Dos modelos

Registrado
27 Sep 2024
Mensajes
60
1489721142-U50660480642CKl-1200x630@diario_abc.jpg

Hasta la caída del Muro de Berlín, el mundo estaba dividido entre el capitalismo y el comunismo . Como la historia tiende a repetirse, aunque sea como farsa, hemos vuelto a una situación similar a la de los años 30 cuando el fascismo y el comunismo pugnaban por imponerse a las democracias parlamentarias. Hoy la supervivencia de éstas se encuentra amenazada por dictaduras y regímenes populistas que ensalzan una autoridad fuerte.Bashar al Assad y su padre gobernaron de forma tiránica Siria durante 53 años. La dictadura se ha desmoronado en apenas los 11 días que ha durado la ofensiva del HTS, un grupo antaño vinculado a Al Qaeda y ahora apoyado por Turquía. Su victoria militar plantea dos incógnitas. Dado que los kurdos controlan un tercio del país, fragmentado por las creencias religiosas, es posible que Siria se desintegre como nación, algo que ya sucedió con Libia cuando desapareció Gadafi. La segunda incógnita es si el vacío de poder no degenerará en una guerra civil. Las dos alternativas no son excluyentes.La siniestra y corrupta familia Assad se pudo mantener gracias a una brutal represión y la ayuda de Rusia e Irán. Pero el ejemplo de Siria demuestra que las dictaduras son inestables y que no se pueden sostener indefinidamente. Esto vale para Cuba y Venezuela.Estos ejemplos no son extrapolables a Estados Unidos y a Europa, donde existen democracias con libertades y separación de poderes. Afortunadamente, estamos protegidos de tiranos como los Assad, Castro o Gadafi. Los europeos no sólo podemos votar sino también criticar libremente al poder, el mejor remedio contra el autoritarismo.Ello no es óbice para constatar la expansión de los populismos y los nacionalismos que desdeñan las reglas del juego democrático y añoran líderes fuertes. El más peligroso es Donald Trump, un tramposo y mendaz demagogo, aupado a la Casa Blanca por la voluntad del pueblo. El sistema de contrapesos que establece la Constitución evitará sus posibles abusos de poder.Las democracias parlamentarias que se consolidaron tras el final de la II Guerra Mundial están hoy amenazadas por líderes que prometen soluciones fáciles a los problemas complejos y que tienden al autoritarismo. Estos dirigentes deslegitiman a sus adversarios o echan la culpa a la democracia de su propia incapacidad para hacer frente a la globalización y los grandes problemas de nuestro tiempo.La solución a los retos no está en depositar la confianza en líderes mesiánicos ni en creer en fórmulas mágicas. Tampoco en debilitar la democracia ni sembrar las dudas sobre el poder judicial o los medios. El derrumbe de Siria nos ilustra sobre la importancia de fortalecer la libertad y la pluralidad, que son los únicos antídotos para preservar un sistema que, aunque imperfecto, es el mejor de los posibles.

 

Miembros conectados

No hay miembros conectados.
Atrás
Arriba