lesbiana, de cómo aborda la relación con su cuerpo y su deseo hacia las otras mujeres…

Dos o tres cosas que tengo claras, pensado originariamente como monólogo teatral, es algo más que una autobiografía, es una muestra de literatura social en la que Allison explora las pequeñas historias familiares de una generación. Unas historias que pueden llegar a adquirir el estatus de leyenda para las siguientes generaciones.

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